Sigmund Freud descubrió el papel del inconsciente en la conducta neurótica con sus primeros estudios sobre la hipnosis. En 1885, junto a Jean-Martin Charcot, inició la exploración por la hipnosis, notando que el método produce o alivia los síntomas histéricos. Con su indagación sobre la mente, Freud se convirtió en una de las primeras personas en ahondar en la mente humana.

Dicha exploración dio origen a un método terapéutico y una teoría de la personalidad, a la que Freud llamó psicoanálisis y la cual aplicó junto con su amigo y colega Josef Breuer, con quien descubrió que detrás de cada problema psicológico existe también otro problema sexual. Al intentar explicar el comportamiento de los seres humanos, Freud consideró que debía partir del análisis de los conflictos sexuales inconscientes que se originan en la niñez. Lanzar esta hipótesis en una sociedad que incubaba la religión como bandera y una forma de vida conservadora, fue uno de sus mayores riesgos.

No es de extrañar, entonces, la anécdota del 10 de mayo de 1933, cuando cuarenta mil berlineses aplaudían al ver cómo cinco mil estudiantes portadores de una cruz gamada quemaban dos mil libros frente a la ópera. Entre ellos había obras de Einstein, Thomas Mann, Erich María Remarque, Stefan Zweing y Sigmund Freud. Según la leyenda, los libros de Sigmund Freud se arrojaban a la gran pira rezando: “Contra la sobreestimación de la vida sexual destructora del alma, y en nombre de la nobleza del alma humana, ofrezco a las llamas los escritos, uno por uno, de Sigmund Freud”.

Freud también desarrolló un mapa topográfico de la mente, en el que describe las características de su estructura y funcionamiento. Según este, la consciencia es un pequeño fragmento de la mente, mientras el inconsciente constituye el espacio en el que se desarrollan los impulsos y deseos primitivos, mediados por una preconsciencia.

Tras 159 años de su nacimiento, el trabajo de Freud sigue siendo una herramienta fundamental para comprender la psique (alma humana). (I)