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Beto Zamarbide hará un recital por primera vez en Ecuador

Beto Zamarbide hará un recital por primera vez en Ecuador
Foto: Cortesía
22 de noviembre de 2019 - 00:00 - Luis Fonseca Leon

Estuvo cuando había dictadura militar en Argentina; estuvo en la transición a la democracia y sobrevivió a las crisis que −como en otros países del continente− se llaman cíclicas. Es decir, que se repiten cada diez años. Alberto “Beto” Zamarbide le puso su voz a “Destrucción”, el himno de V8 que −al ser el equivalente pesado del tango “Cambalache”− fue el humo sobre el agua de varias generaciones. El humo que exhala un motor.

Estuvo para actualizar el sentir de una juventud perdida entre la represión y la guerra. Luego, en Logos, compuso “Como relámpago en la oscuridad”, para seguir inspirando. Recibió homenajes, le hicieron versiones...

“Éramos una banda de chicos de 20 años (1979), que en plena dictadura salió a dar un mensaje punky, antisistema, aunque ya hacíamos rock duro, de corte social y autocrítico”, recuerda.

Norberto “Pappo” Napolitano (1950-2005) los “apadrinó” porque sus Riff también eran censurados. Aunque menos pesado musicalmente, coincidieron en el combate que le hacían a la suerte de primavera democrática que les vendieron.

“Se pasó de una dictadura nazi-militar a una era (1983) en que no se quería hablar de las torturas ni muertes que se dieron entre mediados de la década del setenta e inicios de los ochenta”. Por eso, en el B. A. Rock de 1982 les gritó a los hippies su desencanto y formaron sus “Brigadas metálicas”, una canción que habla de protesta. No de paz.

Viajó a Miami en 1997 y ahí está, al otro lado del teléfono, para responder esta entrevista antes de su primera presentación en Ecuador mañana. Pero ya conocía Cuenca, Guayaquil y Quito, adonde había llegado para dar clínicas de música, junto con personajes como los bateristas Chester Thompson, Marco Minnemann o Álvaro López, en 2012.

Beto Zamarbide hace vinos porque su padre, de origen vasco, era enólogo. Como barítono integró el coro de cámara de Manzana de las Luces, en Buenos Aires.

Fabricó las guitarras que usaron Osvaldo Civile (V8, Horcas) y Miguel Roldán (V8, Logos), junto con un centenar de instrumentos porque fue lutier. Ya en EE.UU. estudió producción musical luego de trabajar como migrante, es decir, en muchas cosas.

“Las adicciones te tocan individualmente”, recuerda sobre el tránsito entre la grabación de los discos Luchando por el metal (1983) y Un paso más en la batalla (1984). “Veía las drogas como un vehículo que me permitía ciertas búsquedas, pero después se tornó en una nave incontrolable, ¿viste?”.

Es que toda escoba barre bien al principio, sonríe el cantante. Dice haber salido de un caos personal de “forma no religiosa sino introspectiva, con la ayuda del creador del Universo que, a veces, aparece cuando uno toca fondo”.

El fin de los inicuos (1986) habla del giro en los mensajes de V8, escritos por el bajista Ricardo Iorio (V8, Hermética, Almafuerte) que luego de disolver la “banda madre del heavy metal argentino” tomó como base al espiritismo.

Zamarbide, en cambio, sigue explicando que “la religión no es un vehículo hacia Dios sino hacia la automatización del ser humano: repetir oraciones, mantras que traen confusión y no buscan la raíz de nuestra existencia”.

El artista, aclara, se contrapone a una “salida religiosa” aunque lo hayan señalado como religioso desde hace décadas. “Desde el año 1985 que no consumo drogas; busco una alternativa como ser humano”, insiste.

Hay curas aparentes, que tienen efectos secundarios, como el dolor. Y sobre eso canta Zamarbide, que ha llegado el país para interpretar temas de V8 y Logos de forma excepcional, pues ya dejó de hacerlo. Ahora Primal, su banda en Miami, compone en inglés. Ha hecho una versión de “Cautivos del sistema” (Primal, 2016) que suena potente y actualizada.

Sobre la relación de los grupos evangelistas con la extrema derecha en Hispanoamérica, Alberto Zamarbide dice que no le extraña que estén repitiendo la historia del siglo XX, “con coletazos hacia fórmulas del pasado que dieron un resultado nefasto”.

“(Jair) Bolsonaro es un barrabrava; junto con él está Vox, en España, y la extrema derecha acá, en Estados Unidos. Ahí ya no ves a Dios, sino a la religión. Es cómo actúa y actuó en el nazismo”. (I)

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