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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Argentina llora la muerte de Sábato

"Se ha ido un faro de la ética", resumió el ministro de Cultura de la ciudad de Buenos Aires, Hernán Lombardi, quien consideró que éste es un buen momento para reivindicar la obra del autor del "El Túnel" y "Sobre Héroes y Tumbas", entre otras.

Sábato es "esa clase de personajes que valen la pena mirar, aprender y encontrar refugio, aunque discrepes en algunas cosas", destacó en declaraciones a la prensa.

El reconocido escritor murió en la madrugada de hoy en su casa de Santos Lugares, a las afueras de Buenos Aires, donde permanecía recluido desde hacía años a raíz de sus problemas de salud.

Elvira González Fraga, la mujer que le acompañaba desde que Sábato enviudó, en 1998, dijo que en los últimos días una fuerte bronquitis terminó de complicar su delicado estado de salud.

Debido a su ceguera, el autor se había visto obligado en los últimos años a abandonar la lectura y la escritura, y a llenar su tiempo con la pintura y otras aficiones que practicaba en su vivienda.

Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980, consideró que el escritor "tuvo una vida muy fructífera y muy participativa en los problemas sociales y humanitarios".

"Aportó mucho al país y a la humanidad con su responsabilidad social, cultural y política", señaló al aludir a su rol de presidente en 1984 de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep).

Este grupo redactó el informe "Nunca más", una obra clave que relató los horrores de la última dictadura militar argentina (1976-1983).

La dirigente política y escritora Graciela Fernández Meijide, quien integró la Conadep, destacó "el coraje y la ética" del galardonado con el Premio Cervantes en 1984.

"Ernesto era muy detallista. Quería que las cosas se hicieran muy bien y tenía mucha conciencia de la responsabilidad. Se enojaba con mucha facilidad", recordó.

El ensayista Abel Posse, con quien el fallecido escritor fundó la revista Crisis, subrayó la condición de "pensador que quiso dar solución a los problemas más complejos del mundo" de Ernesto Sábato, lo mismo que su "pasión por el tango y lo porteño".

"Intentó ser un escritor total. Tuvo el deseo de crear una gran novela argentina, como lo fue Sobre Héroes y Tumbas. Animó la vida literaria y tuvo una apertura muy libre a los dos pensamientos de la época, el liberalismo y el marxismo", consideró.

Desde España, su amigo y colega Mario Muchnik recordó que conoció a Sábato a los 14 años y admitió que con el tiempo le llamó la atención que "la mayoría lo elogiaba en abstracto, sin saber por qué".

"Él fue mi universidad -continuó-. Me enseñó el escepticismo. No creía en nada. Me acuerdo que en una ocasión llegó una persona a una reunión en la que estábamos y comentó que estaba lloviendo, a lo que Sábato preguntó: ¿cómo lo sabe usted?".

Los organizadores de la Feria del Libro de Buenos Aires, que comenzó la semana pasada, tenían previsto realizar mañana, domingo, un homenaje a Ernesto Sábato, quien el próximo 24 de junio cumpliría 100 años.

Hace unos días, su hijo, el director de cine Mario Sábato, anunció a Efe que proyecta abrir un museo en la casa de Santos Lugares para cumplir un sueño de su padre.

La residencia "va a ser restaurada íntegramente para que puedan exhibirse los objetos de mi padre", aseguró Mario, quien el año pasado estrenó una película sobre la vida de quien en 2007 fuera propuesto como candidato al Nobel de Literatura.

Sábato será velado hoy en el club Defensores de Santos Lugares, como era su deseo.

Ernesto Sábato nació en la localidad bonaerense de Rojas el 24 de junio de 1911 y siempre ha reconocido que "el arte" le salvó del suicidio.

La fama internacional le llegó en 1961 con la novela "Sobre héroes y tumbas", y su consagración en 1974 con "Abaddón el exterminador", que fue premiada en Francia.

Esas dos obras completaron una trilogía junto a su primera novela "El túnel" (1948), que, desvalorizada en su día en Argentina, "maravilló" al novelista francés Albert Camus.

Entre los numerosos premios que recibió también figuran el Menéndez Pelayo (1997) y el Gabriela Mistral (1983), otorgado por la Organización de Estados Americanos (OEA).

Pero uno de los reconocimientos más emotivos de su vida le llegó en 2004, cuando fue homenajeado con reiteradas ovaciones durante el III Congreso de la Lengua que fue organizado en la ciudad argentina de Rosario.

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