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El Telégrafo
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“Clarín es una empresa más temida que respetada”

“Clarín es una empresa más temida que respetada”
12 de noviembre de 2013 - 00:00

El poderoso Grupo Clarín ha marcado a fuego la historia argentina reciente con su respaldo a la dictadura (1976-93)  y sus condicionamientos a los distintos gobiernos democráticos que se sucedieron en los últimos 30 años.

Pero ahora este monopolio mediático –con un poder inigualable en el contexto de América Latina- comenzó un proceso de adecuación a la Ley de Medios  tras ser declarada constitucional, el 29 de octubre pasado, por la Corte Suprema de Justicia, poniendo fin a una lucha de cuatro años. Su plan consiste en dividirse en seis empresas audiovisuales independientes entre sí.

“No está en riesgo la libertad de expresión, tal como lo ha señalado un informe de Naciones Unidas y otro de Human Rights Watch”, en contraposición a lo que ha esgrimido el grupo en los últimos tiempos,  dice en entrevista con EL TELÉGRAFO el periodista y escritor Martín Sivak, autor del libro Clarín, el gran diario argentino, una historia.

Para Sivak no hay riesgos de que un nuevo gobierno que eventualmente asuma en el 2015 reforme la ley. “La gran mayoría de los dirigentes políticos prefiere un Clarín más chico y menos influyente. No lo dirán en público, pero es lo que piensan. Lo mismo los empresarios: para ellos Clarín es una empresa más temida que respetada”, resume.

¿Existe hoy en América Latina un grupo mediático con tanto poder como el que ejerce Clarín?
No, ninguno.

¿Cómo Clarín logró concentrar tanto poder en el país a lo largo de las últimas décadas?
Por una enorme capacidad de obtener beneficios gubernamentales (muchas veces flexibilizando su línea editorial) y al mismo tiempo por el mérito de ampliar y fidelizar sus audiencias gracias a su constante percepción de los humores sociales.   

Siempre se ha dicho que el grupo ha tenido el poder de colocar y quitar presidentes. ¿Hay ejemplos   o es un imaginario público?
Roberto Noble sacó Clarín en 1945 con el objetivo de volver a la política y eventualmente convertirse en presidente de la República. Ya durante la década de 1960 decía “Yo no puedo ser presidente, puedo hacer presidentes”. En los hechos, Clarín nunca hizo ni deshizo presidentes pese al deseo del director y fundador y las acusaciones de los detractores de Clarín.

¿Cuál ha sido el rol de Clarín durante la dictadura? ¿Como juzga el traspaso de Papel Prensa, la única empresa productora de papel de diarios vendida al grupo y a otros medios en un proceso oscuro que incluyó el secuestro y tortura de sus dueños?  ¿Hubo complicidad con el régimen militar?
 Como la mayoría de los diarios de la época, Clarín apoyó el golpe, a las Fuerzas Armadas durante toda la dictadura y se limitó a hacer una crítica de la política económica de (el entonces ministro de Economía) José Martínez de Hoz. Consiguió aumentar su tirada (de 380 mil en 1976 a 411 mil en 1982, en un contexto de retracción de la lectura) gracias al desarrollo de la sección Deportes. Papel Prensa, la asociación de Clarín con la Junta Militar, que intervino sobre compradores y vendedores, condicionó la línea editorial del diario, lo hizo enfrentarse con el resto de los diarios (que se vieron forzados a comprar papel a Papel Prensa en condiciones desventajosas) y afectó su propia imagen porque los vendedores fueron secuestrados y torturados meses después del traspaso. Los militares buscaban información de Montoneros porque David Graiver, el expropietario, había manejado dinero de la guerrilla peronista.

¿Comparte usted la visión oficial de que el CEO del Grupo, Héctor Magnetto, es  culpable de delitos de lesa humanidad?
La justicia no ha podido probar que hubo delito de lesa humanidad.

¿Cree usted que el Grupo Clarín ha tenido un ánimo destituyente en el manejo de la información en relación al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner? ¿Cuál es su grado de credibilidad?
Clarín ha sido un feroz crítico del gobierno y el gobierno ha sido muy hostil con el diario: redujo sus negocios –como lo hizo al quitarle la transmisión del fútbol-, sacó una ley de medios para obligarlo a reducirse, inauguró como eslogan oficial ‘Clarín miente’ y lo eligió como principal oponente. El nivel de beligerancia de Clarín ha afectado su credibilidad -en el caso del diario redujo sus ventas, pero en el caso de su estación de radio y TV aumentó el ráting-, pero ha consolidado una audiencia que lo sigue por costumbre y/o por considerarlo un eficaz instrumento de crítica.

¿Se puede estar bien informado hoy leyendo, escuchando o viendo los medios del Grupo?
En el contexto de polarización de la Argentina, los que quieran informarse en serio deben leer los medios oficialistas y los opositores. Leerlos del derecho, del revés y sacar sus propias conclusiones. Eso es lo que hago cada mañana.

Clarín afirma que la libertad de prensa está amenazada en el país y el Gobierno asegura que se vive  el mayor período de libertad de expresión, ¿cuál es su visión al respecto?
No está en riesgo la libertad de expresión, tal como lo ha señalado un informe de Naciones Unidas y otro de Human Rights Watch. Hay mecanismos cuestionables de presión sobre los medios y los periodistas, como presionar a importantes anunciantes para que no publiciten en diarios de la oposición o mandarle a la agencia de recolección de impuestos a una periodista que fue a la OEA a denunciar las hostilidades del Gobierno con la prensa.

¿Por qué el país ha tardado 30 años en poder aprobar una ley de medios que reemplaza a la vigente desde la última dictadura?
Desacuerdos partidarios, presiones corporativas, falta de interés de grandes franjas de la población cuyas prioridades son otras, etcétera.

¿Qué opinión le merece la Ley de Medios?
La ley es mejor que la anterior: lo importante, ahora, es que tanto el Grupo Clarín y el Gobierno la cumplan.

Si bien el grupo ha anunciado que acata el fallo de la Corte Suprema que declaró constitucional la ley,  ¿hasta dónde cree usted que está dispuesto a llegar Clarín para dilatar su cumplimiento?
Clarín cambió la estrategia: después de dilatar el cumplimiento ahora va a una pelea por la letra chica de la adecuación. El conflicto permanecerá.

El Grupo ha anunciado un plan de adecuación para dividirse en seis partes. ¿Cuál es la garantía de que ese plan no sea una mera pantalla para dividir en teoría lo que podría mantenerse unido en la práctica, funcionando como un todo por debajo de la ley?
El problema es que ya otros grupos -algunos afines al Gobierno- han presentado planes de adecuación similares a los de Clarín. De hecho Clarín los tomó como modelo.

Algunos dirigentes opositores han anunciado que, de llegar al gobierno, impulsarán cambios en la ley. ¿Lo cree posible? ¿Es la puesta del Grupo teniendo en cuenta que faltan solo dos años para las elecciones presidenciales y Clarín podría judicializar todavía algunos puntos sobre el cumplimiento de la ley en torno a su plan de  adecuación?
No creo que eso suceda. Con la excepción del partido del alcalde de la ciudad de Buenos Aires (el derechista Mauricio Macri), la gran mayoría de los dirigentes políticos prefieren un Clarín más chico y menos influyente. No lo dirán en público, pero es lo que piensan. Lo mismo los empresarios: para ellos Clarín es una empresa más temida que respetada.

¿Cómo se imagina el mapa de la comunicación argentina cuando se haga efectiva la Ley de Medios?
Espero que con más medios públicos que gubernamentales.

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