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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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Artesanos de La Pila son protectores de un legado arqueológico

Cristóbal Pilozo, ceramista de La Pila, durante su labor de restaurador en el Fondo Arqueológico del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo.
Cristóbal Pilozo, ceramista de La Pila, durante su labor de restaurador en el Fondo Arqueológico del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo.
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Los artesanos Cristóbal Pilozo (55 años) y Daniel Mezones (53) no registran títulos universitarios vinculados con arqueología o artes plásticas, pero tienen lo que se denomina “vena artística” y los conocimientos adquiridos a lo largo de la vida.

Ellos elaboran en cerámica réplicas de las figuras que realizaban las culturas prehispánicas de la Costa y restauran las originales, como parte de su trabajo en el Fondo Arqueológico del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC).

Esa habilidad la heredaron de sus antepasados de la parroquia manabita La Pila, situada en el cantón Montecristi, cuyos ceramistas poco a poco se desvinculan de esta actividad ligada a la ancestralidad, para buscar otras “más rentables”.

Desde niños, estos dos hijos de La Pila aprendieron a amasar el barro y a moldearlo con formas similares a las concebidas por la cultura Manteño-Huancavilca, entre otras, hasta su proceso final en los hornos. Figuras antropomorfas, ollas y cuencos fueron algunas de las primeras piezas que desarrollaron.

De un concurso, al museo  
Cristóbal estableció una relación cercana con el arqueólogo e historiador danés-ecuatoriano Olaf Holm (1915-1996), al ganar el primer lugar de un concurso de nacimiento navideño de cerámica, a mediados de los 80. “Jamás pensé ganar. El premio fue de 12.000 sucres”.


Daniel Mezones, también originario de esa parroquia manabita, labora como curador de la reserva.

Holm era director del Museo Antropológico del Banco Central (antes ubicado en las calles 9 de Octubre y Antepara) y llegó hasta La Pila para invitar a los ceramistas a participar en el evento.

“Yo le pedí que me ayudara porque necesitaba trabajar”, recuerda Cristóbal. La elaboración de figuras de cerámica que desde los 12 realizaba no representaba suficientes ganancias, debido a los bajos costos que pagaban por las esculturas.

“Le expliqué a don Olaf que sabía hacer cerámica. No sabía muy bien la restauración, pero ya estaba inmerso en ese campo porque en La Pila también se realiza ese proceso de forma similar a la que hacemos actualmente”. Fue así como llegó al Museo del Banco Central, que desde hace 15 años pasó a denominarse MAAC y hoy está ubicado en el Malecón 2000.

Desde entonces han transcurrido 31 años y en la reserva arqueológica de la institución, Cristóbal labora como restaurador de piezas de cerámica originales de todas las culturas antiguas de la Costa.

Dentro de su labor desarrolla diversas actividades en las que se involucra toda el área. “Una de esas es el avalúo técnico de cada objeto y montaje de exposiciones”.

Como anécdota Cristóbal recuerda que en una ocasión llegaron al museo tres fundas con partes de la cultura Manteño-Huancavilca. “Jamás pensamos que en cada una habían 250 fragmentos que formarían tres grandes platos. Yo creía que iban a quedar incompletos. Armarlos nos tomó dos meses”.

Revista lo indujo al oficio  
Daniel es otro de los ceramistas de La Pila que con sus conocimientos llegó al Fondo Arqueológico del MAAC. Con su compañero Cristóbal se conocieron peloteando por las calles de la parroquia y moldeando el barro en hermosas figuras precolombinas.

Daniel empezó en el oficio a los 13 años. Un día se encontró una revista con una publicación de un objeto arqueológico y empezó a imitarlo con el barro.


Algunas de las piezas originales de las culturas prehispánicas con las que trabajan los dos artesanos.

Su trabajo comenzó a destacar entre los amigos con quienes practicaba formas en el barro y se dedicó a hacer parte de los trabajos que le solicitaban hasta que le llegó una oportunidad laboral.

“En el museo de Manta había una colección del Municipio que estaba en comodato con el Ministerio, la cual necesitaba una restauración porque había sufrido daños en una estación lluviosa fuerte”.

Lo invitaron a participar en la unión de fragmentos y toda la reconstrucción completa de los objetos y se quedó laborando durante dos años hasta que pasó al museo de Bahía de Caráquez.

Desde hace 15 años está en el MAAC donde es técnico curador. Su especialidad es la elaboración de réplicas de piezas arqueológicas, aunque también le toca hacer montaje de piezas y atender las solicitudes de los investigadores que llegan.

Daniel comenta que comenzó a elaborar piezas de 10 a 20 cm de altura. Ahora las hace de hasta dos metros de longitud. Entre risas recuerda lo que le pasó en sus inicios con una figura de la cultura Jama-Coaque.

“La primera vez que intenté realizar una estatuilla grande, de 80 cm, yo no sabía que había que hacerla poco a poco. Quería terminarla en un día y medio y por la parte de abajo todavía estaba húmeda. Al culminar se me derrumbó toda. Por eso es importante tener conocimiento”.

Talleres para difundir  
La experiencia como ceramistas en La Pila y la capacitación recibida les ha servido a Cristóbal y a Daniel para reafirmar sus habilidades y conocimientos. Ellos, a su vez, imparten talleres de modelado en barro con técnicas ancestrales para preservar ese conocimiento.

Sus alumnos son niños y adultos que se nutren de sus enseñanzas. La satisfacción de ambos artesanos es la conformación de Artebarro Meraki, una agrupación de señoras que nació de esos talleres y que se dedican a la elaboración de piezas de cerámica con técnicas originales de las culturas prehispánicas.

Así, desde la reserva arqueológica del MAAC, ellos siguen cultivando el legado de las antiguas generaciones de La Pila para mantener viva la memoria de un pasado lleno de historia. (I)

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