Desde la década del 50 varios arqueólogos han determinado puntos donde habría asentamientos prehispánicos
Cultura Chorrera, la más antigua de Guayaquil
Hace 30 años, Samanes era un conjunto de montículos divididos por pequeñas quebradas. Cuando empezó a desplazarse la tierra para urbanizarla, se hallaron los restos de una generación pasada. En los 90, Amelia Sánchez dirigió una exploración arqueológica en donde ahora hay un parque en la primera etapa de Samanes. La expectativa era reducida. Esperaban encontrar piezas de la cultura Guancavilca, pero hallaron bajo tierra una choza con restos arqueológicos de la cultura Chorrera (1200 a.C.-500 a.C.), la más antigua que se ha encontrado en la ciudad.
Desde la década del 50 varios arqueólogos determinaron la existencia de restos de culturas en distintas zonas de Guayaquil, incluido el norte y los sectores próximos a la cuenca baja del río Guayas.
En 1986, los arqueólogos José Chancay y Marco Vargas se toparon en un recorrido por Samanes —paralelo a las construcciones de urbanización— con un montículo cubierto de obsidiana, esa piedra volcánica negra con bordes afilados, semejante al vidrio, con la cual varias culturas prehispánicas elaboraron herramientas. Cuando notificaron el hallazgo y se hizo la investigación determinaron que aquella ocupación perteneció a la cultura Milagro-Quevedo, del período 500 d.C-1534 d. C. Una década más tarde la zona estaba poblada, y en la primera etapa de la urbanización, en medio de un parque, los moradores encontraron restos arqueológicos. Pudiendo ignorarlos, lo notificaron a la Espol y al Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC).
La arqueóloga Amelia Sánchez pidió una beca al centro Dunbarton Oaks y recibió un fondo del INPC para iniciar la exploración en la zona. Se excavaron 14 metros cuadrados y se identificaron 3 ocupaciones: la más antigua era de la cultura Chorrera, la siguiente pertenecía a la fase Guayaquil y la más reciente era de la cultura Milagro.
Se identificaron varias estructuras, entre ellas dos chozas. La más antigua pertenecía a la cultura Chorrera, esta había sido desmontada años más tarde por una nueva ocupación. Además de las ollas de cocina, asientos y los objetos decorativos, permanecían vasijas con osamentas.
Para la arqueóloga, hallar elementos tan variables en un sitio habitacional permite comprender la forma de vida de esta cultura y ayuda a darle contexto. Los restos —según la arqueóloga— ratifican aquella creencia de que la gente utilizaba a los muertos para que cuidaran su territorio.
Entre los objetos fue posible rescatar vestigios de la cultura Chorrera y del desarrollo regional fase Guayaquil, porque el resto del material estaba muy deteriorado por las intervenciones que ha tenido el sitio a lo largo del tiempo. En 2010 se hizo una nueva exploración.
“La ciudad sigue creciendo y hay evidencia de que hay arqueología en los alrededores”, comenta Sánchez. La arqueóloga ha custodiado las piezas de la cultura Chorrera y al plantear esta muestra tiene como objetivo visibilizar la importancia de estudios previos al crecimiento de la ciudad y con ello, tal vez, retomar el plan para que el Municipio de la ciudad asuma el cuidado de estas piezas. (I)