"El olvido que seremos" llega al cine
“Ahora he pensado más que nunca en mi papá”, contaba en una entrevista reciente el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. Su padre, Héctor Abad Gómez, daba clases de epidemiología en la Universidad de Antioquia y sobre él es la novela más célebre del autor, El olvido que seremos.
Una de las hermanas de Abad Faciolince es epidemióloga, trabaja en el Municipio de Rionegro. Las memorias femeninas de su familia están detrás de otra de sus novelas, La oculta, pero ha sido sobre la biografía de su padre que se ha rodado una película, con dirección del cineasta español Fernando Trueba.
Antes de que la pandemia llegara a España y a América, en el Hay Festival de Cartagena, se develó que el intérprete del médico antioqueño –asesinado en 1987 por balas militares– será el actor español Javier Cámara (ganador de dos Premios Goya).
Trueba, el ganador del Óscar por Belle Époque, rodó el filme durante dos meses en Medellín, donde están más latentes los recuerdos de Colombia, nación que ha enfrentado más de medio siglo de violencia, en la que se protestaba en las calles por el incesante asesinato de líderes sociales hasta que llegó la pandemia.
“El olvido que seremos, publicado originalmente en 2006, provocó en su momento una catarsis colectiva. Esa narración resuena hoy con fuerza en un país que reivindica el papel de los defensores de derechos humanos”, escribía el periodista Santiago Torrado en febrero pasado.
Fue Torrado quien contó, en diario El País, que cuando Héctor Abad conoció a Trueba en una de las ediciones del Hay Festival Cartagena, el cineasta le comentó que le había gustado el libro. “El novelista le propuso adaptarlo al cine después de que el productor colombiano Gonzalo Córdoba lo había convencido de embarcarse en el proyecto”.
Abad incluso le sugirió como protagonista a Cámara porque su rostro le recordaba a su papá. David Trueba, hermano del director, escribió el guion, pese a que el relato, cronológico, detallado, de la novela lo hacía un desafío. “Otra razón de peso era mi cobardía de enfrentarme a un libro tan bueno”, se confesó Trueba ante el teatro cartagenero Adolfo Mejía.
“Tenía mucho miedo de leerlo –admitió Abad–, “miedo de que no me gustara”. Se tomó semanas para eso, pero quedó deslumbrado por el resultado. Después vio por primera vez el resultado final en la pantalla, “bajo una cortina de lágrimas”.
“Cuando iban a hacer El olvido que seremos, yo quise irme lo más lejos posible para no interferir con su trabajo. Rodaban aquí en Medellín durante dos meses y yo conseguí que una amiga italiana me recibiera ese mismo tiempo para escribir allá. A los diez días mi mujer se enfermó y tuve que volver. Lamento decir que su enfermedad fue una bendición: ver rodar a Trueba y ver actuar a Javier Cámara y a todas las actrices fue una experiencia bellísima”, le comentó a el diario español Heraldo, la semana pasada.
“Fernando tiene la misma autoridad risueña y cariñosa que tenía mi padre como profesor”, le comentó al periodista Antón Castro. “La película es una pequeña o incluso una gran obra de arte”.
El estreno se ha aplazado a causa de la cuarentena, le contó a Radio La Calle. Entrevistado por Santiago Aguilar y Juan Carlos Cabezas; el escritor comentó lo que ha visto de Ecuador desde Medellín. “Cuando la gente muere sola, en un hospital, o en condiciones de inmenso abandono y pobreza en una casa, es inaceptable. Cuando una familia tiene que salir de una casa por la muerte o sacar a un cadáver por ahí, también es inaceptable. Esas imágenes, que se han visto en Guayaquil, son muy, muy tristes, desoladoras”.
“Si las desgracias no hicieran mejores personas, sería bienvenido que sucedieran de vez en cuando, pero no estoy muy convencido de eso”, comentó. “Habrá cosas buenas en el mundo de las artes, canciones, música, novelas, poemas. Pero también habrá rabia, desesperación, suicidios, explosiones sociales, justificadas o no. Tenemos que prepararnos para tratar de dar lo mejor de nosotros, con solidaridad, como la de los médicos ahora”. (I)
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En 600 páginas habla de la vocación literaria, de la familia, de un país en llamas, del deseo, la paternidad y el amor.