Cinememoria archiva 7.000 documentales
La película irlandesa Shooting the Mafia (Kim Longinotto, 2019) será la primera en proyectarse en la XVIII edición de El Festival Internacional de Cine Documental “Encuentros del Otro Cine” (EDOC), que iniciará hoy a las 19:00.
El Teatro Nacional acogerá la obra —que se estrenó a escala mundial en Sundance y Berlín— sobre la fotógrafa italiana Letizia Battaglia, quien ha construido un testimonio periodístico e histórico sobre la mafia siciliana.
La directora Longinotto ya ha integrado la cartelera en ediciones pasadas del que es el festival ecuatoriano con más ediciones seguidas. Pink Saris (2010) o Dreamcatcher (2015) fueron un par de sus obras estrenadas en salas nacionales, siempre con la mujer como protagonista.
Este año se exhibirán 101 largometrajes repartidos en once secciones, que abordan el “Poder, cambio y conflicto”, “Escenario de guerra”, “Autorretrato familiar” o “Documental animado”. La programación en Quito será desde hoy hasta el 19 de mayo; mientras que para Guayaquil irá de mañana al día 19 y, en Cotacachi, del 11 al 19.
La clausura del evento se programó para dentro de diez días, en el Teatro Capitol, con entrada libre —al igual que esta noche— y la proyección del filme nacional Cuando ellos se fueron (Verónica Haro, 2018), sobre Plazuela, un pueblo al sur del Ecuador donde solo habitan mujeres ancianas y viudas.
La gestión anual de los EDOC
Desde 2002 se realiza el encuentro cinematográfico que solo el año pasado convocó a 14.000 espectadores, según su director ejecutivo, el cineasta Alfredo Mora Manzano.
Este verano habrá una réplica de la programación en Cuenca aunque el productor insiste en que “nunca alcanzamos el presupuesto que el festival debería recibir por lo que se le entrega a la comunidad”.
La taquilla financia el 10% del festival, que completa su presupuesto con incentivos estatales. El monto de cada edición es de $ 150.000 en promedio, le dijo el productor guayaquileño a este Diario. Pero “hay una parte de capital humano: gente que trabaja por un salario simbólico” en la organización.
Lo que más preocupa a estos gestores es que la sede de Cinememoria —la corporación detrás de los EDOC— no tiene garantías para mantenerse a futuro, pese a que su videoteca tiene 7.000 títulos disponibles para consulta académica, el registro de cada año.
Para 2019, la sección “Cómo nos ven, cómo nos vemos” incluye 25 obras de realizadores ecuatorianos y extranjeros que hablan sobre Ecuador. Ellos —a decir de Mora— no tienen asegurado un mecanismo para estrenar en las grandes salas de cine o televisión abierta, pese a que se trata del “género (no ficción) nacional que más destaca” internacionalmente.
Las sedes reúnen parámetros de calidad para ser elegidas y, esta vez, se extenderán a cuatro ciudades, incluso con funciones al aire libre, en el Parque Urbano Cumandá.
Allí se exhibirán —a las 16:00 y 18:00 de mañana— los filmes La afinación del diablo (Juan Carlos Lucas, 2018) y Flora no es un canto a la vida (Iair Said, 2018).
Las alianzas con empresas privadas y las alcaldías son algunas de las opciones para los nuevos presupuestos mientras los EDOC ocupan salas como Ochoymedio, InCine, Casa de la Cultura, MAAC Cine, Muégano Teatro o Ami Cine.
Otra de las alternativas que barajan los organizadores es establecer convenios plurianuales. “No se trata de pedir preasignaciones”, explica Mora Manzano; “buscaremos otro tipo de garantías a distintas entidades del Estado”.
Para el coproductor de La Bisabuela tiene Alzheimer (2012), la existencia de varios festivales permite mostrar la diversidad del séptimo arte y las que hacen perdurar en esta labor son “entidades autónomas u organizaciones de la sociedad civil; ya que estas duran mucho más de lo que duran en funciones los dignatarios en las distintas administraciones”.
La crítica de cine y escritora Paulina Simon concluye —en la página del festival— que este “ha influido en la producción (...), ha marcado a miles de espectadores que nos hemos ido construyendo como amantes del documental entrenando la mirada”.
Los EDOC, tan quiteños, como guayaquileños
Hace un año Muégano Teatro, el grupo que dirigen Santiago Roldós y Pilar Aranda, presionó para que no se postergue más la entrega de su espacio, en el callejón Magallanes, y con ello ser la única sede del EDOC en Guayaquil.
Era eso o no tener EDOC en la ciudad, pues la sala que habitualmente ha servido para este encuentro, en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), no tenía el aire acondicionado necesario, ni las luces, ni las pantallas de proyección en buen estado.
Y a pesar de que este año el encuentro vuelve a ser sede en la sala de cine del MAAC —una vez que se habilitó— Muégano seguirá siendo un eje central de la programación en la ciudad.
La historia de la agrupación teatral y Cinememoria se cruza desde sus inicios, cuando los fundadores de estos grupos, Roldós y Aranda, de Muégano; y Manolo Sarmiento y Lisandra Rivera, de Cinememoria empezaban sus proyectos en Madrid. “Son aliados desde su nacimiento”, dice Roldós.
De alguna manera, el espacio de Muégano, gestado a través de un acuerdo de comodato con el Municipio de Guayaquil, subsana el financiamiento del gobierno local, que alguna vez existió.
“Como guayaquileño, artista y alguien que está en comodato con el Municipio es importante recuperar ese apoyo, pero si está el Instituto de Cine y Creación Audiovisual (ICCA) deberían ellos encargarse de eso”, apunta Roldós.
Agrega que la política cultural y toda la política en general, debería estar descentralizada. “Que se reduzca la burocracia para que esos recursos estén diseminados en los gobiernos descentralizados y hagan que los EDOC sean tan guayaquileños, como quiteños”. (I)