Chavela se queda por siempre con su ternura
"México me lo dio todo, es mi patria", citó en su autobiografía María Isabel Anita Carmen de Jesús, cantante conocida como Chavela Vargas, que nació en San Joaquín de Flores, Costa Rica, el 17 de abril de 1919. "Ella estuvo muy consciente hasta el último momento y expresó buenos deseos para que México, que está muy convulsionado, mejore y dijo que se lleva los mejores recuerdos y los aplausos de su público", explicó a EFE su médico José Manuel Núñez, luego de que la artista falleciera debido a un paro respiratorio después de que ayer por la mañana se agravó su estado de salud -estaba internada desde hace más de una semana en un centro hospitalario en Cuernavaca por una bronconeumonía-.
"Mestiza ardiente de lengua libre, gata valiente de piel de tigre, con voz de rayo de luna llena", escribió Joaquín Sabina de Chavela, para la canción "Por el boulevar de los sueños rotos". Su vida artística empezó a los 30 años al lado de Pepe Guízar -compositor del segundo himno oficial de México, "Guadalajara"- y aunque sus conocidos de la música le decían que "cantaba horrible", sentía que lo suyo era eso.
Poco a poco fue creando su estilo. Le pusieron escote y tacones y pasó desapercibida y decidió ponerse "ropa de escándalo", es decir, "pantalón de manta, una blusa blanca muy sencilla y un jorongo", el "uniforme" que ya siempre la acompañaría aunque le gritaran "marimacha" cuando estaba de parranda.
Sin trío, sin mariachi, sin grupo, sola con su jorongo y su guitarra, sin escándalo ni espectáculo, cantando desde el alma actuó en Nueva York, donde se sentía "en la gloria", y probó suerte en Cuba, donde se consagró con "Macorina", que al principio fue prohibida en México, y que fue convertida por la guerrilla hispanoamericana en su himno.
Chavela -"con v y no con b, para joder"- grabó su primer disco en 1961 y se pasó por su "republicana gana" lo políticamente correcto para traspasar con su dolor y rebeldía las letras de los grandes autores de la canción mexicana, como los clásicos de su "cuate" José Alfredo Jiménez, Chucho Monje, Roberto Cantoral o Agustín Lara.
Vargas nunca ocultó su resentimiento con Costa Rica, de donde partió cuando era adolescente, pues considera que no le reconocieron sus méritos y más bien fue marginada por la sociedad de ese país. Llegó al mundo en San Joaquín de Flores envuelta en muchos nombres, pero desprovista, según ella misma cuenta en sus "memorias" ("Dos vidas necesito. Las verdades de Chavela"), que nunca le dio, por razones nunca aclaradas, cobijo ni cariño.
Su hermana Ofelia, a quien sin embargo visitaba en algunos momentos, falleció hace poco.
Con 14 años, tomó un avión a México y allí se quedó "para los restos". Fue cocinera, chófer, costurera, vendedora de ropa de niños, de todo con tal de quedarse en el país que la atrapó y al que, decía, había llegado como "una niña loca".
De peculiar estilo y áspera tesitura vocal, supo formular un perfil como cantante que sedujo lo mismo a la realeza europea que a mandatarios, intelectuales y públicos diversos. Personaje de la vida nocturna y la bohemia en mexicana, tuvo amistad con personajes de la cultura local y extranjera, así como con las figuras musicales más importantes de su época: Picasso, Carlos Fuentes, Diego Rivera y Carlos Monsiváis.
Fue reconocida con la Gran Cruz Isabel la Católica, las medallas de Oro de las universidades Complutense de Madrid y al mérito de la Alcalá de Henares, así como con el nombramiento de Huésped de Honor de Buenos Aires, como Ciudadana Distinguida de la Ciudad de México y con el Grammy Latino.
Muy vinculada a España, sus canciones se han incluido como banda sonora de películas de su amigo Pedro Almodóvar. En abril de este año, fue postulada al Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2012 por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México.
Pese a estar confinada a una silla de ruedas quiso volver el 1 de julio de este año a Madrid, tras 7 años ausente de España, para rendir homenaje a Lorca, en su "otra" casa, la Residencia de Estudiantes, en el que fue su último concierto y presentar su disco "La luna grande". A los dos días del concierto, el 12 de julio tuvo que ser ingresada en el hospital por una taquicardia. Salió una semana después y regresó a México el 26.
El 30 de julio, ingresó en un hospital de Cuernavaca. Como se consideraba chamana, no temía a la muerte porque pensaba que entonces inicia una etapa de trascendencia a la que esperaba llegar.