Arte para contrarrestar discursos hegemónicos
En el marco de la I Bienal de Artes LGBTI, surge la propuesta irreverente y contestataria de Damián Pérez Núñez, un artista plástico y escultor quiteño, cuyo trabajo irrumpe en la concepción tradicional de un arte estéticamente “aceptable”.
¿Cómo se produce su acercamiento al arte?
Desde muy pequeño mis primeros juguetes fueron el barro y la plastilina. Uno de mis tíos era alfarero, entonces, tomaba el adobe y jugaba a formar figuras. Fue así como mis padres se dieron cuenta de que tenía esa inclinación por el arte y empezaron a fomentar esa pasión obsequiándome materiales moldeables, juguetes y elementos que se vinculaban con la escultura y la pintura. En la adolescencia tuve la oportunidad de participar en cursos de arte que impartía el Banco Central del Ecuador y, de esta manera, empecé a dibujar con mayor frecuencia. Sin embargo, siempre me llamó más la atención la tridimensionalidad de la materia. Desde que estuve en la escuela gané varios concursos de dibujo y pintura y, luego de identificarme plenamente con el arte, decidí entrar a la Facultad de Artes de la Universidad Central para perfeccionar mi técnica y factura.
¿Qué elementos de su entorno influyeron en lo que sería su obra?
Las venas abiertas de América Latina fue uno de los libros que marcó mi vida. Eduardo Galeano, autor de este texto, se convirtió en un mentor de mi obra. Gracias a estas lecturas me volví una persona crítica del sistema. Galeano logró dejar abierta esa vena, de la que habla en su texto, y me incentivó a trabajar sobre la desigualdad social y el discurso expansionista de países del primer mundo.
Esa obra fue, además, una de las espinas que me hizo reflexionar sobre los discursos de la religión, aspecto que irrumpió fuertemente en mi formación. En la parte artística tuve influencia de Salvador Dalí, Pablo Picasso y el trabajo de Ron Mueck, escultor del hiperrealismo, quienes ayudaron a configurar mi obra plástica.
¿Por qué la religión se convierte en un eje central de su trabajo?
Por ser el hijo mayor, yo estuve predestinado al sacerdocio dentro de la iglesia católica. Mis abuelos presionaron para que mi educación sea direccionada a la formación religiosa. Debido a tal insistencia y a la predisposición familiar, mi acercamiento a la iglesia se produjo, efectivamente, pero a través de mi vocación como misionero. Fue así que durante algunos años pertenecí al grupo Juventud Eucarística Reparadora. Esta experiencia personal fue trascendental al momento de construir un discurso artístico y plasmarlo en mis obras.
¿Cómo definiría estéticamente su propuesta artística?
Mi obra es considerada como arte pop, pues estética y visualmente, tiene formas y figuras con un tinte un poco futurista. Pero también, se basa en la figura del superhéroe. Esto, ya que pasé la mayor parte de mi infancia observando a quienes se convirtieron en mis ídolos, como Mazinger Z o los personajes que aparecían en Star Wars. Ellos marcaron gran parte de lo que ahora es mi obra plástica.
Una obra con un tinte irreverente...
Mi trabajo siempre fue un tanto polémico, irreverente y contestatario, porque maneja un discurso político de protesta. Podría definirlo como una muestra transgresora, pues siempre estoy trabajando a la par del contexto político mundial. Busco denunciar el dogma, no solo de la iglesia, sino de otras instituciones. Al estar cerca de la religión, identifiqué el doble discurso con que el que se manejan, muy distinto a los “propósitos” que pretenden transmitir.
¿Se podría decir que su trabajo tiene relación con el arte queer?
Es preciso aclarar que lo queer es un término que apenas si ha logrado estructurarse como concepto; incluso, a nivel nacional, recién se están abriendo espacios de debate. Ejemplo de ello fue el Primer Coloquio Queer realizado en Flacso, el año pasado. Entonces, no se ha logrado llegar a una definición que abarque las necesidades de la comunidad. Considero que aún es demasiado amplio, pero si tuviera que delimitar o categorizar mi obra, podría decir que sí tiene rasgos que la identifican con el arte queer.
¿Cómo surge la propuesta de participar en la Bienal de Artes LGBTI?
La idea del evento surgió hace un par de años. Siempre tuve en mente crear un evento de esta magnitud, en el que confluyan diversas expresiones artísticas, pero, por cuestión de espacio y financiamiento, no había podido ser visibilizada. Mi idea fue integrar a los sectores minoritarios de la sociedad como son los afrodescendientes, los indígenas, los de la tercera edad, las culturas urbanas y todos los sectores que socialmente han sido marginados. Lamentablemente, este proyecto, en su momento, no tuvo la apertura ni el espacio que requería.
