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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Dante Anzolini redescubre al músico Luis Humberto Salgado

Dante Anzolini requiere completar la planta de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil para interpretar a Salgado.
Dante Anzolini requiere completar la planta de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil para interpretar a Salgado.
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Luis Humberto Salgado (Cayambe, 1903 - Quito, 1977) daba clases de armonía en el Instituto de Música Sacra cuando un infarto lo derrumbó. El autor murió en la academia musical, sin estrenar más de la mitad de sus obras (cerca del  70%). A 40 años de su muerte, ese cometido no se ha cumplido. La memoria musical de Ecuador no suena aún como debería.

Este año, Dante Anzolini encontró en la biblioteca musical de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSG), de la cual es titular, un sobre gordo lleno de música. En el lomo llevaba inscrito el nombre de Luis Humberto Salgado. En medio de aquel folio, el músico encontró una obra lista para tocar bajo el título Sinfonía # 3.

En casa, con calma, revisó la obra y pensó que era ‘genial’. Al día siguiente pidió información sobre quién la había tocado antes: nadie lo había hecho. Después de 40 años de la muerte de Salgado, Anzolini, director extranjero y casi recién llegado al país, estrenó una de las nueve sinfonías que dejó el autor, en la Catedral Metropolitana de Guayaquil.

El director de origen ítalo-argentino no se esperaba dar con un autor tan variado y sorprendente como Salgado. Sabía que era alguien importante para la historia del país, pero con ese primer encuentro que tuvo con su obra, notó que Ecuador tiene una deuda pendiente con un artista del cual le resulta inexplicable que no esté en el sitial de los grandes maestros de América Latina, como Villalobos y Ginastera.

Para la etnomusicóloga Ketty Wong, Salgado fue un ‘Quijote de la música’. En el libro que publicó sobre su obra y que recibe dicho nombre, Wong comenta que Salgado le reiteraba a sus alumnos que el mejor compositor es aquel que no se repite. “Él escribió sinfonías en muchos estilos, uno es música indígena transcrita para orquesta y usando los motivos de esa música indígena para esa forma sinfónica, pero esta pieza no es así, es muy original”, dice Anzolini, desde la sede de la OSG.

La Sinfonía # 3 de Salgado, estrenada el pasado junio, en Guayaquil, recrea música antigua como si fuera rococó o barroco clásico transportada a este siglo. De acuerdo al titular de la Sinfónica, Salgado trabaja con una música simple e inventa una ‘fuga’, al modo que lo hizo Johann Sebastian Bach.

En el medio de esta Sinfonía hace movimientos como si los dedicara al baile de un filme del siglo XVII, antes de la Revolución Francesa. “Esa música tiene una especie de visión circense, casi como lo que hace Nino Rota con Federico Fellini. Es impresionante porque este hombre nació en Ecuador y nunca salió”, dice Anzolini.

Una época díficil

Salgado no estudió fuera del país. Cuando quiso hacerlo, a través de una beca, el gobierno se lo negó, así que se dedicó a dar clases y a revisar los discos y la música que su hermano, un diplomático ecuatoriano, le enviaba para mantenerlo al tanto de la sonoridad fuera de Ecuador. Para compositores ecuatorianos, como Ricardo Montero, la obra de Salgado pone en “aprietos al intérprete”, además de que su propuesta de orquestación presenta algunos inconvenientes.

El miércoles pasado, el día que Anzolini dio esta entrevista, llevó a la Biblioteca de la Sinfónica un concierto para piano y orquesta de Salgado. “Se llama sinfonía andina, una obra que no ha sido tocada, donde sí hay música con motivos indígenas”, para estrenarla solo hay que transcribirla. “Voy a tratar de hacer todas las sinfonías que nunca se hicieron de ese hombre”, concluye Anzolini. (I)

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