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El Telégrafo
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Sebastián Cordero lleva al teatro su película “Rabia”

Esta es la primera obra teatral del director de cine. Como parte de la experiencia de la obra, los actores se trasladan por la casa y el público está dividido, de acuerdo a los ángulos que ha decidido Sebastián Cordero.
Esta es la primera obra teatral del director de cine. Como parte de la experiencia de la obra, los actores se trasladan por la casa y el público está dividido, de acuerdo a los ángulos que ha decidido Sebastián Cordero.
Foto: Miguel Castro / EL TELÉGRAFO
19 de abril de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

El cineasta Sebastián Cordero (Quito, 1972) mira desde una esquina cómo se trasladan los actores de su primera obra teatral por la Casa Cino Fabiani. Los intérpretes entran y salen de escena, pero no pueden abandonar su papel ni por un segundo.

No hay tras bastidores. La mirada del público que recorre la casa mientras transcurre la trama se filtra por todos lados. No  hay momento para que los protagonistas descansen de sus roles en esta nueva adaptación de "Rabia". Cuando Cordero dice “acción”, la obra se convierte en lo que él llama “una máquina en marcha”.

Esta es la primera obra de teatro de la actriz Cilia Figueroa. Cada noche de ensayo Cilia intenta vestirse como Rosa, la protagonista de esta historia. Rosa es la empleada doméstica de un matrimonio –interpretado por Itzel Cuevas y Diego Naranjo– que atraviesa los problemas del tiempo y la decepción de enfrentar los defectos de la convivencia.

Itzel Cuevas (izq.), Cilia Figueroa (centro), Diego Naranjo (der.), Alejandro Fajardo y Luis Mueckay integran el elenco.

Rosa está enamorada de José María, interpretado por Alejandro Fajardo. A pesar de que no lo conoce bien, piensa que hasta pueden vivir juntos. Los conflictos de esta historia empiezan un fin de semana, con los patrones fuera de casa. Ella deja entrar a José María y, desde entonces, él se convierte en un observador celoso de los acosos que tiene que enfrentar una mujer como ella.

José María toma la justicia desde sus instintos y Rosa se enfrenta a la idea de estar enamorada de un hombre enfermo de celos. “Su vida es muy diferente a la mía –dice Cilia Figueroa–, pero decidí cambiar de zapatos y en cada ensayo me estoy poniendo los de Rosa. Nuestras vidas son diferentes, pero tengo algo que nos conecta y me llega muy fuerte”.

Para Cilia, los acosos y el maltrato que enfrenta su personaje es algo que le toca vivir a la gran mayoría de las mujeres de Ecuador, desde la violación al espacio personal, cumplidos que se vuelven groserías hasta manoseos simulados como roces sin consentimiento. “Rosa me llena de una carga negativa muy fuerte por el hecho de que debo mostrar cosas que le pasan a ella en una sola función, y son pesadas. Después de cada ensayo salgo pensando en lo horrible que debe ser vivir lo que a ella le ocurre en carne propia; aquello me deprime”.

La primera vez que Cilia se puso el uniforme rosado de Rosa y decidió sentirlo de verdad lloró como loca. Al finalizar el ensayo, Sebastián Cordero, Alejandro Fajardo y Raúl Teba (quien trabaja en la producción) la abrazaron. “Me volvieron a hacer sentir que seguía siendo Cilia”.

Fajardo tuvo que bajar su masa corporal para esta obra. En su papel como José María tiene que habitar la casa a hurtadillas. En esa pared de la Cino Fabiani que colinda con el cerro Santa Ana se esconde y desplaza hasta el primer piso. Está a la vista del público siempre.

A pesar de la calma con la que se esconde en la casa, siempre regresa a ese ser obsesivo que es José María. 

“Todo es igual teatralmente, pero a diferencia de otros montajes no hay un escenario donde salgas de escena y te prepares para la siguiente. Siempre hay que estar activo, todo pasa de inmediato, no hay esas pequeñas pausas que uno se puede dar fuera de escena. Tratamos de estar siempre en acción, como si grabaras la película de un tirón”, dice Fajardo.

Sebastián Cordero se enfrenta a su primera obra teatral en un momento en el que también está dedicado a varios proyectos personales. Trabaja en su primer documental, un retrato de su nana, la mujer que lo cuidó en su infancia y que ahora tiene 80 años. Al mismo tiempo cumple con sus ansias de hacer teatro.

“En el cine puedes capturar el momento, en el teatro tienes que intentar llegar todos los días a la misma fuerza, a la misma intensidad y siento que es un gran reto”.

El director recibió la propuesta para adaptar "Rabia" del productor de esta obra, Arnaldo Gálvez, hace ya varios años y la había rechazado hasta que se le ocurrió cómo hacerlo, cómo darle vida a la película que lanzó en 2009  e intentar que los espectadores vean la escena desde el ángulo que él decida. (I) 

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