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El Telégrafo
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Toda Academia de la lengua, quiera o no hacerlo, cumple una función normativa

Toda Academia de la lengua, quiera o no hacerlo, cumple una función normativa
El Telégrafo
06 de enero de 2021 - 17:52 - Redacción Cultura

Valeria Guzmán Pérez es poeta, traductora y lexicógrafa. Estudió la Licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánica en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la maestría en Lingüística Hispánica en la Universidad Nacional Autónoma de México y el Máster en Lexicografía en la Real Academia Española y la Universidad de León. 

Actualmente trabaja para la Academia Mexicana de la Lengua en la elaboración de la segunda edición del Diccionario de mexicanismos y para la Academia Ecuatoriana de la Lengua en la elaboración del Diccionario Académico del Habla del Ecuador. Ha impartido diversos cursos y seminarios a nivel universitario como especialista en diccionarios y gramáticas antiguas, así como lingüística para psicoanalistas. 

La Casa de la Cultura Ecuatoriana publicó su libro Efusiva penitente en 2010. Obtuvo el Premio Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en 2009 con su poemario Constelada y en 2010 con su ensayo Por puro gusto lexicográfico. En 2018 fue acreedora de los Fondos concursables del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador por su poemario Piel verbal. Y obtuvo el Premio Nacional de Poesía Tijuana en 2019 en México con su libro Ofidias.

En este 2021 está por sacar a la luz Animalemas, su primer libro de poesía para niños, cuya edición será electrónica, interactiva y de libre descarga. Además, este año tiene como meta dos proyectos sobre literatura escrita por mujeres en el Ecuador: 1) Mujeres al oído, audicuentos de narradoras ecuatorianas; y 2) La miel de los aljibes, veinte conversatorios con poetas ecuatorianas, además de la publicación seriada de los poemas de estas autoras en New York Poetry Review que derivará en una antología al final de año. 

Como lexicógrafa de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, Valeria habló con El Telégrafo de la institución que la cobija, 
la segunda Academia americana en fundarse, en el año de 1874, miembro de la Asociación de Academias de la Lengua Española. "El fin de la Academia es científico y literario, trabaja “en” y “por” el idioma y los hablantes del español de Ecuador", manifiesta. Aquí, la entrevista.

 


Vimos su ponencia en la mesa de diccionarios de la última FIL-QUITO. ¿Se quedó mucho en el "tintero"? 

Primero quisiera agradecerte por la curiosidad y el interés que ha suscitado la mesa sobre diccionarios en la FILQUITO. Uno pensaría que una mesa sobre diccionarios puede resultar poco atractiva; sin embargo, fue una de las más vistas en la feria. Había al menos sesenta espectadores en la sala en el momento de la presentación y, luego, tuvo más de dos mil reproducciones en las páginas de Facebook que pude seguir; no obstante, se compartió innumerables veces.

Eso me alegra muchísimo porque quiere decir que las personas están ávidas por tener conocimiento de qué están haciendo las instituciones de su país respecto de la lengua.

En la feria lo decía y aquí lo repito, creo que es un momento no solo propicio, sino muy interesante para la lexicografía ecuatoriana. Por un lado, están todas las ediciones y reediciones de obras lexicográficas que ha emprendido el Centro de Publicaciones de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (la tercera edición del Diccionario del uso correcto del español en el Ecuador de Susana Cordero; la edición electrónica del Diccionario del español ecuatoriano de Fernando Miño-Garcés; y la primera edición del Diccionario de ecuatorianismos con citas de Elking Araujo) las cuales celebro mucho.

Y, por otro lado, esa hermosa reedición de lujo que publicó la Universidad San Francisco de Quito de El habla del Ecuador. Diccionario de ecuatorianismos de Carlos Joaquín Córdova. Dentro de este panorama alentador, la Academia Ecuatoriana de la Lengua está trabajando en el Diccionario académico del habla del Ecuador. Así que no puedo más que sentirme exultante y esperanzada.


El primer corpus de la Real Academia Española de la Lengua (el CREA) fue puesto a servicio del público en el año 2000. La AEL presenta su Corpha en 2019. ¿Por qué ha tardado todo ese tiempo la AEL en construir su propio corpus?

 

El Corpus del Habla del Ecuador (Corpha) empezó a construirse en 2015. El Corpha es público y gratuito, contiene aproximadamente unos diez millones de palabras distribuidas en 3500 documentos entre obras literarias, periódicos, revistas y miscelánea. Puede consultarse a través de corpha.ec. Las Academias americanas empezaron a fundarse a finales del siglo XIX, la RAE se fundó a inicios del siglo XVIII. Por lo tanto, no me parece tardanza lo que hemos hecho durante los últimos cinco años.

