¡Felices saturnales!
Los seres humanos habitamos en un universo con una amalgama inconmensurable de creencias, de modo que erigirnos como paladines de la verdad y apelar a datos científicos o a la biblia para convencer a otros de que nuestras creencias deben ser también las de ellos es un acto de soberbia.
En Ecuador, la intolerancia a religiones ajenas al catolicismo o cristianismo es una constante, por eso ser ateo o agnóstico, aun en este siglo, es un anatema.
Pero veamos cómo está Ecuador en materia de credos. El 91,95% de las personas en Ecuador pertenece a alguna religión; el 7,94% se considera atea y el 0,11% agnóstica. La presente encuesta fue realizada por el INEC en 5 ciudades (sector urbano) en agosto de 2012.
La religión que más se profesa en Ecuador es la cristiana católica con un 80,44%; seguida de la cristiana evangélica, con 11,3%, y otras religiones, con 8,25%.
En el año 2005, Umberto Eco (1932-2016), filósofo, escritor y ateo confeso, manifestó durante la parafernalia navideña de la época que si bien él fue criado como católico, había decidido abandonar la iglesia. También agregó: “Tengo un profundo respeto por las tradiciones cristianas, que a pesar de ser un ritual, tienen más sentido que las alternativas del mercado de comprar y regalar”.
¿Leyeron? Umberto Eco, uno de los semiólogos más conspicuos de la época, apóstata declarado, veía con agrado las tradiciones cristianas y lo dijo en las vísperas de una navidad, pero además criticó la falta de prolijidad ese año para elaborar belenes (nacimientos).
El mundo occidental se apresta a celebrar la navidad y algunas personas han de preguntarse: ¿por qué gran parte de los ateos y los agnósticos celebran esta fecha?
El número de respuestas debe ir en proporción al número de agnósticos o de ateos que existen, sin embargo, uno de los motivos más poderosos es que nadie nace ateo, tampoco creyente, de manera que el 25 de diciembre, al margen de lo que se celebre, es una fecha imbricada de anécdotas de ese niño que un día fuimos. Siguiendo esa lógica, los devenidos en padres, apóstatas o no, desean continuar con la tradición.
¿Pero cuál es el origen de la navidad?
La celebración de la navidad se remonta a la Saturnalia, festividades romanas que se celebraban en honor al dios Saturno. La fiesta se hacía en el Templo de Saturno y el Foro Romano, en donde los asistentes participaban de banquetes, festejos e intercambio de regalos.
Esta celebración introducida alrededor del 217 aC tenía como objetivo elevar la moral de los ciudadanos romanos después de la derrota militar sufrida ante los cartagineses en el lago Trasimen.
Parte de la tradición era decorar las casas con plantas y encender velas para celebrar la nueva venida de la luz. Esta festividad devino en lo que ahora es navidad, cada 25 de diciembre, con el aditamento religioso: el nacimiento de jesús.
Actualmente, los agnósticos de la comunidad anglosajona celebran la "Newtonmas", una fiesta en honor al científico inglés Isaac Newton, que nació el 25 de diciembre -de 1642-, y de la que incluso se habló en la serie de televisión The Big Bang Theory.
Seamos pues, entonces, respetuosos con los que celebran la navidad y con los que no lo hacen, y desterremos, al menos por estos días, la egolatría religiosa y la pedantería intelectual. ¡Felices fiestas!
