Especial coronavirus
La cadena musical necesita público, por ahora usa la creatividad
Ceci Juno estaba por ir a presentar su música en South by Southwest (SXSW), uno de los festivales interdisciplinarios más importantes del mundo del arte. Mariela Condo estaba lista para la promoción del álbum Al Viento Volumen 1.
Camila Pérez empezaba a promocionar Souvenir, un disco que grabó y pensó durante mucho tiempo, en Barcelona. María Alejandra Cervantes, la Carmencita de Los Corrientes, estaba por grabar el video del primer sencillo que promocionaría en su proyecto paralelo, Carmencita y los Canallas; y Natalia Madrigal, de los Swing Original Monks, estaba lista para salir con su proyecto personal Madrigal, junto a la corriente del mar, donde reside.
Lo que había costado tiempo, esfuerzo, vencer el miedo e incluso la vergüenza de empezar algo nuevo hacia lo incierto, se detuvo por el estado de alarma, calamidad o catástrofe, como le han llamado en España, Guatemala, Chile y en otros países a la expansión del covid-19 que se inició en Asia.
En medio del dolor y la ausencia de empatía, reflejada en opiniones como “ya habrá tiempo para el arte”, los contenidos culturales han copado gran parte del tiempo de esta cuarentena.
El trabajo del arte busca otras opciones y formas de desarrollo, porque como dice Cervantes, más conocida como Carmencita, “al compartir lo que hacemos nos sentimos culpables por quienes están sufriendo, pero yo también consumo esto que no quiero compartir. Consumo cosas para que me saquen de la realidad, sentirme identificada con gente que está pasando igual que yo”.
“Cantar en público me hace dar cuenta del alcance de lo que estoy haciendo. Hace que las composiciones, grabaciones y todo lo que hago sea algo real, se siente lo compartido, más que lo que ocurre en lo digital”, dice Carmencita, quien este viernes 10 de abril de 2020, a las 20:00, hará su primer experimento de lanzar un concierto en vivo, como Carmen y Los Canallas.
Para intentarlo prepara algunas estrategias para sentir que la acompaña su banda, a pesar de que no podrán estar en vivo.
Para Madrigal, que tiene una especie de alter ego para cantar con los Swing Original Monks al que llama La Juana, “cantar en público es adictivo, la energía de la gente es muy poderosa y te quita cualquier dolor. Cuando estás ahí te haces una limpia”. Piensa que si bien hay que reinventarse y, por ahora, ver la posibilidad de seguir conectados con el público, también reconoce que hay que “reinventarse y ver la forma de llegar a la gente”.
La Juana, quien ha trabajado desde muy joven y ha encontrado formas de vivir cada vez con menos cosas, considera que si bien no quiere pensar demasiado en alternativas digitales por ahora, es consciente de que en algún punto, todo el sector debe comenzar a ver maneras de seguir generando ingresos. “En muchos países las marcas se han unido a los artistas, aquí no ha pasado nada de eso, sería bueno que suceda y si no, igual nosotros debemos buscar la forma de generarlos solos. Esto es nuevo para todos”, explica.
Ceci Juno, además de componer una canción sobre la emergencia, lanzó un manual con ideas para que los músicos trabajen desde casa. Ella lo usa aunque reconoce que a veces es difícil ser productivo en este contexto.
Cree que por el momento están “forzados a pensar más creativamente sobre las maneras en que producimos, en que distribuimos nuestra música y manejamos nuestra presencia online. Se están abriendo nuevos canales de interacción con los oyentes, lo que parecieran nuevas fuentes de trabajo, y nuevas nociones sobre una industria que de por sí ya era muy cambiante”.
Por ahora, si bien muchas de sus actividades se alteraron, dice que podrá adaptarse lo suficiente “como para presentar lo que tenía planificado, aunque no resulte según las ideas que tuve en mente desde un principio”.
Por su parte, Mariela Condo considera que “hoy más que nunca el canto vuelve a reafirmarse para mí como ese elemento importante y cotidiano que nos acompaña, y que ha acompañado a la historia de la humanidad y el caminar de los pueblos. Desde aquel momento antiguo en el que sintieron la necesidad de cantarle a la montaña, a la lluvia. Y también la íntima necesidad de deshilar las emociones de adentro”.
Cantar en línea ha sido todo un reto al que no se acostumbra ni le gusta, aunque parece -por ahora- la única alternativa. Reconoce por un lado, la crisis sanitaria que a su vez despertó muchas otras crisis, “como la evidente precariedad económica social en la que vivimos, la desigualdad, las trágicas consecuencias de seguir disminuyendo en la inversión, en salud y educación pública y de calidad. Encima, la discriminación de la que hemos sido objeto todos los artistas que nos ganamos el pan con nuestro trabajo”.
Por ahora, todo lo que se compone tiene “un poco de caos y paz”, como diría Carmencita. (I)