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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Cuánta falta hace la teniente Ellen L. Ripley

“Es sobre la evolución y la creación, y para mí eso es masivo… al final del día mi objetivo es matarlos del miedo”, son solo 2 de las expresiones que el mismo Ridley Scott ha vertido sobre su cinta “Prometheus” en uno de los tantos videos promocionales; y sería así si  todo el filme fuera como el video viral “Feliz cumpleaños David”,  aún en YouTube.

Y es que ese androide casi humano, y por ello tan aleatorio en su actuar en la historia, es interpretado con maestría por Michael Fassbender, robándose la película, e incluso haciendo olvidar que el guión parece dibujado con crayones en una pared.

Para ser una película que estuvo 30 años en proceso , como se dice en uno de los avances promocionales, “Prometheus” se queda corta y, justamente, por quererse vender como una precuela de la magistral “Alien, el octavo pasajero”,  cae de bruces con pocas posibilidades de volverse a levantar. Que no se malentienda, tiene un sólido reparto con Noomi Rapace -la Lisbeth Salander de los originales filmes suecos de la trilogía “Millenium”- a la cabeza, además de impresionantes efectos visuales, diseño de producción, dirección de arte, fotografía y narrativa audiovisual.

Las primeras escenas y secuencias dan pie a una historia de suspenso del calibre de “Alien, el octavo pasajero”, pero mientras más avanza el metraje uno se encuentra con un típico blockbuster para el verano estadounidense, sin mayor profundidad, cargado del llamado “gore” y de una heroína, ambivalente por decir lo menos, cuyo único pilar de fortaleza es su fe en sus ideales y, por supuesto, su mayor defensa es un arma cortopunzante.

La sustancia viscosa primigenia se vuelve intrascendente, al igual que la presencia del personaje de Charlize Theron o Guy Pearce encarnando al viejo Peter Weyland -patrono de la expedición científica de la nave “Prometheus” que da nombre al filme-, porque esta tiene demasiadas funciones en la historia, como ser un agente infeccioso hostil para sus descubridores.

Otra debilidad es la poca verosimilitud de las actitudes científicas de los miembros de la expedición a la que sigue la cámara: quitarse los cascos porque sienten que las condiciones están bien para ello, tratar de tocar una serpiente extraña por tres ocasiones seguidas, simplemente grapar a una persona que se ha sometido a una intervención quirúrgica en los músculos abdominales, experimentar con electricidad sobre una cabeza cercenada que no fue previamente descontaminada y hacerla explotar… David es el redentor de la historia cuando interactúa con lo que sería el mapa o la invitación a descubrir los orígenes del ser humano o preguntándose “qué tan lejos irían para conseguir sus respuestas”.

El problema del guión, lo han señalado los aficionados en las páginas de crítica de cine en la web: Damon Laurence Lindelof -serie de TV “Lost”, “Vaqueros vs. Aliens”-, uno de los principales guionistas, ha sido muy autocomplaciente con el gran ego de Ridley Scott, quien suele  presentar una versión del director de cada uno de sus filmes al no estar contento con sus versiones originales para las salas de cine (“Blade Runner”, su mejor película de ciencia ficción para la que alista una secuela, fue reeditada tantas veces que es casi imposible encontrar la versión original exhibida en la gran pantalla).

Para Scott, “Prometheus” es una cinta  muy compleja, pero quien la ve siente que es un mero charco de filosofía de supermercado, con preguntas que se intentaron responder en la historia, pero no se logró  y con un final de película de acción que se siente vacío e incompleto. Aun así es recomendable ver este filme por sus capacidades visuales y su creación de un universo oscuro en el que la historia de “Alien, el octavo pasajero” es más que plausible.

El 3D es nuevamente un efecto no necesario y poco significativo para la presentación del filme. Lo que importa es tratar, como espectador, ya que los guionistas no lograron hacerlo, de pegarse a uno de los personajes de “Prometheus” y quedarse con su historia, como si él o ella fuese el protagonista.

Lo demás, lo de la civilización alienígena avanzada, el líquido primigenio y el parto del personaje de Rapace, solo cobra sentido en la medida en que se es capaz de enfocar la historia en las aptitudes y actitudes de un  solo personaje. Sí, faltan más detalles detrás de los personajes y su crecimiento, de los motivos de la expedición de la nave “Prometheus” y de lo que su descubrimiento  representará para la sociedad humana, pero entretiene y preocupa saber qué será lo próximo que harán los pseudocientíficos en pantalla, o David.

“Prometheus” podría poner en peligro el rodaje de la ansiada secuela de “Blade Runner”, pero deja un buen precedente atmosférico para las aventuras de la teniente Ellen L. Ripley, protagonista de las  dos primeras entregas de la serie “Alien”.

Sin embargo, a Elizabeth Shaw, la científica interpretada por Rapace, le falta la humanidad y la capacidad de reaccionar ante la adversidad de Ripley, y muchos ya ansían el retorno de la teniente que inició su aventura como miembro de una expedición minera espacial, sin las situaciones jaladas de los cabellos de “Alien resurrección” y el flojo antecedente de “Alien 3”.

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