“¿Han secuestrado a la ciudadanía?” se titulaba el Vino Filosófico realizado el miércoles pasado en la UCG. Fueron invitados la activista Silvia Buendía, la columnista Gabriela Calderón, de El Cato; el abogado Aparicio Caicedo, y José María León, editor y fundador de GKillCity. El debate fue moderado, como acostumbra, por Carlos Tutivén.

El primero en intervenir fue Caicedo, quien trataba de definir qué es la ciudadanía, a la que enmarcó en el respeto a unas normas tácitas de convivencia.

Luego empezó una discusión sobre lo público y lo privado cuando Calderón, de corriente liberal, como Caicedo, se refirió a las obras vetadas en el Museo Municipal por contenidos que se consideran no aptos para niños. En ese sentido, dijo que “la propiedad privada disuelve ese problema”.

Buendía respondió: “No me gusta la palabra propiedad, prefiero decir derecho”, apuntando a que la cosa pública no debe dejar de existir, pues ello condiciona el acceso a una ciudadanía sin recursos.

La activista declaró, además, que la ciudadanía se construye mejor cuando el individuo está bien informado acerca de sus derechos. En ese sentido, insistió en la queja como un mecanismo de ejercicio de ciudadanía, y el debate tomó otro rumbo, el de las movilizaciones, donde se citó a movimientos ciudadanos en el mundo, como Occupy y el 15M.

En ese momento, Tutivén y Buendía hablaron de la fragilidad de la convocatoria en las redes sociales. Sin embargo, la española Marina Marcián se refirió al 15M, jornada en la que estuvo presente, y sostuvo que, “pese a que  los medios no le dan cobertura, en España las cosas están cambiando al margen del estado”.

León, trayendo el análisis a un espacio más cercano, habló un poco de entidades como el Consejo de Participación Ciudadana. “Es como un peluche para creer que estamos participando’, y añadió que “legislar el derecho a la resistencia es como clavarse una astilla: molesta, pero es fácil de sacar”.