Simplemente creo que cada proyecto institucional tiene su tiempo y eso corresponde únicamente a un conjunto de circunstancias que posibilitan llevar a cabo un proyecto en específico. Del mismo modo, hay que tomar en cuenta que este proyecto lo emprendimos desde cero, con un presupuesto muy limitado y que se trata de un trabajo de alto costo.

El Corpha es una de las grandes contribuciones de la Academia Ecuatoriana, no solo para Ecuador, sino para el panorama dialectal de América Latina y del español en general.

El Corpha contiene obras de Joaquín Gallegos Lara, José de la Cuadra, Alfredo Pareja Diezcanseco, pasando por Jorge Velasco Mackenzie, Iván Carvajal, Adolfo Macías, a Carla Badillo, María Auxiliadora Balladares, Daniela Alcívar, Santiago Vizcaíno, y un largo etcétera. A partir del corpus se puede realizar consultas puntuales de palabras. Lo puedes consultar por entretenimiento, ciertamente.

Busquemos, por ejemplo, la palabra “chuma”, que aparece ocho veces en seis documentos. Puedes hasta construir una cronología entre el primer documento de nuestro corpus y el último. “Chuma” aparece en Huasipungo de Jorge Icaza entre los documentos registrados en Corpha y, finalmente, en un artículo de El Comercio del año 2012.

Hasta donde tengo conocimiento, probablemente somos la única Academia, aparte de la Academia Española, que cuenta con un corpus de este tipo. Nuestro corpus tiene tanto un uso interno (institucional), nosotros lo usamos para extraer los ejemplos para nuestro Diccionario académico del habla del Ecuador (DAHE), como un uso externo, es decir, puede servir a estudiantes de humanidades para realizar diversos tipos de investigación.

Si bien es cierto que se puede investigar léxico, también se puede estudiar morfología, sintaxis (podrías buscar diferentes conjugaciones del verbo dar+ gerundio), etc. Y estoy pensando únicamente en lengua, pero seguramente sociólogos, historiadores, etc. podrían hacer también investigación a partir de este corpus. 

¿Qué servicios lingüísticos ofrece la AEL?

 

La AEL siempre ha tenido activo el servicio de consultas. Es decir, pueden llamarnos, escribirnos vía Facebook, Twitter o correo electrónico, y nosotros contestaremos sus dudas lingüísiticas. Hemos recibido consultas de lo más diversas. Recuerdo, por ejemplo, una pregunta sobre el uso del “ño” en lugar del “no”, de la “d” como abreviatura de “días”, dudas ortográficas sobre signos de interrogación y admiración junto a puntos suspensivos y sus alcances pragmáticos, etc.

Además, estamos trabajando en el Diccionario académico del habla del Ecuador. Estamos en la letra I y hemos definido unos cuatro mil ecuatorianismos, cada uno de ellos lleva un ejemplo. La mayoría de ejemplos proceden de nuestro Corpha (de obras literarias, revistas, periódicos), además incluimos ejemplos de tesis hechas en Ecuador, de Twitter de usuarios ecuatorianos y, en caso de no hallar ejemplo escrito, pero que alguno de los académicos reconozca el uso de un ecuatorianismo, creamos el ejemplo ad hoc.

Hemos impartido clases. En 2019 impartimos clases de latín. Del mismo modo, entre noviembre y diciembre del 2020, uno de nuestros académicos, Gonzalo Ortiz, impartió clases de redacción, gratuitas, vía Zoom.

El corpus es otro de nuestros servicios, como ya he comentado, está abierto al público para consulta y para generar investigación tanto lingüística como en humanidades.

Además, constantemente organizamos diversos eventos en torno a la lengua. Antes de la pandemia, por ejemplo, organizábamos al menos un par de eventos al mes. Han acontecido cosas memorables en nuestra casa. Hemos presentado charlas y conferencias sobre léxico de la moda, léxico de la política, léxico de los mercados, léxico del fútbol. Todos los años junto a la Embajada de España participamos en la organización de “Yo cuento”, un concurso literario para niños.

En alguna ocasión, organizamos un evento con varios miembros de la ACORTE para abordar el tema de la corrección y los correctores en el Ecuador. En otra ocasión, visitamos las iglesias del centro histórico guiados por nuestro académico Julio Pazos, quien nos explicó acerca de arte colonial.

