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38 artistas muestran cómo se crea en público

Saidel Brito (sentado), catedrático de la Universidad de las Artes, y parte de los artistas de la Residencia 103M.
Saidel Brito (sentado), catedrático de la Universidad de las Artes, y parte de los artistas de la Residencia 103M.
Foto: cortesía de la Universidad de las Artes
02 de agosto de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

El proceso creativo puesto al alcance del público, desde especialistas hasta amas de casa, desde estudiantes hasta vendedores de helados. Ese es el objetivo principal de la Residencia de Estudiantes 103M que se inaugura hoy, en la Sala de Arte Temporal del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), por iniciativa de la Universidad de las Artes (UArtes) y la carrera de Artes Visuales.

Son 38 artistas-estudiantes que, desde el 24  de mayo, algunos ya con varias exposiciones y con premios ganados, forman parte de este proyecto de largo aliento coordinado por Saidel Brito.

“Son artistas que corresponden a distintas generaciones, algunos ya son graduados del Instituto Tecnológico de Artes (ITAE). Tres paralelos participan. La idea es convertir la clase, la escuela, el museo, el espacio académico, el público y la obra como parte del proceso de exhibición. Se busca que el público pueda estar acompañándonos, interactuando y un ser interlocutor”, señala Brito, profesor de Poética de la Pintura II, en la UArtes.

Para el catedrático, quien actúa como asesor y coordinador del evento, que se da por primera vez en el MAAC, es una manera de transparentar el taller del artista, de llevarlo a la sala de exhibición e invertir el flujo museo-público.

Una vez que concluyan las 6 semanas de trabajo, el 17 de septiembre, las exposiciones individuales de los residentes comenzarán el 20 y terminarán el 4 de octubre.

Más que itinerantes —aclara Brito— el trabajo final tiene como objetivo llevar a diferentes rincones de la ciudad, ya sean universidades, iglesias o callejones —lugares no convencionales— los trabajos ejecutados en las salas del MAAC; es decir, lograr que la ciudad se convierta en un gran museo que se atomice en función de las necesidades creativas y de aprehensión ciudadana.

El programa de muestras individuales durará dos semanas y tendrá  tres inauguraciones diarias, lo cual, según Brito, marcará un hito en la historia del arte en Guayaquil. “Será algo muy intenso, extraordinario, pocas veces visto, que permitirá visibilizar una generación de artistas extraordinarios”.

Por otro lado, se busca que la propuesta artística se reproduzca y se expanda por la ciudad, que tenga resonancia en barrios, universidades, “que toda la ciudad se convierta en un museo”.

Un proceso reflexivo

Respecto a las obras que se encuentran en elaboración, el docente afirma que cada una responde a la creatividad individual y es producto del diálogo planteado, en el devenir creativo, entre los mismos artistas.

Ellos, más que crear una obra específica, lo que hacen es acoger la propuesta del maestro de crear una obra que, a su vez, lleve a reflexionar sobre la pintura ecuatoriana, mundial, “sobre lo que implica pintar hoy, que no es lo mismo que pintar en 1907, en la época de Pablo    Picasso. Hoy el ejercicio de pintar tiene una carga histórica distinta de cómo era en 1500”.

Los artistas trabajan en técnicas libres, desde óleo sobre tela hasta en porcelana con hilo, desde cartones hasta acrílico, dependiendo de las necesidades de cada uno; necesidades que, a medida que la obra se  concreta, puede cambiar de destino o finalidad. Si bien inician el trabajo con plan fijo, es posible que este, al final, responda a nuevas reflexiones o interrogantes gracias a un “desplazamiento artístico”.

Parte importante del evento es que, durante las exposiciones del proceso, también estarán críticos, conferenciantes y coleccionistas, pintores, curadores y el público, todos como espectadores activos.

Hablan ellos, los residentes

Miguel Medina trabaja con porcelana e hilos de colores. Él afirma que básicamente lo que hace es una mezcla. “Todo es parte del proceso reflexivo sobre adónde me lleva todo esto. Yo empecé pintando y ahora estoy en esto”.

Zoila Arroyo es otra de las residentes que, aunque no tiene una obra definida, siempre ha trabajado a partir del cuerpo humano y su áurea circular. Ella ha tomado fotos de la ciudad, las ha dividido y las ha relacionado con el cuerpo.

Claudio Bajaña trabaja con partituras musicales en forma de cubos, yuxtapuestos entre ellos, también con “un objetivo que se va haciendo en el camino”. (I)

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