Poetas de alemania, francia, honduras, venezuela y ecuador fueron convocados
Cinco países en festival de poesía en Pasto
A 2.527 metros de altura y al pie del volcán Galeras se ubica Pasto, capital de Nariño, uno de los departamentos más grandes de Colombia. Dada su cercanía con Ecuador (desde Tulcán son 2 horas por vía terrestre), sus paisajes resultan similares a la serranía ecuatoriana. Sin embargo, una diferencia es ineludible: los estragos del conflicto armado. Un conflicto que, según sus habitantes, por primera vez en más de 50 años, parece despertar una esperanza más concreta para el cese del mismo, pues hace un par de años habría resultado imposible imaginar lo que actualmente sucede en Cuba: adelantar diálogos y negociaciones de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC.
En ese contexto, el Colectivo Cultural y Poético ‘Sombrilla’ lleva a cabo desde el pasado 13 de octubre, el X Festival Internacional de Poesía Desde el Sur, en Pasto, que este año convoca a poetas de Alemania, Francia, Honduras, Venezuela, Ecuador y Colombia. Por Ecuador fueron convocados Roy Sigüenza (Portovelo, 1958) y Carla Badillo Coronado (Quito, 1985). Poéticas distintas que, si bien están conscientes de que no cambiarán estas atrocidades, han sido fundamentales para la construcción de un testimonio, de un rastro, de una conciencia. A fin de cuentas, independientemente de las temáticas, la voz, en el fondo, es una sola: la de la inconformidad frente a una realidad que no los satisface.
El poeta colombiano Zabier Hernández, quien -junto a Héctor Patiño- es el fundador y coordinador del festival, explica que nunca ha sido fácil desarrollar el encuentro por dos problemas: el conflicto armado y la financiación. Aún así, las diez ediciones han salido adelante con apoyo de gobiernos locales y sindicales, siendo el único evento de esta magnitud en la región.
“Este festival es de alguna forma el pionero en esta zona de conflicto. Nariño es el cuarto departamento -con Antioquia, Caquetá y el norte de Santander- con mayor afectación en la población civil. Pero más allá del estigma, este festival pretende reunir diversas voces para demostrar que, precisamente, la cultura es parte de esa resistencia a las limitaciones de la guerra”.
Pero la pregunta que muchos suelen reiterar es: ¿Sirve de algo la poesía frente a este tipo de conflictos? Para Patiño no hay duda al respecto. “La Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil española o el conflicto en el Oriente Medio, todos esos conflictos en que la humanidad ha llegado al punto máximo de perderla, paradójicamente, lo que ha logrado devolvernos esa condición de humanos ha sido siempre el arte”.
Si hay algo que caracteriza a este festival es que se trata de un proceso artístico ligado a procesos alternativos y comunitarios. Por ello, las actividades son gratuitas y se desarrollan en lugares públicos, comunas, sindicatos, hospitales, sanatorios, cárceles, entre otros lugares marginados. “Sabemos que la poesía no va a parar la guerra”, afirma Héctor. “Porque además esa no es su función ni del arte en general, pero puede llevar a la gente a la posibilidad de transformarlos. Para eso están los poetas aquí; para eso seguimos trabajando”.