Asimismo, estuvimos presentes en un debate sobre lenguaje inclusivo en la Universidad Central. La expresión “servicios lingüísticos” no me parece del todo precisa, creo que la AEL hace un enorme servicio a la cultura, en cuanto  acepta y promueve estudios y trabajos que manifiestan  la relación entre lengua y cultura, lengua y literatura, lengua y arte. Lo que hemos procurado con cada una de nuestras acciones es que el público se acerque a la lengua, a partir de todas las actividades que organizamos.

Sería una larga enumeración de eventos organizados en torno al tema de la lengua durante años. Como notarás, somos incansables, imparables: presentaciones de libros, homenajes, mesas redondas, conversatorios, debates, clases, concursos, excursiones, etc.

Y por supuesto que todos estos eventos son abiertos al público y gratuitos.

Además, muchos de ellos han quedado grabados en videos que pueden verse en nuestras redes sociales, a través de  Facebook: https://www.facebook.com/academiaecuatorianadelalengua; o en nuestro canal de YouTube: https://www.youtube.com/channel/UCP6MgBFU4Z9_t8lsq2eOpkw 


¿Qué proyectos lingüísticos tiene programados la AEL próximamente? 

Actualmente nuestras prioridades son dos: concluir nuestro diccionario (DAHE) y continuar con el llenado del corpus. Cada día trabajamos en ambas cosas. El corpus se sigue alimentando. Cada semana ingresamos entre veinte y cuarenta entradas al Corpha, en su mayoría artículos de periódicos. No obstante, ahora mismo estamos buscando un convenio con el Centro de Publicaciones de la PUCE para llenar el corpus con más obras literarias.

Asimismo, hemos elaborado hace unos meses un modelo piloto para un Tesoro Lexicográfico del Ecuador. Para explicarlo fácilmente, un Tesoro Lexicográfico es un “diccionario de diccionarios”, es decir, una herramienta electrónica que reune todas las obras lexicográficas publicadas en el Ecuador: diccionarios, vocabularios, glosarios, etc. Tú consultas una palabra y el Tesoro te da información de todas las obras lexicográficas en las que esa palabra aparece y cómo se define. No sé cuándo tendremos tiempo y presupuesto para emprender este proyecto, pero el modelo ya está propuesto.

Además, empezaremos a colaborar con el Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América, dirigido por la Academia Mexicana de la Lengua, y que ahora mismo es un proyecto también de la ASALE, cuyo llenado se hace a partir de documentos, literatura y prensa.

Se trata de un corpus histórico con cuatro siglos de profundidad. La data del corpus va de 1494 a 1905. Puesto que debe ser llenado con textos antiguos, se necesitan, en primera instancia, fuentes históricas y luego un fuerte trabajo filológico. Por ello, estamos buscando un convenio con el Centro Cultural Aurelio Espinosa Pólit. 

En este ya iniciado siglo XXI, los espacios de pugna entre el inglés y el español se han vuelto más amplios y más arduos. Si la lengua inglesa no está regulada por ninguna academia, ¿por qué es necesaria la RAE?

 

Esta es una pregunta hermosa y provocadora, que bien podría contestarse en un ensayo, pero trataré de ser breve. Los ingleses intentaron tener una academia, varias veces se pronunciaron en el siglo XVIII a favor de fundar una Academia de la Lengua Inglesa. Grandes intelectuales como Daniel Defoe o Jonathan Swift manifestaron la importancia y la necesidad de fundar  dicha institución. Sin embargo, el tiempo de fundación de las Academias ya había pasado.

La Academia Española, que fue una de las últimas en fundarse (me refiero a Europa), se fundó en 1713. La Academia de la Crusca y la Academia Francesa se fundaron en 1583 y 1634, respectivamente. De tal modo, las propuestas de fundar una academia inglesa no encontraron eco en la monarquía (sobre todo Isabelina) que promovió una fuerte tendencia latinista. Los ingleses ya estaban viviendo otra realidad social cuando afloraron las intenciones de fundar una academia.

No obstante, ese papel lo llenó algo que yo llamo la lexicografía de autor. Samuel Jhonson con su Dictionary of the English Language (1747-1755) se erigió como norma de la lengua inglesa y así empezó el modelo didáctico de esa tradición lexicográfica. Ahora bien, en Estados Unidos, Adams propuso fundar una Academia para la lengua inglesa.

Sin embargo, veámoslo así, nosotros fundamos Academias americanas porque había una Academia Española que sirvió como modelo. Al no haber una Academia de la Lengua Inglesa, la idea de fundar una academia para el inglés en Estados Unidos tampoco  tuvo eco.  Entonces volvió a suceder la lexicografía de autor, Noah Webster escribió un An American Dictionary of the English Language (1828), que se constituyó en la norma de aquel momento.

