Bajo la luz, los vestuarios de los drags se encienden
El vestuario drag no es solo telas brillantes con lentejuelas y plumas de pavo real desbordadas. Es la razón de la existencia de esta expresión artística que se esconde por la presión social y que se libera bajo las luces del teatro. El terciopelo rojo alargado y la chalina amarillenta posan sobre un maniquí junto a otros vestuarios en la Casa de la Fundación Teatro Sucre. Es la exposición que concentra arte y liberación sin prejuicios. “El arte drag empezó después de la segunda guerra mundial, cuando los soldados se pintaban la cara para divertir a sus compañeros representando el lado femenino”, comenta Javier Sánchez, del grupo Dionisios Teatro.
Drag, que significa transformación, y queen, reina, es la transformación masculina hacia lo femenino, y en la cual la ropa es seleccionada con mucha intención y profunda sensibilidad andrógina. Primero el rostro, en donde se han fusionado estilos como el geisha japonés, que alarga los ojos almendrados, el lunar en la mejilla y la boca muy cargada de rojo, referencia de la belle epoque en París. Sánchez comenta que el estilo de Dionisios es la escarcha esparcida en ojos y boca, lo que da un toque de fantasía. Destaca la diferencia entre el travesti y el drag, una subcultura teatral.
Por su parte, exageración y escenario han inspirado a Daniel Moreno a desarrollar la habilidad de coser y hacer todas sus telas para el escenario. El fucsia de una falda está hecho para llamar la atención de la gente. Moreno explica que en el teatro regular se piensa que los personajes son inalcanzables; pero en el teatro drag se intenta un contacto directo con el público, que pueda mirar y tocar el vestuario extravagante. “Mientras más colorido es un vestuario, es más alegre su caracterización”. Por eso Moreno no escatima en ponerle más lentejuelas, pintarle de un color más chillón o hacer más flecos. Los colores “dramáticos” hacen que el plateado se funda con el rojo para expresar soledad, y el brillante amarillo da la sensación de mucho glamour.
“Todo eso tiene mucho que ver con el artista”, asegura. Moreno, que también coordina un taller de costura en Dionisios para que otras personas aporten con esta expresión, explica que esta ropa en el Ecuador es escasa y que por tal motivo, además de reciclar telas y reconstruir viejos vestuarios, en sus viajes a otros países han adquirido antifaces, plumas de pavo real o telas afelpadas. “Hay países que tiene más tradición en el espectáculo, por ejemplo en Trujillo (Perú) es más fácil conseguir los zapatos con los tacones altísimos, muchas tecnocumbieras lo hacen ahí”, dice Moreno sobre este elemento que complica el caminar, pero que es símbolo de la movida drag.
Moreno indica que sobre todo el vestuario se funde con elementos ecuatorianos como la Pacha Mama, telas de colores indígenas y sus bordados para construir imágenes con un sabor local. Incluso un cucurucho drag, con un traje tendiendo más al fucsia, es la unión de estos motivos: lo religioso y lo profano.
En las obras de Dionisios, si una mujer se disfraza de hombre se denomina Drag King, para aumentar sus cualidades masculinas, y para eso se requiere de una profunda observación. Esa es la parte que potencia y le da vida al vestuario, de lo contrario serían ornamentos.