El profesor Muyulema cultiva la cosmovisión indígena en las aulas
Arturo Muyulema creció vinculado a la tierra, al sol, a las montañas y al agua que corría por las chacras y bañaba los cultivos de habas y papas que desde niño sembraba con sus padres y 4 hermanas, en la comunidad Cachisagua, en Guaranda, capital de la provincia de Bolívar.
Creció hablando el quichwa y vistiendo orgulloso su tradicional poncho rojo, debajo la camisa blanca que combinaba con pantalón negro, bufanda, sombrero de lana y sandalias, atuendo típico de los hombres de su pueblo Guaranga.
Aunque hace 37 años ya no reside en su tierra natal, Muyulema, hoy con 52 de edad, ha mantenido vivas sus raíces y trabajado en la promoción de la cosmovisión de los pueblos ancestrales, a través de la enseñanza.
Primero como secretario de Educación de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) (1988-1993), desde donde participó en el primer levantamiento indígena, en 1990. Luego como técnico docente del área de Lengua del Ministerio de Educación (1995-2015) y desde hace dos años como académico invitado de la Universidad de las Artes (UArtes), en Guayaquil.
En la Escuela de Literatura es profesor de la asignatura Kichwa (optativa para estudiantes de esa carrera) que abrió oficialmente en la UArtes en septiembre de 2015, ya que desde 2008 la Constitución la reconoce como lengua de relación intercultural, junto con la shuar. Las otras que hablan las nacionalidades son de uso oficial en cada una de sus jurisdicciones.
La materia ofrece formación con contenido de literaturas indígenas y el dialecto quichwa. Incluye el conocimiento de cosmovisiones y saberes ancestrales de los pueblos indígenas.
Textos de apoyo para el dictado de clases de la asignatura Kichwa que utiliza el académico.
En el aula Palacio, la semana anterior, los alumnos Sofía Bernal, Melissa Uzhca, Nicolás Mora y Diego Encalada, quienes aprobaron los cuatro niveles de la asignatura y cursan el itinerario Literaturas Kichwa-Shuar, escuchaban al docente cuando comentaba sobre la transformación del indígena que llega a la ciudad, situación sobre la que él tiene dos lecturas diferentes.
“Muchos indígenas no se visten como tales, ni quieren hablar su lengua. Se sienten avergonzados y quieren ocultar sus raíces porque la misma sociedad, la cultura dominante, ha sido excluyente y como estrategia han mimetizado su identidad para integrarse a la sociedad y tener más oportunidades. Lo grave es que oculten su cultura”.
Pero el académico destaca que también hay indígenas que, como él, no esconden sus orígenes. “Una vez que se ha reivindicado su presencia (en el que considera fue clave el levantamiento de 1990), los que tienen trabajo y los que son profesionales no ocultan su identidad. Más bien está volviendo la autoestima y es un factor de ventaja para quienes saben dos lenguas y tienen dos conocimientos. Ya no hace falta esconderse”, expone.
Sus alumnas coinciden: “El kichwa me permite conocer el dialecto y entender mejor la cultura andina”, resume Sofía Bernal.
Melissa Uzhca profundiza: “Es parte de nuestra identidad mestiza. Al ser una lengua reconocida por el Estado es necesario conocerla y valorarla porque ha sido socialmente marginada. Es nuestro deber reivindicarla y no dejar que desaparezca. Para mí ha sido un aprendizaje valioso porque puedo conocer otras formas de relación con el mundo”.
Y esa valoración mestiza hacia lo indígena, Muyulema la percibe cuando, por algún evento intercultural de los que organiza la UArtes, debe vestir algún atuendo tradicional. “Me siento más visibilizado y más respetado, que cuando visto la ropa occidental”.
No obstante, señala que si bien es cierto hay muchas leyes en favor de los indígenas, lo que falta es que se ponga en práctica lo que señala la Constitución. “Por ejemplo, las universidades deben abrir una cátedra sobre pensamientos epistémicos. No tanto vernos como ancestrales o del tiempo pasado, pero sí estudiar por el lado del pensamiento diverso, de la cosmovisión”.
El docente puntualiza que no es lo mismo la teoría del raciocinio que tiene el mestizo que ha sido determinada por la ciencia y la academia, que el del indígena.
Por ejemplo, para la ciencia occidental el agua es un elemento inerte y la tierra una materia o un objeto que hay que estudiar. “Para el indígena el agua es una persona viva, es un pariente más. La tierra es nuestra madre que nos da de comer, nos cría y debemos respetar. Todas esas cosas deberían estudiarse y tener ese conocimiento desde la comunidad. Se puede hacer una nueva ciencia empedrada, con una visión más pluralista”, sugiere y aclara que ese es el conocimiento que proporciona a sus estudiantes de la UArtes.
Por ello, el académico destaca que no es suficiente con que el indígena tenga trabajo y una profesión. “Hay que quitarse el prejuicio de que por eso hay que estar en la oficina. Debemos mantener el contacto con la cultura, la familia, la naturaleza y toda esa forma de vida”.
De allí que, cada fin de semana que puede y en feriados, Muyulema viaja a su tierra para reencontrarse con sus orígenes, con sus hermanas y toda su gente guaranga. Para sentir a la Pacha Mama (madre tierra), a inti (sol) y a yaku (agua) que recorre las chacras con sus cultivos de habas y papas. (I)
El docente en clases con algunos estudiantes del itinerario Kichwa-Shuar, de la Universidad de las Artes.