La lengua inglesa puede no estar regulada por una Academia, pero sí que tiene obras lexicográficas de culto por las que está regulada, obras que corresponden al afán didáctico que mencioné hace un momento.

Por eso, no es nada raro que esas obras procedan de editoriales universitarias, como Oxford University Press, quien en su momento le propuso a Murray ser editor de un nuevo diccionario para el inglés que reemplazara al diccionario de Johnson y que “incluyera todas las palabras existentes en el habla inglesa en todo el mundo”.

Sin embargo, vamos a la parte interesante de esta pregunta, ¿por qué es necesaria la RAE? La lengua española tiene una profundidad histórica de unos diez siglos, pensando en que el inicio del español fueran las glosas silenses y emilianenses, aunque para que se haya manifestado de forma escrita, este romance del español debió haberse hablado al menos uno o dos siglos antes.

La RAE se fundó en 1713 y el Diccionario de autoridades que podemos considerar nuestra primera obra institucional data de 1726 el primer tomo y de 1739 el último tomo. Es una obra impecable, me atrevería a decir, superior al diccionario de la Crusca y al diccionario de la Academia Francesa, porque precisamente estos dos antecedentes fueron sus modelos.

A partir del momento de su fundación, la RAE se planteó producir un conjunto de obras: un diccionario, una gramática y una ortografía. Publicó primero el diccionario, luego la gramática y finalmente la ortografía. Cada una de esas obras tuvo un conjunto de ediciones sin precedentes a lo largo de los siglos.

No he visto ninguna Academia que se compare en producción con lo que hace la Real Academia Española. La RAE responde dudas, tiene un tesoro lexicográfico, tres corpus: CORDE, CREA y CORPES, veinticuatro ediciones del Diccionario de la Lengua Española.

Un Diccionario jurídico, un Diccionario panhispánico de dudas, un Diccionario del estudiante, además de una Escuela de Lexicografía. Entre sus publicaciones está el boletín, y una producción editorial con obras clásicas españolas y de América. Actualmente ha puesto a disposición una plataforma llamada Enclave que, por una suscripción muy económica, permite consultar diccionarios, mapas de diccionarios, hacer búsquedas específicas para investigación, hacer aulas de estudio del español, etc.

Sin duda, enumerar todo lo que hace la Real Academia Española en pro del español sería una larga tarea, pero pueden entrar a la página y ahí se enterarán de la mayoría de sus recursos abiertos al público.

Está también el asunto de la fuerte colaboración que existe entre la RAE y la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española). Proyectos como la Gramática, el Manual de Estilo, la revisión de adendas al DLE, al Diccionario de americanismos, etc. pasan también por revisiones y colaboraciones con Academias americanas. 

Finalmente quisiera decir que en la lengua hay dos fuerzas que le permiten ser. Una se llama mutabilidad y otra se llama inmutabilidad. La mutabilidad permite que la lengua cambie, esa es la única forma de que una lengua siga viva, pero la inmutabilidad permite que la lengua sea estable. Una lengua ni puede cambiar totalmente ni puede no cambiar en absoluto, ambas circunstancias harían que la lengua muera.

Toda Academia de la lengua, quiera o no hacerlo, cumple una función normativa, conferida por los hablantes. Los hablantes a menudo se quejan de las opiniones que emite la RAE, o de las palabras que incluye o que no incluye o de cómo define esas palabras; sin embargo, una de las funciones de la RAE es normar.

Curiosamente, cuando esos mismos usuarios que a menudo se quejan tienen una duda, terminan por remitir su duda a la RAE, esperando una respuesta desde la norma. Al fin, si los hablantes le han conferido a la RAE ese papel de normar y creen en las sugerencias que desde allí se emiten, la RAE simplemente cumple con el papel social que le han conferido los hablantes, con la mayor dignidad posible.

 
¿La AEL se concibe a sí misma como una institución encargada de velar por los intereses político-lingüísticos de España o, por el contrario, está enfocada en el estudio de la diversidad lingüística del español en el Ecuador? 

La Academia Ecuatoriana de la Lengua está enfocada en la variante lingüística del español de Ecuador. Nuestra prioridad es el estudio y la visibilización de nuestro léxico, nuestra morfología, nuestra sintaxis.

