Café Tacuba: más que “rolas”, mucha conciencia política
El grupo mexicano Café Tacuba se pasea por el mundo cantando sus rolas y denunciando las violaciones que se cometen contra la democracia, sobre todo en su país. Los tacubos, como los llaman sus seguidores, arribaron a Ecuador para cantar en el Festival Carolina, que se desarrolla por las fiestas de fundación de la ciudad de Quito.
El grupo mexicano, junto a Israel Brito, Papaya Dada, Papá Changó y Viviana González fueron los encargados de abrir el primer día del festival que estuvo matizado por la llovizna y las dificultades para ingresar a la feria. El problema radicó en que solo se abrió una puerta para el acceso, lo que provocó filas que daban vuelta el escenario, que tiene capacidad aproximadamente para 50.000 personas, según el Municipio.
Pero la llovizna no fue problema para los asistentes ni para los cuatro integrantes de Café Tacuba, que salieron a las 22:45. Rubén Albarrán, vocalista de la agrupación, después de entonar la canción “El baile y el salón”, con la que abrió el repertorio, dijo que había que olvidar por un momento los problemas, el trabajo y disfrutar incluso de la llovizna que se ofrece en ese momento, lo que siempre resulta una bendición. “Esta lluvia se mezclará con el sudor del baile de esta noche, muchachones”, aseveró, voz en cuello, el cantante.
Los tacubos, desde sus primeras presentaciones en los años 80 se caracterizaron por esa mezcla de sonidos entre rock y folclore, pero además por sus mensajes, que tienen que ver con la identidad mexicana y latinoamericana. La noche del pasado martes no fue la excepción, y Albarrán, entre canción y canción, soltó con irreverencia unas cuantas palabras a aquellos que fungen de gobernantes y líderes políticos.
El vocalista, después de saludar a los movimientos estudiantiles “Yo soy 132” de México, dijo que su país tiene cierta experiencia en “asesinatos a la democracia”. “Nuestra experiencia allá en México es que la democracia les vale madres, acaba de ser asesinada una vez más, y asume el poder un papanatas (Enrique Peña Nieto), alguien que no fue electo por el pueblo”, dijo Albarrán, quien en sus 20 años de carrera ha adoptado más de diez seudónimos. El actual: Zopilote. “Estamos aprendiendo que la clase política, la clase gerencial no está para trabajar para el pueblo, está para servirse a sí misma. Seríamos bastante ingenuos en pensar que ellos están para trabajar por nosotros. Nosotros tenemos que ponernos en movimiento”, añadió, y enseguida empezó a cantar con furia “Chilanga Banda”, cuya letra sale de un poema lírico de Juan López Camacho que hace un uso excesivo del fonema /ch/. Según lingüistas, la reiteración del sonido le da doble sentido y en ella se interpreta la inconformidad de la sociedad mexicana contra el gobierno.
El vocalista también se refirió a los pueblos que se encuentran en procesos de resistencia, y que tienen encima la minería y la tala indiscriminada de bosques. “Queremos mandar un saludo a esos pueblos que enriquecen a las sociedades civiles con su conciencia y visión”, reiteró Albarrán, sin dejar de bailar en ningún momento, mientras entonaba, entre otras “Ingrata”, “El puñal y el corazón”, “No controles”, “Cero y uno”, “Esa noche”, “Las flores”, “Eres”, “De este lado del camino”, “Déjate caer”.
Según algunos asistentes, faltaron melodías como “Aviéntame” y “Nuestro Juramento” (de Julio Jaramillo, que interpretaron en 2004 para “Crónicas” de Sebastián Cordero), pero en general la presentación fue energizante.
El movimiento antitaurino de Quito, previo a la presentación del grupo mexicano, apareció en escena y solicitó a la audiencia, con la visible aprobación del vocalista, “no volver a votar por un político taurino, que ponga sus aficiones antes que sus responsabilidades”.
Antes de los tacubos, se presentó el grupo Papá Changó, que esa noche cumplía ocho años de creación. Uno de los integrantes pidió disculpas al público, pues unas horas antes se había roto una costilla, lo que no le permitía moverse con facilidad. Israel Brito y Viviana Cordero trajeron la nota romántica, mientras que Papaya Dada puso un poco de jazz en el ambiente.