Daniel Adum trabaja todas sus obras a partir del ensayo y el error. Su casa es una prueba. Colecciona nostalgias que van desde patines ochenteros hasta botellas de cola con restos de arena.

Su espacio está inundado de cuadros de todas las formas con las que ha experimentado. También está Registro Sinceptual y Oceanoarte, obras con las que ganó el Festival de Artes al Aire Libre (FAAL) en 2003 y una mención de honor en el Salón de Julio del mismo año. Los tiene en su colección porque bajo el argumento de pedirlos de forma ‘momentánea’, los ‘salvó del polvo del Municipio de Guayaquil’.

Sus obras no están en el Museo Municipal, ni en una galería. Una buena parte de lo que ha hecho Adum está en el espacio público. Ese es el lugar que le interesa para la reacción de la gente. Lo hizo con la ‘Chanchocracia’, una serie de grafitis de ‘chanchitos’, discurso visual que los medios de comunicación construyeron como parte de una amenaza civil que surgía del conflicto de pandillas de ese entonces.

El mismo efecto tuvo ‘Litro x mate’, propuesta en la que junto a otras personas, les da un aspecto colorido a muros de la ciudad. Con eso enfrentó una demanda de la que, a pesar de las persecuciones municipales cada día en los alrededores de su casa, salió ganando.

Hoy a las 20:00, en el Comité de Lomas de Urdesa, en Guayaquil, Daniel Adum presenta un nuevo proyecto editorial, el primero fue una recolección de lo que pasó con la ‘Chanchocracia’. Esta vez Adum se remonta al “lugar en el que suceden mis recuerdos”, dice. Ese espacio es Urdesa. Desde 2010 Adum fotografió la transformación de casas construidas en los 60 y que poco a poco se van alterando al ritmo de una práctica comercial. “Todo parte de una reflexión de que el comercio debe adaptarse a la estética, pero no borrar el pasado que es lo que pasa con Urdesa”, dice Adum.  

Una vez más, él hace repensar el espacio, las políticas que predominan en la ciudad. “Todo es una manera de poner el dedo en la llaga de lo que está mal”, dice.