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Ecuador, 25 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Arqueólogos hallan casa de 3.000 años en Pastaza

Pastaza y Quito.- Arqueólogos franceses y ecuatorianos descubrieron en la Amazonía los restos de una casa construida hace unos 3.000 años, la más antigua de la región amazónica, según dijo el arqueólogo Stéphen Rostain, director de la investigación. “Hemos encontrado los huecos de poste y fogones y un poquito de vestigios de cerámica y piedras”, dijo Rostain al apuntar que lo que hallaron fueron “las huellas de la casa más antigua de la Amazonía en Ecuador”, cerca de Puyo, en la provincia de Pastaza.

Rostain explicó que encontraron el sitio hace dos años y abrieron el campo en julio pasado cuando cavaron un metro de profundidad y abrieron unos noventa metros cuadrados de diámetro.

El descubrimiento “es  nuevo”, aseguró el experto al comentar que, cuando hicieron las prospecciones hace dos años, hallaron un fogón en un corte de un camino. “Los fogones construidos con piedras son generalmente muy antiguos, del (período) Formativo (1.800 a 500 a.C.). Sacamos unas muestras que nos remitieron a una fecha de 3.000 años, y este año hemos abierto y encontrado todas las huellas de postes y un poco de material, con lo que hemos podido reconstruir (en planos) cómo era la casa”, dijo.

En una gráfica, el experto mostró puntos negros que dijo correspondían a huecos de poste. “Reconectando eso, tenemos una casa ovalada, parecida a las casas actuales, pero esa casa tiene 3.000 años. Es la casa más antigua de toda la Amazonía (...), más antigua que las que conocemos en Brasil”, aseguró.

El “descubrimiento mayor” -dijo- fue hallar que quienes construyeron la casa pusieron como poste el tronco de un árbol al revés, que se encuentra hundido en la capa freática: “Eso economiza el trabajo humano, no hay que tallar el tronco, se pone directamente y así el árbol no crece nuevamente en el suelo”.

Las huellas encontradas ubican una casa ovalada, de 17 metros de largo por once de ancho. “Está un poco construida como la casa actual de los achuar y los quichua”, y la mayor diferencia es el fogón hecho con piedra, señaló el director del proyecto, que comentó que dieron el nombre de Pambay a la cultura de la zona por el río cercano.

Entre otras cosas, la organización del III Encuentro Internacional de Arqueología Amazónica, que se desarrolla esta semana en Quito, no le ha permitido avanzar más en el estudio de datos vinculados con el hallazgo: “Ahora sabemos cómo más o menos era la casa de los habitantes de hace 3.000 años”.

“Viendo las plantas que comían vamos a conocer su dieta; con la cerámica, vamos a conocer su arte, por el tipo de lugar donde levantaron la casa, conoceremos la relación que tenían con el medio ambiente”, dijo. El arqueólogo, que comenzó a hacer excavaciones hace más de 15 años en Ecuador, dice sentirse "feliz" por el descubrimiento y asegura que “tocar algo que no fue tocado durante 3.000 años siempre es un placer”. “Somos niños grandes, buscadores de tesoros”, comentó entre risas quien ha sugerido la creación de un museo en la zona al dueño del terreno donde se hizo el hallazgo.

Rostain dice que aún hay mucho por descubrir de la Amazonía, donde hay sabanas, pantanos, montañas y una gran biodiversidad. “Son siete millones de kilómetros cuadrados, es decir el tamaño de Estados Unidos o de Europa”, ejemplificó. “En Europa digamos que hay 30 idiomas y diez familias lingüísticas. En la Amazonía, en el mismo territorio, actualmente tenemos 200 idiomas y ochenta familias lingüísticas”, comentó al agregar, por otro lado, que en cuanto a su traslado, los indígenas eran “caminadores”.

Según él, no se sabe mucho de la red de caminos que había por la Amazonía y lamentó que a ésta se le vea aún como un “mundo salvaje” donde ahora la densidad de la población es de 0,5 habitantes por kilómetro cuadrado, pero había lugares “con 10, 15, 20 habitantes por kilómetro cuadrado; hasta 100 en la costa de las Guyanas”, indicó.

“Hablo de una Amazonía muy poblada, todos interconectados pero con idiomas diferentes. Era como la red de la web, pero con humanos”, señaló Rostain, que recuerda que, cuando comenzó hace 35 años a operar en la Amazonía había “menos de 10” arqueólogos trabajando en los siete millones de kilómetros cuadrados. Ahora son cientos en este “continente verde”, apuntó.

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