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Pavel Egüez, pintor y muralista

Pavel Égüez: "Ningún ciudadano debería ser apolítico"

Pavel Égüez: "Ningún ciudadano debería ser apolítico"
Foto: Andes
26 de abril de 2018 - 00:00 - ANDES

Un entorno de exquisito gusto, con pinturas de colores intensos, de rostros de recia expresividad, colgados en paredes blancas que denotan el dolor de la humanidad, recibe al visitante el Centro Cultural Casa Egüez, creado por el reconocido pintor, dibujante y muralista ecuatoriano Pavel Egüez.

En entrevista con la agencia Andes, Egüez describe cómo el artista y el arte juegan en conjunto para descubrir y describir los hechos invisibilizados por la sociedad. Recalca su cercanía con los principios de la izquierda: memoria, protección del planeta, migración.

¿El artista debe ser apolítico?

Ningún ciudadano debería ser apolítico y un artista es un ciudadano que debería ejercer a plenitud sus derechos. No, necesariamente, el arte y sus obras estarán inspirados en la política, pero sí su actividad humana. Un artista tiene que estar con ese faro iluminado en buscar la equidad, sostener un planeta que sea protegido, principios que son de carácter universal.

¿Qué cosas le preocupan del mundo? ¿Cómo las plasma en sus trabajos?

Mi interés, desde que comencé en la pintura, está vinculado con el ser humano fundamentalmente con las inquietudes sociales de América Latina, de reconocernos en un país donde existían enormes inequidades. Un ejemplo de ello es el mundo indígena, Me pregunto: ¿cómo podemos estar ajenos a la incorporación de este mundo en la vida social, política y cultural del país? Mi obra siempre estuvo inspirada por esas motivaciones sociales y por una militancia, desde muy joven con la izquierda ecuatoriana.

¿Qué temas ha plasmado de Ecuador?

Ecuador, de alguna manera, está implícito en mis obras, nuestra cultura tiene que ser una voz universal, desde ahí la preocupación por el país está en muchas de mis obras, especialmente en la obra pública con temas como de los derechos humanos como (el mural) “El grito de la Memoria”, dictaduras militares, etcétera.

¿En Casa Egüez se exponen trabajos sobre temáticas sociales?

La Casa Egüez tiene un año de vida; inauguramos el lugar con una exposición permanente relacionada con una situación que espanta a la humanidad: las migraciones, que hoy se han vuelto muy violentas. No podemos aceptar que miles de migrantes que huyen de las guerras tengan que naufragar en el Mediterráneo.  

Su obra Travesías y Naufragios habla de un gran cementerio...

Esta obra habla de una tragedia, de un gran cementerio, de una deshumanización de las grandes potencias que puedan saber que un barco lleno de 500 migrantes está pidiendo auxilio. Es una tragedia donde  realmente naufraga nuestra posibilidad de seres humanos; no son las víctimas, es nuestra condición humana la que está naufragando.    

¿Qué realidad retrata el mural Grito de la Memoria?

La memoria tiene que ser un instrumento de cambio social, porque sin ella vamos a cometer errores terribles como sociedad. El mural, como un hecho simbólico que está en el espacio público, es un recordatorio. No podemos olvidar la tragedia que ocurrió en el país desde la época del gobierno del expresidente Febres Cordero, y de esa partidocracia que destruyó al país. Esa memoria tiene que estar de alguna manera vigente, y lo que tenemos que hacer en el futuro es superar estos hechos y no volver al pasado, superar significa recordar.

¿La humanidad va camino a la extinción?

Terriblemente, porque estamos comprobando que a las potencias no les interesa la preservación de la especie humana y que agotan los recursos del planeta, es trágico ver que esta deshumanización por el consumo puede terminar en el fin de una especie. La responsabilidad la tienen los más poderosos que no firman acuerdos, que no quieren comprometerse y destruyen toda posibilidad de que vivamos en una convivencia global que pueda cambiar esta problemática, así como mantener la paz en el mundo. Ese 1% que concentra la mayor cantidad de riqueza es el más irresponsable con el planeta.

¿El arte debe tener profundidad e inteligencia?

La cultura es un trabajo de inteligencia donde está la memoria, está lo que somos, está lo que queremos ser. Es decir, el arte no puede ser un hecho explosivo sin la presencia de la inteligencia, además es una de las profesiones inagotables que no se acaban, que no se puede profesionalizar, nadie puede graduar en ninguna universidad del mundo a un artista, ya que son parte de las actividades que requiere en la vida entera.

¿El efecto comercial es destructivo para el arte?

Absolutamente, las modas están marcadas por este efecto que destruye el sentido y esencia del arte. El mercado del arte no puede suplantar la creatividad de los artistas, no puede imponer formas que no sean las propias del quehacer y de la creatividad. Cuando el mercado nos vende estos globos de ensayo, el arte se transforma en cualquier cosa donde no está presente la inteligencia ni la preparación.

¿El arte es un acto de libertad?

Es un acto de libertad creativa, pero las sociedades a veces no muestran toda la libertad y la diversidad de los artistas, sobre todo en un país como Ecuador que es muy rico culturalmente, que tiene una tradición milenaria de culturas propias que habitaron el país. Esto está escondido porque se ha impuesto una moda de que los museos y las entidades oficiales solo les interesa la corriente que está dictada por las grandes metrópolis. Tenemos aún una mentalidad colonizada donde no vemos lo propio y admiramos mucho las cosas que vienen de afuera.

¿La cultura es un sinónimo de paz?

Tiene que ser. La humanidad solamente a través de la cultura entenderá que la mayor actividad que debemos dedicar es a la construcción de la paz y esta se la elabora de forma cotidiana, entre todas las relaciones humanas y personales. Tenemos que luchar para que cambien estas formas de inequidad que son las que producen violencia y ruptura de la paz.

¿Si tuviera que pintar al Ecuador este momento, cómo lo plasmaría?

Creo que está, como lo decía el gran escritor ecuatoriano, Agustín Cueva, entre la ira y la esperanza. Por ahí empezaría a pintar a mi país, porque lo que necesitamos es ese sentimiento de ira y esperanza. (I) 

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