El cuento se publicó por primera vez en el libro Ciudad Lejana (1982), que fue finalista del premio Casa de las Américas
Angelote, amor mío, en edición ilustrada
Hay textos literarios —relatos, cuentos, novelas— que permanecen en la memoria de sus lectores, grabados con el fuego de las sensaciones que provocaron en sus primeras lecturas y que dejan cenizas que pueden suscitar otras, a futuro. Las letras suelen ser como rieles y sus autores, creadores de mundos autónomos, que cambian entorno a esas rieles al ritmo de interpretaciones.
En la estación habrá lluvia si el conductor del tren es Javier Vásconez (Quito, 1946). El camino lo trazó en 1982, el año de publicación del cuento ‘Angelote, amor mío’ cuyo recorrido rompió la niebla, sin duda, pero con el estruendo de una polémica, la que teje, según la crítica francesa Emmanuelle Sinardet, su “narración atrevida, insolente y feroz”, ese tren impetuoso que “provocó a una sociedad en la que la homosexualidad todavía estaba penalizada y sancionada y donde el retorno a la democracia solo remontaba al año 1979, por abarcar una serie de temas tabú: la homosexualidad, la pornografía, el aborto o la pedofilia”. Una provocación en medio del perenne invierno de Quito y que Vásconez solo esquiva, cada tanto, con un sombrero, ni más ni menos, o, mejor, lo atrapa sin dejar de echar leña al fuego y el recorrido sigue y se renueva.
Editorial Doble Rostro presenta —mañana, a las 19:30, en el cine Ochoymedio— una versión remozada del Angelote, como abrevian —abrevan— sus lectores, quienes se han mojado con la lluvia de Vásconez desde hace 3 generaciones.
El cuento se extrajo de Ciudad lejana, el primer libro del escritor quiteño, y reaparece en una edición ilustrada por Ana Fernández, cuyo prólogo estuvo a cargo del poeta, ensayista y traductor español Luis Antonio de Villena, quien escribió sobre el Angelote —quien se llama, en familia, Jacinto—: “es un señorito calavera, un pervertido en un sociedad clerical, un homosexual que busca chicos en los cines sórdidos...”.
El tránsito que propone Vásconez pasa por entre las piernas de su personaje sin que por eso la lluvia deje de caer sobre los viajeros, un acto de magia que De Villena ha descrito como “lírico, un relato donde la acumulación de la prosa y sus tropos lo vuelve cercano a la poesía. Aunque el relato tuvo problemas en Cuba no los hubiera tenido en manos (es un decir) de Lezama Lima. Porque ‘Angelote, Amor mío’ —narración sin narración, relato por evocación— es una pequeña joya de la gran tradición, tan nuestra, del Barroco hispánico...”.
Las próximas estaciones que Javier Vásconez ya ha señalado en el mapa son: el libro Novelas a la sombra —un tomo que contendrá sus 4 nouvelles: Jardín Capelo, El Secreto, El retorno de las moscas y La otra muerte del doctor— que publicará Fondo de Cultura Económica; y su nueva novela, Hoteles del silencio, Pre-textos a inicios de 2016. (I)