Acudí a diversas instituciones públicas y privadas, pero las negativas fueron una constante. Fue ahí que conocí a León Sierra Páez, actual Director Ejecutivo Adjunto de la Corporación Kimirina, y se interesó en el proyecto que venía trabajando hace algún tiempo, pero que no podía materializarse. Luego de varias reuniones llegamos al acuerdo de que sea Kimirina la que absorbiera el proyecto, siempre y cuando trabajemos conjuntamente. Es así como nace la propuesta de la Bienal, de la cual soy miembro y promotor. Es el primer megaproyecto de artes LGBTI que se da en la capital y en el país. Esto contribuye a abrir puertas de discusión y genera procesos inclusivos e integradores para la comunidad LGBTI.
¿Cómo esta propuesta se ancla a la producción artística nacional?
Actualmente, existe una diversidad de expresiones artísticas de diverso género. Hay, por ejemplo, un arte indígena, un arte rocker y otros más. Sin embargo, considero que no existe un arte LGBTI como tal que pueda visibilizarse en el país. En este sentido, nació mi preocupación por abrir este tipo de espacios que integren a todas las expresiones artísticas.
Años atrás tuve la oportunidad de ver en el Salón de Julio un cuadro en el que San Martín le daba un beso a Simón Bolívar, la obra causó una polémica enorme. Hasta la fecha, esa ha sido de las pocas obras LGBTI que he visto en una exposición de esa magnitud. En cuanto al arte LGBTI, tengo poco conocimiento sobre exposiciones y producción de este tipo. Deben existir, no lo dudo, pero aún falta mucho trabajo para que se abran más espacios que enfoquen este tipo de arte.
¿Considera que existen políticas de inclusión hacia la comunidad LGBTI en este campo?
Hace falta un mayor impulso por parte de las entidades públicas. Si bien es cierto que se ha logrado posicionar el trabajo de algunos movimientos que luchan por los derechos y la visualización de la comunidad LGBTI, no existe aún una política real en torno a la producción cultural.
¿Como artista y miembro de la comunidad LGBTI, ha tenido la apertura necesaria para exponer su obra a nivel nacional?
La totalidad de mis exposiciones ha sido colectiva, debido a que esas muestras exhiben una diversidad de propuestas y obras con la misma temática. Hasta la fecha, no he tenido la oportunidad de exponer mi obra de manera individual. Se han generado controversias alrededor de mi trabajo debido a su temática, situación que ha repercutido al momento de buscar espacios para exponer mi trabajo.
El miedo y la incomodidad han provocado el rechazo a mi factura por el mismo hecho de no ser considerada estéticamente aceptable, aun cuando posee una estructura conceptual válida. Mi intención no es volverme comercial, sino más bien, generar pensamiento y debate social. Ese es mi objetivo.
¿Cuál es la temática de su muestra “Ángeles y demonios”?
El hilo conductor de esta muestra es visibilizar las miradas de la sociedad hacia la comunidad LGBTI como ángeles o como demonios. Es decir, fusiono el discurso religioso y las posturas con respecto del “otro” o de los “otros” que históricamente han generado la discriminación y el rechazo, como lo explica Bolívar Echeverría en la propuesta teórica que aborda los procesos de mestizaje y blanqueamiento en el territorio. La muestra consta de ocho piezas, que abarcan esculturas, pinturas y una instalación; todas ellas bajo el discurso de la alteridad y el dogma.
¿Se plantea en un futuro la posibilidad de realizar una segunda Bienal y que llegue a tener presencia en otras ciudades del país?
La propuesta aún está en construcción, como ya lo ha dicho León Sierra en entrevista a algunos medios de comunicación. Este primer encuentro será la oportunidad para medir la acogida y la respuesta del público asistente en torno a los diversos eventos organizados en este marco. Dependerá, entonces, de la respuesta que tenga la Bienal para que se realice cada dos años, como se suelen realizar el resto de bienales en el país.
¿Qué es el arte para usted?
El arte es un estilo de vida, muy complicado y complejo, porque si no se tienen lo recursos necesarios para producir y exponer la obra, el trabajo queda solo para el artista y no cumpliría su cometido de ser socialmente visibilizado.
DATOS
Damián Pérez Núñez realizó sus estudios en la Facultad de Artes, Escuela de Artes Plásticas, Universidad Central del Ecuador. Licenciatura en Artes Plásticas, mención Escultura Cerámica (2007).
Estudios de Posgrado, Diplomado Superior en Estudios del Arte (2007-2008).
Participante del proyecto Mural Guagua Quinde, Chiriyacu, Patronato San José, Municipio de Quito, 2012.
Mentalizador y uno de los directores conjuntamente con la corporación Kimirina, del proyecto Bienal de Artes LGBTI Contranatura 2013
Expositor en la IV Bienal Nacional de Escultura, San Antonio de Ibarra, 2012.