Calderón Chico quería que su biblioteca no se separara
Poco más de 3 semanas después del fallecimiento del historiador, escritor y periodista guayaquileño Carlos Calderón Chico, ha concluido el trabajo de inventario de su biblioteca.
En estos días se digitaliza la información, dice su hijo, Carlos Calderón Castro, luego de que durante 17 días una docena de estudiantes universitarios contratados para hacer el trabajo levantara la información en un listado.
Los más de 27.000 libros que conforman la biblioteca podrían ser donados al Ministerio de Patrimonio, para que estén a disposición de la comunidad investigadora.
Así lo dijo Angelo Calderón, hijo del desaparecido historiador, a través de un comunicado en el que destacaba el homenaje a su padre realizado por el Ministerio, junto con el de Cultura y la Gobernación del Guayas, el pasado viernes, en el Centro Cultural Libertador Simón Bolívar.
El comunicado indica, además, que en el acto, la ministra de Patrimonio, María Belén Moncayo, expresó que su cartera “brindará apoyo a la Biblioteca Carlos Calderón Chico para así conservar su legado”.
La donación depende, sobre todo, de que el lugar al que estén destinados los libros sea apto para su plena conservación. “Mi padre siempre dio apertura para que los investigadores fueran a su casa a consultar. Pero muchos son antiguos y por eso no permitía que los fotocopiaran, porque se podían destrozar”, dice Carlos Calderón.
Hay otros materiales además de libros, como un archivo de audio con entrevistas, rama en la que destacó Calderón Chico. La mayor parte fue publicada, algunas en el suplemento Matapalo de El Telégrafo en los 80.
Pero también hay grabaciones con entrevistas inéditas. Calderón Castro no adelanta el nombre de ninguno de los personajes con los que su padre habla en esos archivos, porque aún la información no está en una base de datos que permita revelarla con precisión, pero sí, dice, se trata de políticos y escritores, tanto ecuatorianos como del resto de Latinoamérica, en entrevistas que nunca fueron publicadas.
Calderón Castro dice que su padre quería que la biblioteca “nunca se separara de ninguna forma”.