Caso de Depardieu, la punta del iceberg del exilio fiscal
El caso del actor Gérard Depardieu, convertido en símbolo del exilio fiscal, trajo a primer plano esta semana en Francia el creciente flujo de millonarios hacia países vecinos para evadir el pago de impuestos.
Depardieu, célebre intérprete de Cyrano de Bergerac y Asterix y Obélix, ha estado en el centro de la polémica desde que el año pasado anunció su traslado a Néchin, un pueblo belga conocido como refugio de los ricos expatriados, y poco después amenazó con renunciar al pasaporte francés.
El debate subió de tono esta semana cuando el presidente ruso, Vladímir Putin, ofreció la ciudadanía al actor y éste se declaró encantado de recibirla.
La posición del artista de cambiar su residencia para evadir el pago de un impuesto del 75 por ciento a los ingresos superiores al millón de euros anuales, ha provocado indignación en diversos sectores por su falta de compromisos con el país.
A pesar de que el Consejo Constitucional vetó esa carga impositiva promovida por el gobierno, Depardieu dijo que no cambiará su decisión. El actor es uno de los mejor pagados en Francia y solo por Asterix y Obélix recibió dos millones de euros. Su caso fue el más mediatizado, pero -según un estudio parlamentario- cada año entre 700 y 800 personas eligen fijar domicilio en el extranjero para beneficiarse de las bajas cargas fiscales que existen en otros países.
Entre los ejemplos más conocidos de exilio fiscal en Bélgica figuran el de la familia Mulliez, propietaria de las afamadas cadenas Auchan y Decathlon, o el del empresario Bernard Arnault, dueño del imperio LVMH.