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“Cada vez siento a un grupo más avanzado”

“Cada vez siento a un grupo más avanzado”
14 de febrero de 2012 - 00:00

El pasado viernes en la iglesia “María madre de la Iglesia” su batuta condujo el XVII  Concierto de Temporada de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, con el  violinista ecuatoriano Felipe Luzuriaga como solista. Para Davit Harutyunyan  fue una ocasión especial porque este conjunto es el proyecto de su vida.

¿Cómo ha sido la vida dedicado a la música, de todo tipo?

Tengo 46 años, 42 dedicado a la música y fueron tiempos duros. Nací en la Unión Soviética, pasé 2 años por su ejército, estudié en sus mejores conservatorios y fui testigo de la caída del inmenso país. Llegué a Ecuador, encontré cosas profesionales difíciles de superar, pero luego de 10 años el resultado está en el escenario.

¿Cuántos años dirigió en su país?

Cumplo 19 años como director titular, sin interrupción y dirigiendo más de 20 años. Empecé como director asistente del Teatro Nacional de Ópera, asistente de mi profesor, quien era el director titular de la Ópera Nacional de Armenia. Conducía óperas, luego decidí que quería ser director sinfónico, necesitaba el aire escénico para no estar en la fosa. Aunque a mis 46 años estoy soñando  volver a ese  espectáculo.

¿Cómo fueron los estudios?

Once años en el colegio especial de música de P. I. Tchaikovsky, 5 años de una maestría, 3 años para otra maestría y 2 años para el doctorado como compositor. Aprendí composición en el Conservatorio Estatal de Yerevan, desde el inicio con mi grandioso profesor, rector del conservatorio, Lázaros Sarian -de los 14 a los 25 años-, quien fue alumno y asistente de Dimitri Shostakovich,  y también estudié la dirección orquestal con otro importante director,  Aram Katanyan, alumno de Constantine Saradjian, quien estudió con Arthur Nikisch, a su vez alumno de Richard Wagner.

¿La composición vino de antes?

Mucho antes. A los 12 o 13 años tocaba en el piano cosas no tan importantes y mi padre me escuchó, me preguntó si era mío, dije que sí y me pidió ponerlo en la hoja pautada. Lo hice y sin decirme una palabra lo llevó a un  profesor de composición, preguntó si servía, y le dijo tráemelo. A los 18 años y desde que entré al conservatorio escribía para las orquestas porque me gustaba, después de un año de monitorear mi desarrollo, mi profesor me dijo que me veía como compositor sinfónico y me aconsejó que como todos los compositores importantes que escribían la música sinfónica estaban dirigiendo, en su rol de director del conservatorio, me daría la oportunidad de estudiar paralelamente  la dirección orquestal y él eligió cual de los 5 profesores debía enseñarme.

¿Cuándo llegó a Guayaquil?

La sinfónica local estuvo sin director titular un tiempo, se abrió un concurso en el que participé y supongo que por suerte lo gané. Nunca pensé en estar aquí tantos años, creí que después de un año iba a regresar a Armenia... porque había tantas cosas que estaban poniendo una coma en mi labor con la sinfónica.
Y estoy orgulloso porque la Sinfónica es muy importante para la historia  cultural del Ecuador y yo soy cómplice de esto, entonces  puedo decir que la orquesta es el proyecto más importante de mi vida. Cada vez que me paro al frente de ella siento un logro, algo más desarrollado.

¿Cómo era la orquesta que encontró hace 10 años?

Tenía alrededor de cuarenta y cinco integrantes y realizaba entre  9 y 11 conciertos al año con programas no muy significativos, fáciles, y no tenía repertorio. Por eso desde las entrevistas que me hicieron al llegar dije que mi meta era convertir a la Sinfónica de Guayaquil en una orquesta de repertorio. Hemos revisado la biblioteca y sabemos que la orquesta ha tocado más de cien oberturas. Antes, sacar al escenario  una sinfonía de Brahms tardaba 3 semanas, ahora solo 3 días.

¿Cómo la describiría ahora?

Cada vez el nivel para  entrar debe ser más alto y es hermoso que los músicos que entren superen esa dificultad. Entran músicos preparados, colegas ecuatorianos fueron al extranjero y regresaron, muchos extranjeros se nacionalizaron. Quienes empezaron conmigo siguen y acumularon gran experiencia y gran repertorio, y se convirtieron en tutores y profesores.

¿Cambiará la orquesta en el Sistema Nacional de Cultura?

Nací en un país, la Unión Soviética, donde solo había este sistema. Estoy completamente  acostumbrado y sé manejarlo. No creo que haya nada que amenace a la sinfónica ni al desarrollo cultural. 
No importa el orden, porque aún se pueden hacer ajustes. Tenemos muy buenas relaciones con el Estado y un vínculo muy cercano con el Ministerio de Cultura del Ecuador,  lo que permite adelantar procesos y avanzar con algunos proyectos ya propuestos como el trabajo y la grabación de música nacional: las sinfonías de Gerardo Guevara, y la séptima sinfonía y el Ballet Aborígen de Humberto Salgado.

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