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Coros locales trabajan en perfeccionar a sus miembros en el canto

Coros locales trabajan en perfeccionar a sus miembros en el canto
21 de febrero de 2012 - 00:00

En un coro no solo basta ser afinado, tener buen oído y un gusto desmedido por la música, también se requiere de formación en solfeo, lectura de partituras, técnicas de canto y vocales y teoría musical, lo que se ha empezado a implementar en los Coros de Niños de la Universidad de Guayaquil y de Jóvenes “Visum Musicum”.

El último ya tuvo su experiencia internacional en Perú y el primero es un participante regular del tradicional Festival Internacional de Coros “El canto coral hermana a los pueblos”, pero ahora sus integrantes se dedicaron a un taller de canto, por 10 meses, con la soprano ucraniana Luchiana Hakman y la contra alto ecuatoriana Ana María Hidalgo, junto con el pianista acompañante Álex Mora.

El 10 de febrero en duetos y solos treinta jóvenes agasajaron a sus padres, amigos, familiares y público en general en el Paraninfo de la Casona Universitaria con veintinueve temas de la música popular iberoamericana, como Sabor a mí, Lamento boricano, Cielito lindo, Adiós muchachos y Contigo a la distancia.  El director de los coros, Francisco Aguilera, los acompañó en la guitarra con un ensamble completado por Mora en el piano, Carlos Miño e Isaac Aguilera -quien fue el primer cantante de la noche con El día que me quieras- en la percusión.

Las interpretaciones fueron de alto nivel, a pesar de que a  varios de los jóvenes aún les costaba sacar la voz, proyectarla y multiplicar su registro; y entre las que más aplausos recibieron estaban la de Garota de Ipanema, a cargo de Giannia Verduga; Alfonsina y el mar, cantada por Eduardo Castillo (tenor); El cumbarchero, por Ashley Ayala (mezzosoprano) y la rendición del pasillo ecuatoriano Ángel de Luz de Michelle Bazan y Connie Rivadeneira (soprano).

A pesar de lo extensa de la velada por el número de cantantes que subieron al escenario, el público no dejó de escuchar con atención y recompensar a    los intérpretes con aplausos. La diferencia la marcaron Ashley Ayala y Génesis Cabezas al cantar Panis angelicus.

De acuerdo con Aguilera ese concierto, cierre del Taller de Canto Popular, fue la etapa piloto de la escuela cantora, que implica que los coristas son capacitados con seminarios y cursos para perfeccionarse como solistas  y, de hecho, desarrollar el potencial de aquellos miembros de los coros que tienen el talento para serlo. Por el momento nadie ajeno a los ensambles puede tomar estas clases porque funcionan como en cualquier parte del mundo, como con los Niños Cantores de Viena, quienes a la par de dar recitales como coro, cantan y reciben preparación en teoría musical.

En el concierto del 10 de febrero las  maestras Hakman e Hidalgo estaban orgullosas de sus estudiantes al entregarles los diplomas de finalización del curso y tomarse fotos   con ellos y los certificados, para el registro de la actividad académica.

El coro de niños está adscrito a la Universidad de Guayaquil y el de jóvenes tiene algunos ex integrantes del primero y ensayan en la Casona Universitaria, donde funciona el Instituto Experimental de Música del centro de estudios superiores, en el que varios coristas ya estudian.

La próxima etapa de la escuela cantora funcionará como un año lectivo normal,  desde abril hasta enero, pero ahora dará 4 conciertos, uno cada 2 meses. El futuro del proyecto, según   planea Aguilera, es una licenciatura en canto popular avalada por la Universidad de Guayaquil.

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