La cerámica ancestral vive en el presente
En la Sala Permanente del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) el tiempo parece retroceder miles de años. Allí, Pablo Izurieta, guía mediador, revive la memoria de la cerámica con la muestra Los 10.000 años del antiguo Ecuador.
Lo hace en medio de 1.500 piezas arqueológicas originales (en su mayoría de barro, otras de piedra y spondylus) de las culturas de la Costa: Valdivia, Machalilla, Chorrera, Tolita, Jama Coaque, Bahía, Guangala, Milagro-Quevedo y Manteño-Huancavilca.
Cuenta que cada sociedad agrícola tiene su espacio y una característica que la diferencia del resto, pero todas están marcadas por la cerámica.
Valdivia (3800 – 1500 a.C.) es el inicio y por eso sus piezas son muy rústicas, “como hechas por un principiante”.
Cuencos, ollas y platos de barro donde los aborígenes consumían alimentos líquidos calientes con cucharas hechas de las valvas de las conchas son parte de la exhibición.
La exposición está abierta al público en la Sala Permanente del MAAC, desde octubre de 2016. (foto)
Sin embargo, lo más representativo de esta cultura predominada por el matriarcado son las figurinas Venus de Valdivia que representan a las mujeres de la época, quienes estaban a cargo de la organización social ya que se creía que los dioses las habían favorecido con el don de la fertilidad para poblar la tierra. “Incluso, desde el inicio de la historia, los chamanes fueron mujeres”.
El Complejo Cultural Real Alto, ubicado en la comuna Pechiche, (Chanduy, Santa Elena) es un importante espacio arqueológico donde se han descubierto vestigios de cerámica como tiestos, figurinas y otros objetos.
La conexión de los actuales pobladores con sus antepasados es tan fuerte que siguen venerando talismanes de figurinas para alcanzar la fertilidad, indica Izurieta.
La producción de cerámica en lo que hoy es Ecuador tiene profundas raíces históricas y uno de sus rasgos es su carácter hereditario en las zonas rurales. Sin embargo se empieza a romper esa cadena, debido a procesos socioeconómicos y culturales, resume Lena Sjöman en su libro “Vasijas de barro, la cerámica popular en Ecuador”.
La cerámica era empleada por las culturas ancestrales para elaborar todo tipo de piezas.(foto)
En sitios de Santa Elena, Guayas y Manabí, sobrevive ese contacto con la tierra. Para Mariela Chávez, tallerista de cerámica y secretaria de Artebarro Meraki, la cerámica es una de las más hermosas y diversas formas del arte prehispánico. “Es una sensación mágica amasar y transformar el barro en una figura con las técnicas ancestrales de modelado”.
Son procesos que la agrupación revive a través de talleres y exposiciones. “El trabajo del artesano es tan lindo como esa conexión con la tierra, el agua, el aire y el fuego, mezcla de elementos que forman una pieza. Es una forma de valorar el arte de nuestros ancestros”.
En la cultura Valdivia, la elaboración de figuras de cerámica llegó a través de los contactos comerciales que sus pobladores mantenían con etnias centroamericanas, ya que fueron expertos navegantes. Una muestra de ese nexo es un vaso de jadeíta (variedad de jade) hallado en la costa de Ecuador que solo hay en Guatemala y China, comenta Izurieta.
Los vestigios hallados confirman que la cerámica de la Valdivia es la más antigua. Según su descubridor, Emilio Estrada y otros dos arqueólogos estadounidenses, pudo tener influencia de la cultura Jomon, de Japón, porque son similares.
“Se cree que esa civilización vino y enseñó a trabajar la cerámica a la cultura nómada Las Vegas (anterior a Valdivia). Otros investigadores descartan esa teoría”. (I)