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Carnaval de Barranquilla se vivió en Quito

Carnaval de Barranquilla se vivió en Quito
22 de julio de 2011 - 10:56

Bailarines de la ciudad colombiana de Barranquilla trajeron este jueves toda la alegría de su Carnaval, uno de los más famosos del Caribe a capital donde sus habitantes recibieron atónitos y con aplausos los impresionantes movimientos de caderas de los danzantes.

Este espectáculo aterriza en Quito en el marco de diferentes eventos que se están realizando durante todo el año, porque este  2011 es la Capital latinoamericana de la cultura.

En poco más de una hora, los treinta bailarines y músicos, mostraron a los quiteños un resumen de lo que es el Carnaval en Barranquilla, donde dura varios días.

"Van a vivir el Carnaval en una noche", explicó la actual reina de esta festividad en Barranquilla, Andrea Jaramillo.

En el caso de esta ciudad, la festividad gira en torno del Dios de la burla y la locura, Momo, así como de Joselito, un hombre que se pasa todo el día de juerga, por lo que al final del Carnaval muere de tanto jolgorio y es sepultado por las viudas alegres.

La actuación, como manda la tradición, empezó con el pregón de la reina, quien ordenó que "Ecuador y Colombia estrechen más sus lazos".

Después mujeres con una colorida minifalda con volantes y hombres con trajes azules y dorados y una máscara de elefante saltaron en el escenario.

La actuación se realizó en la plaza del Teatro, una de las más emblemáticas de la ciudad, donde espectadores y curiosos miraban atentamente los movimientos imposibles de estos bailarines, que agitaban sus cuerpos al ritmo de dos maracas, dos "djembes", un tipo de tambor africano que se toca con las manos, y los vocalistas, que sus cantos parecían un instrumento más.

Luego pasaron a una canción tradicional de guerra del Congo, pero que en la letra se reclamaba a los libertadores colombianos "Bolívar, Córdoba, Nariño, Santander, que desde pequeños aprendieron a su tierra defender".

Todo el espectáculo fue un reclamo de las raíces y la esencia de los colombianos, pues la bandera de ese país apareció varias veces en el escenario y sus colores se podían ver a menudo en los vestidos e incluso en unos cinturones que vistieron los bailarines.

La mismísima Colombia subió al escenario, un hombre vestido con un traje inspirado en el siglo XVII, con un corsé dorado y en los volantes de la falda resplandecían el amarillo, azul y rojo, los colores de la bandera.

Como en cada Carnaval, no faltó "el desfile de las flores", donde la reina y otras mujeres van subidas encima de una carroza, pero en esta ocasión se subieron en los hombros de los hombres, mientras saludaban al público.

Para Jaramillo, el Carnaval está repleto de "tradición, cultura y raíces" de la ciudad.

"Está influenciado por los españoles, por los africanos, por los indígenas y nos muestra de dónde venimos y también hacia dónde va nuestra cultura, porque la alegría de los barranquilleros hacen del Carnaval un show sin igual en el mundo", dijo Jaramillo.

Precisamente, eso fue todo el espectáculo, un reclamo de las propias raíces, sobre todo, la africana, pues abundaron los sonidos tribales y las percusiones de ese país.

Trajes inspirados en los de los flamencos españoles, otros de tradición africana e indígena vistieron a los bailarines, que en cada canción se adornaban para la ocasión.

Mientras tanto, bajo el escenario en el público unos miraban atónito el espectáculo, sin pestañear, otros movían su cuerpo tímidamente al ritmo del compás y los colombianos destacaban entre la multitud porque bailaban eufóricos.

Entre las canciones más aplaudidas estuvieron la cumbia, género típico de Colombia, "la Pollera Colorá" y "Mapalé", también de ese país pero con toques muy africanos.

En esta última canción, tanto los hombres como mujeres menearon sus caderas y mostraron las raíces de los sensuales movimientos de la famosa cantante Shakira, también de Barranquilla.

Al final apareció Joselito, con un par de copas de más y, como era de suponer, murió y provocó el llanto de la reina.

Jaramillo resaltó que vinieron al país "para compartir toda la alegría del Carnaval" con los quiteños, quienes miraron asombrados los impresionantes vestidos, los espectaculares bailes, rieron con los toques de humor de la actuación y, sobre todo, aplaudieron mucho a los artistas.

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