Autoras ecuatorianas destacan la escritura con riesgos
“Es la recepción la que ha cambiado, no la calidad de la escritura de mujeres”, fue lo que respondió Mónica Ojeda a la primera pregunta que le hicieron el lunes en el foro en que compartió escenario con otra autora guayaquileña, María Fernanda Ampuero.
De visita en la ciudad por las fiestas de fin de año, ambas fueron invitadas por Palabra Lab para participar en el programa “Nunca leí a”, a propósito del éxito que han cosechado sus recientes publicaciones.
Ampuero viene de ganar el premio MadWomenFest y el Joaquín Gallegos Lara (que entrega el Municipio de Quito) por su libro de cuentos Pelea de gallos, mientras que la última novela de Ojeda, Mandíbula, fue recibida en España como su confirmación luego de la brutal Nefando.
El impacto de estas escritoras en el ámbito iberoamericano se refleja en la inclusión de sus libros en dos listas de medios con peso regional. Seleccionado por Jordi Carrión, Pelea de gallos aparece entre los 10 mejores libros de 2018 en el New York Times en español.
Ojeda, por su parte, ocupa un lugar entre los 50 libros del año según diario El País, de España.
Pese al éxito, las autoras se mantienen centradas. La pregunta inicial hablaba de un nuevo boom latinoamericano, esta vez protagonizado por mujeres, idea a la que Ojeda califica más bien de “intención del periodismo cultural de hacer exotismo con escritoras latinoamericanas”, pues en los sesenta —señaló— escritoras como Ida Vitale no tenían nada que envidiarle en calidad a la literatura de García Márquez, José Donoso o Vargas Llosa.
“Creo que sería injusto decir que somos una novedad histórica. Sería pisotear el recuerdo de otras mujeres sin las cuales no hubiéramos podido escribir”, agregó Ampuero, quien cerró un poco más la geografía y pidió recordar la obra de Alicia Yánez Cossío, ganadora del premio Sor Juana Inés de la Cruz en México, pues el trabajo que la autora de Bruna, soroche y los tíos inició hace décadas contribuyó a que “ahora tengamos visibilidad, a pesar del Ministerio de Cultura”, remató.
Ojeda y Ampuero viven en España, lo que fue abordado de dos formas distintas en el foro, a propósito de su condición de migrantes y de su identidad geográfica.
Interrogadas a propósito de su ecuatorianidad, Ojeda explicó que se siente más parte de una región que de un país y que prefiere, al igual que Ampuero, llamarse costeña o tropical.
Se detuvo para reflexionar sobre la literatura latinoamericana, que es algo “que no se ve en el descubrimiento del hielo o en el indigenismo literario, sino en el sincretismo”.
Como autoras publicadas en editoriales independientes, celebran el hecho de que sus editores sean personas que asumen riesgos.
Ampuero envió a Juan Casamayor, de Páginas de Espuma, el manuscrito de Pelea de gallos con miedo de que le pidieran cortar partes, pero no fue el caso.
Sus historias fueron apoyadas como estaban, algo que habría sido difícil si lo hubiera enviado a “una editorial grande toda montada para vender libros”.
Más que un negocio, “ellos lo que están haciendo es construir un proyecto literario”, dijo Ojeda en relación a Paco Robles y Olga Martínez, de Candaya, editorial catalana que ha publicado sus dos últimas novelas. En ese sentido, hablaron de las “novelas correctas”, que no toman riesgos y que están pensadas en función de un canon. Ojeda señaló que “el mayor crimen de las novelas correctas es que nos han hecho olvidar que la literatura es una experiencia”. (I)
Sus obras
Cartón Piedra
Ampuero y Ojeda escriben con regularidad en el suplemento cultural de EL TELÉGRAFO, que circula todos los viernes con este diario. Sus columnas se denominan “Primera línea” y “El tentáculo”, respectivamente.
3 Ediciones tiene Pelea de gallos, el libro de cuentos de Ampuero. Por su parte, Mandíbula, la novela de Ojeda, va por la segunda.
Nunca leí a...
El foro entre las escritoras fue organizado como parte de este programa que impulsa Palabra Lab.