5 países integran la muestra teatral en la Casa Toledo

Celia Cruz invita a Lola Flores a grabar un tema en Nueva York. El telón de la Casa Toledo muestra al par de muñecas -la noche del martes pasado- recreando esa llamada imposible, inicio de una aventura transatlántica: Lola -en la obra Burundanga, de Luis Enrique Valdés Duarte- deja España y arriba a Estados Unidos, al ritmo de la pieza con  la que la ‘Guarachera de Cuba’ ganó un disco de oro en 1957.

El encuentro tiene a las actrices  cubanas sobre las tablas del centro de arte y cultura, quienes interpretan su fábula irónica y fantástica, que arranca risas de los espectadores con la impronta de sus pasiones ocultas, confesiones, desencuentros pero, sobre todo, nostalgia.

La obra, que intercala el uso de muñecos con una interpretación llena de melodías y cantos, se presentó durante 3 noches -del 25 al 27 de octubre- en la casa de las calles Toledo y Coruña. El espacio recién abierto para las artes en Quito continuó ayer con el estreno de la obra chilena Bolero, que se puede ver esta noche y mañana, al igual que la exposición Grandes Maestros de la pintura ecuatoriana -abierta del 15 al 30 de octubre-, que incluye las obras de Marcelo Aguirre, Luigi Stornaiolo, Miguel Betancourt, Washington Mosquera y -la reciente ganadora del Premio Eugenio Espejo- Pilar Bustos.

En la muestra teatral intervinieron 5 países: Argentina, con La Suplente; Colombia, con El malo de la película; Uruguay, con Cabrerita; Cuba y Chile, con las obras citadas.

Bolero, de Luis Aros, parte del libreto de Diatriba de la empecinada, escrito por Juan Radrigán, una extensión de un mito griego que pervive en Latinoamérica: el del grito de Antígona (la tragedia de Sófocles) por los desaparecidos, de hecho, se ha dicho que su puesta en escena, basada en un trabajo vocal, “se pregunta por la marginalidad a través de la palabra como sonido (en que) Víctor (Gabriel Díaz) deambula entorno a la necesidad de hacer aparecer al desaparecido, sin más recursos que el poder de sus palabras a través de un diálogo permanente con la audiencia, única posibilidad de poder encontrar a aquellos que ya no están y de aparecer frente a otros. La palabra como herramienta de transformación en su último hálito de supervivencia”.

Palabra que se vuelve imagen como el óleo sobre cartón Torero toro, del quiteño Luigi Stornaiolo, una escena que, para algunos espectadores, cuestiona la virilidad que sostiene la tauromaquia o, para otros, critica la sexualidad de quien la presume desde lo tradicional y sombrío, como el Quito que el pintor suele retratar.

Valentina Pacheco y Manolo Morales son los autores del proyecto cultural Casa Toledo. (I)