Por eso es que contestamos dudas, hacemos un diccionario, continuamos llenando el corpus, planeamos hacer un Tesoro lexicográfico, contribuiremos con documentos antiguos sobre el uso del español en Ecuador para Cordiam, porque nuestro cometido principal es nuestra variante de español, aunque eso no nos exime ni nos impide contestar dudas sobre el español general.

Además, desde su fundación, la Academia ha publicado las Memorias, así como la colección Horizonte Cultural, que reedita antiguas obras de sus miembros, y libros relativos a estudios de lengua o de crítica literaria.

Ciertamente estamos en diálogo con España, tal como lo estamos con los otros países hispanoblantes y con las otras veintidós academias. Tan es así que hay una Academia Norteamericana de la Lengua Española en Estados Unidos, o una Academia Ecuatoguineana de la Lengua Española en Guinea Ecuatorial. Creo que la diversidad nos enriquece y que los puntos de encuentro que nos hacen considerarnos parte de una misma lengua nos hermanan. 

¿Qué diferencia hay entre un miembro numerario con un supernumerario y un correspondiente?

 

Los miembros numerarios son los integrantes de la Academia de pleno derecho. Su carácter es vitalicio, aunque pueden acogerse a retiro, en cuyo caso se denominan supernumerarios o no activos. Los miembros numerarios tienen la opción de ser elegidos para las dignidades de la Academia (director, subdirector, secretario, tesorero, censor), y de participar en la Junta General, máximo órgano colectivo de la Academia.

Además, son tomados en cuenta en lugar preferente para la realización de las actividades institucionales. No obstante, los requisitos de un miembro correspondiente no son muy diferentes a los exigidos a un numerario, puesto que precisamente los correspondientes y solo ellos, según los estatutos, pueden acceder a la categoría superior.

Por lo tanto, se procura incentivar la participación de los miembros correspondientes en las actividades académicas. 

¿Cuántos miembros tiene la Academia y cómo se eligen?

 Los miembros de número pueden ser 27, uno por cada letra del alfabeto. Actualmente la Academia cuenta con 21 de número y 20 correspondientes.

Sobre la elección de un académico, la candidatura tiene que ser propuesta por tres miembros de número, ser considerada favorablemente por la Comisión de Calificación y pasar a resolución de la Junta General. Luego, en los plazos estatutarios, el elegido pronunciará su discurso y recibirá la respuesta por parte de otro académico. 

¿Por qué usted, Valeria, no es miembro de la AEL? 

Antes que nada creo que ser elegido académico es un honor, es el resultado de un arduo trabajo, de una labor consagrada a la lengua, sea a través de la creación literaria, periodística o lingüística. Se trata de hacer de la vida una obra y, casi me atrevería a decir, una obra de arte. Ese camino requiere de experiencia. Sería demasiado, no se diga pretencioso, sino inclusive soberbio de mi parte pensar que con mis escasos treinta y pico cumplo con alguno de estos requisitos.

Yo que he tenido la oportunidad de trabajar en la Academia Mexicana de la Lengua y en la Academia Ecuatoriana de la Lengua, y que en la primera comisión de lexicografía en los dos casos me temblaron las piernas, porque conozco la trayectoria de los académicos con quienes trabajo (Susana Cordero, Julio Pazos, Fernando Miño-Garcés, Bruno Sáenz, Diego Araujo, Marco Antonio Rodríguez, Fabián Corral, Rodrigo Borja, Simón Espinosa, o en México: Concepción Company, Pedro Martín Butragueño, Ascensión Hernández; por nombrar algunos) y los admiro profundamente; sé que se trata de un honor muy grande.

 

Cuando ves a los académicos trabajar en lo que tanto aman, se agradece profundamente tener, a la manera que le corresponda a cada quien, la oportunidad de convivir con ellos y de aprender de ellos. No se imaginan la fortuna que implica conversar y compartir ideas con personas tan profundas, tan cultas, tan vividas y vívidas.

Qué puedo contarte, excepto esto, y que sirva como una declaración de principios: una quiere hacer diccionarios o contestar dudas porque ahí se juega como amante de la lengua, como su servidora o como su heroína trágica.

Soy lexicógrafa y aspiro a Icazbalceta. Soy gramática y aspiro a Nebrija, pero por encima de todo, soy una apasionada del lenguaje, de la lengua, de la lalengua, y quienes amamos la lengua y trabajamos en pro de ella, estamos mucho más allá de los oropeles. No voy a negar que sueño un día ser al menos considerada candidata, pero quiero tener una trayectoria que lo justifique, que sea digna de ese honor y de ser considerada a la par de personas que tanto admiro. 

 

 

 

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