Cézanne y sus retratos, en una exposición inédita en el Orsay
Manzanas, bodegones y paisajes alcanzaron para convertir a Cézanne, o más bien a su posteridad, en faro de vanguardias. La exposición Retratos de Cézanne del museo de Orsay, de París, que viajará luego a la National Portrait Gallery de Londres y a la National Gallery of Art de Washington –que colaboraron en la concepción de la muestra– recuerda que Cézanne fue un pionero del nuevo retrato. Y esa disciplina es como una línea roja de su vida.
Lo demuestra, en Orsay, una cronología que arranca en 1866 con los retratos del tío Dominique, paciente modelo –se habrá sobresaltado ante la técnica innovadora de las dobles capas de pintura, a cuchillo, que apelmazaban su rostro; las miradas feroces que le adjudicaba el sobrino– hasta las últimas representaciones de Vallier, su jardinero de Aix-en-Provence, en 1906, el año de la muerte del pintor. (I)