“Con cien años, cualquiera no muere”
En Santos Lugares, la colonia donde don Ernesto Sábato tenía su quinta, debe existir mucha conmoción ahora.
Imagínese: un escritor vive cien años; un explorador de vidas y de muertes; alguien a quien le fue encomendada una tarea tan terrible como descubrir los desastres de una dictadura, de la que apareció un libro documental hermoso y terrible titulado Nunca más; alguien a quien la nube de la ceguera lo convirtió en metáfora de rivalidad. Lo leí casi todo. Creo que con cien años, cualquiera no puede morir, como Sábato, el último heterodoxo.