El arte inclusivo construye una sociedad justa
El jazz y el swing envolvieron la coreografía de Katherine Riasko, quien pudo manejar los ritmos en su baile con el balón. Similar destreza demostraron Tatiana Torres con el aro y Joceline Olalla en su dinámica con la cinta.
Para estas tres potenciales estrellas, la danza les ha permitido demostrar sus capacidades y para sus instructores ha sido la oportunidad para certificar que el arte, como estrategia para la educación inclusiva está dejando ver sus frutos.
Esta percepción figuró en el evento El arte me incluye, un programa del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), que se desarrolló la mañana del pasado martes, en la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas.
Tatiana Torres (con Síndrome de Down) es una de las artistas que en su número con el aro demostró total destreza y un baile acompasado.
Ocho organizaciones, entre fundaciones y casas de acogida, presentaron manualidades y espectáculos de danza y música ejecutados por personas con y sin discapacidad.
Parte de las obras se pudieron apreciar en la antesala del Teatro José Martínez Queirolo, donde algunos artistas pintaron y dibujaron distintas creaciones.
Mientras que en el auditorio, varios grupos presentaron danzas andinas, capoeira y diversas coreografías como la del clásico musical Grease.
Joceline Olalla se destacó con su coreografía pulida, porque mantuvo un despliegue rítmico con la cinta. Repitió las venias por los reiterados aplausos.
Cada número artístico fue el resultado del esfuerzo que docentes aplicaron bajo una metodología planteada hace un año, en mesas de trabajo con técnicos del MIES.
Amanda Arboleda, directora distrital de la Zonal 8, lo corroboró al mencionar las reuniones que tuvieron con los centros cooperantes para unificar y revisar la pedagogía inclusiva con proyectos de arte.
“Estuve trabajando los temas artísticos con personas con discapacidad y tuvimos números muy pulidos este año, mucho más trabajados, muy bien preparados y desarrollados”, dijo la dirigente respecto a la evolución de este programa que va por su segunda edición.
Miguel Méndez, un joven con autismo que participó en una coreografía de capoeira, fue uno de los que logró sincronizarse con sus compañeros en un número inclusivo preparado por su maestro Óscar Macías, docente de la Fundación sin barreras (Funsiba).
“La manera en que adaptamos la coreografía, primero, es mediante la parte física, el desarrollo de la coordinación y los pequeños pasos escénicos, pero lo que más me ayuda a captar la capoeira en la vida de ellos es la musicalidad”, explica el artista, quien aplica la terapia de arte a personas adultas y adultos mayores con impedimentos de rango severo.
Macías cuenta que para trabajar con Miguel se debió adaptar su discapacidad a la danza, actividad que le atrajo e incentivó a controlar su carácter y su parte cognitiva.
“Para mí, la discapacidad realmente no existe, lo que hay es la incapacidad de ver de nosotros que todos podemos hacer algo, solo que algunos requieren de mayor paciencia”, opinó el maestro.
Los agradecimientos destacaron en la voz de César Villacís, de Fundación Desarrolla Arte, quien recordó que antes la discapacidad reclamaba espacios en la sociedad y ahora lo hace en el campo artístico.
“De ahora en adelante hay que verlos como seres potencialmente increíbles, capaces de desarrollar cosas que nadie, en un momento determinado, visualizó, pero hoy sí hemos sido capaces de hacerlo”, sugirió. (I)