Cotacachi es ahora el corazón de la música coral del mundo
Un sol radiante que parecía duplicarse por su reflejo en la laguna de Cuicocha, en Cotacachi, Imbabura, dio la bienvenida a las 28 delegaciones provenientes del país y del mundo al 8vo Festival Internacional de Coros Ecuador organizado por el Colectivo de Directores Corales de Quito.
Óscar Betancourth, organizador y promotor del evento, dijo que en Cuicocha las agrupaciones musicales iban a ejecutar su mejor ensamble vocal como ofrenda al dios Sol, al ancestral escenario y a la rica historia del pueblo indígena de Cotacachi. “Aquí las delegaciones que nos visitan conocerán otras manifestaciones musicales no convencionales para el mundo occidental como los Abagos y Yumbos, ritmos propios de la comunidad de Chilcapamba, originaria del pueblo Cotacachi”, manifestó Betancourth.
Cuando eran las 12 del jueves, el malecón del Centro de Interpretación de la Reserva Natural Cotacachi-Cayapas ya estaba abarrotado. Se esperaba la participación de coros de Alemania, Francia, Cuba, Argentina, Venezuela, Perú y Ecuador.
Pero antes el ritual de agradecimiento al dios Inti (sol), similar al que la cosmovisión indígena realiza en el mismo escenario cada 21 de junio para el Inti Raymi, sumergió a los visitantes a profundas raíces del pueblo ecuatoriano.
De inmediato los Yumbos salieron a escena. Los tonos y melodías cargadas de la melancolía agónica del conquistado llegaban por primera vez a oídos de los extranjeros que sin hacer ni un solo ruido apreciaban la riqueza cultural de la manifestación musical acompañada de danzas en círculos, con sus lanzas apuntando al sol y en el medio una mujer que ofrenda lo que la misma tierra les ha regalado, como agradecimiento por la fertilidad de la Pacha Mama (Madre Tierra).
Los Yumbos acabaron su participación y no se escuchó ni un solo ruido, solo el ligero silbido de la brisa en Cuichicocha, nombre original de la laguna según el alcalde del cantón Alberto Anrango. “Los españoles no podían pronunciar bien su nombre y al final la bautizaron como Cuicocha”, aseguró el burgomaestre.
Llegó el turno de los Abagos, manifestación étnica exclusiva del pueblo de Cotacachi. Con caretas pintadas de blanco hueso, pelo de caballo como peluca, que se asemeja al cabello de los conquistadores, chaleco de poliéster y armados con lanzas, se mofaban de la historia de sometimiento contada desde Occidente. Fue el momento en que el silencio se rompió y se dejaron escuchar carcajadas.
Las ofrendas iniciaron con la delegación de Alemania. Fueron 15 músicos, entre estudiantes y docentes de la Facultad de Música de la Universidad Estatal de Berlín, quienes sorprendieron por la entonación, armonía y ejecución vocal bajo el radiante sol de verano en la Sierra norte del Ecuador.
La delegación de Cuba denominada Vocal Leo le impuso un ritmo más tropical al corazón del evento. Sus músicos cantaron una canción creada por una hija de la isla, Beatriz Corona y su Aire Nocturno. En este conjunto vocal, según su directora, Corina Campos, se ensamblan mezzosopranos, tenores, contraltos y barítonos.
Eugenio Auz, director del coro de la Escuela Superior Politécnica del Ejército (ESPE) y fundador del festival, explicó “que no se trata de un concurso. “el objetivo es intercambiar conocimientos musicales con artistas de otras latitudes para enriquecer este género musical en nuestro país”.
Pero el momento cumbre de este encuentro musical estuvo a cargo del Orfeón Napoleón Sánchez Duque, de Venezuela, cinco estudiantes de este centro de altos estudios musicales que expuso una novedosa técnica armónica con campanas.
Apenas sonó la primera nota, las expectativas de los asistentes se incrementaron. Y una tras otra, los sonidos que emitían las campanas doradas se juntaban en perfecta armonía para formar la mejor composición musical de la jornada que extasió el oído de los presentes.
Los golpes de las palmas aún no concluían y la ejecución del grupo coral de la misma institución inició. Se trataba de un ensamble en varios idiomas africanos, acompañados por el ritmo impuesto por un bongó y una llamativa coreografía. En total fueron más de 500 músicos que se llevaron en su mente una postal del Ecuador profundo.