Biblioteca premiada se alzó de los escombros tras el terremoto de 7,8
Rut Román y Esteban Ponce acababan de dejar un trabajo estable como docentes en la Universidad de las Artes para irse a vivir a Don Juan, un pueblo pesquero del cantón Jama, en Manabí, cuando su casa cayó por el terremoto del 16 de abril de 2016.
En uno de esos días de devastación, Rut, agobiada por lo que pasaba, decidió tomar un día para, junto con Alexandra Cuzme, leerles historias a los niños del pueblo.
Cargó a su burro, Domingo Faustino Sarmiento, con libros que llevaron por la playa, y al toque de una campana, los niños llegaron para pasar una tarde al calor de la literatura.
Así empezó lo que en noviembre de 2016 se convertiría en la fundación A Mano Manaba, premiado en enero con el Literacy Awards, premio de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, la más grande del mundo.
A Mano Manaba es un centro cultural que ofrece a la comunidad de Don Juan cursos que van desde talleres de arte, fotografía, literatura y teatro, hasta clases de carpintería y defensa personal, estas últimas orientadas en especial hacia las niñas y mujeres.
Es que el centro tiene el interés transversal de combatir la violencia de género, un mal arraigado en la sociedad ecuatoriana, y poco discutido en los sectores rurales.
Esteban y Rut ven a las niñas de entre 9 y 12 años como el motor de cambio de la sociedad. Y por eso “hay que empoderarlas para que cambien las dinámicas de la comunidad”, dice Rut acerca de las clases de taekwondo que ofrece el centro.
“A través de las niñas es posible cambiar la realidad”, dice Aarón Navia, actor de teatro y televisión que dirigió un taller teatral en enero como voluntario.
Buena parte del trabajo funciona gracias a los voluntarios que llegan a dar clases, prestar ayuda administrativa o a donar libros y otros tipos de recursos.
Así, A Mano Manaba ha construido una biblioteca con unos 4.000 libros, lo que ha propiciado verdaderos acontecimientos para la comunidad, como cuando una niña de 9 años “terminó su primera novela y pidió otra de la misma autora”, dice Esteban.
Rut cuenta que a veces los voluntarios trabajan a cambio de techo y comida mientras realizan investigaciones en Don Juan, que abarcan estudios desde la naturaleza, pasando por la literatura, hasta comportamientos electorales.
Esto es significativo para el centro, pues una de las razones que llevaron a estos dos PhD a dejar la estabilidad de la academia era saber que, en poblaciones como esta, todo está por hacerse, lo que permite cambios reales que en las ciudades son mucho más difíciles. “En el campo ocurre lo importante”, sostiene Esteban.
Esta es la primera vez que un proyecto ecuatoriano aparece enlistado en los Literacy Awards. La fundación recibió una mención en la categoría Programas de Alfabetización Multigeneracional, que también recibieron un proyecto de Minnesota y otro de Ruanda. (I)