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El Pobre Diablo cierra sus puertas luego de 27 años

→La Big Band, conformada por alumnos de la Escuela de Música de la UDLA, fue parte de la variedad de exponentes que se presentaron en el bar.
→La Big Band, conformada por alumnos de la Escuela de Música de la UDLA, fue parte de la variedad de exponentes que se presentaron en el bar.
cortesía: Pepe Avilés
22 de noviembre de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Como un “espacio de encuentro para conversar entre amigos y de apoyo al arte”. Así  recuerdan a El Pobre Diablo su fundadores. Este bar-café ubicado en la Floresta, centro norte de Quito, cierra sus puertas tras 27 años de intensa actividad cultural.

   Sus gestores señalan que el motivo es la finalización de un ciclo, que llegó a casi tres décadas de trabajo, y que los llenó de satisfacciones en lo   personal y en el desarrollo de las dinámicas del arte.   

Durante ese tiempo, el Pobre Diablo acogió a una diversidad de artistas, músicos, y fotógrafos que encontraron un espacio que no existía, y que fue el motor que puso a rodar sus proyectos.  

→Instalación y multimedia de Carla Barragán Desnudos,entre Marx y una Mujer. en el año 1996, presentada en la primera casa del bar. Foto: cortesía Pepe Avilés / et

Paco Salazar, uno de los socios fundadores, manifiesta que el lugar posicionó  un “legado cultural que invitó a pensar a la ciudad de una manera diferente”.  

El Quito de 1990, año de su inauguración, era muy diferente al actual.  “Los procesos culturales estaban en las instituciones, y es en esa década que pasaron a la calle y a quienes estaban más en contacto con lo cotidiano”.

Esa fue la sintonía que Salazar compartía con José Avilés, Patricia Endara y Fernanda Riofrío, los otros fundadores en su juventud. 

Avilés y Salazar son fotógrafos, y es en esa actividad que comienza su peregrinaje en la ciudad y el Ecuador, y que los lleva a imaginar un sitio en Quito “para conversar, y hablar de la vida”. 

La imaginación cobró vida y, junto con sus parejas -Patricia y Fernanda- emprendieron este proyecto que se transformó en un largo viaje de 27 años, por lo que ya consideran que es tiempo de llegar a un puerto.

Salazar se muestra optimista por lo logrado. “Le dimos una mano a Quito en el camino a lo contemporáneo”.

La operación del bar está cerrada, pero el espacio El Container continúa con ‘La Flora’, muestra de arte textil que estará abierta al público hasta el 24 de noviembre.

La mejor década: 90

La actividad cultural siempre fue el norte de El Pobre Diablo, explica José Avilés, quien admite que luego de este tiempo hay cansancio. A esto le suma el hecho de que la economía actual no está en su mejor momento.

“Hay que entender que la cultura también es una inversión, y la trabajamos”.

El bar-café tuvo dos casas, la primera ubicada en la calle Santa María, entre Juan León Mera y La Rábida, sector de La Mariscal; y, desde 2000, estuvo en la Isabel La Católica y Galavis, en La Floresta.

También acogió a varias generaciones. “Hay músicos que vienen a ver a sus hijos tocar en los shows”, dice Avilés, quien rememora que el sitio sufrió con la historia del Ecuador. “Sobrevivimos a muchas crisis, como al feriado bancario, a la dolarización y a los golpes de Estado”. 

Para Avilés, la década de los 90 fue la de mayor importancia, porque los posicionó en el imaginario social de la  capital por sus diversas y permanentes actividades.

 Ya en el nuevo milenio, en  La Floresta cosecharon lo sembrado en un “espacio más grande, con una programación más definida que obtuvo reconocimiento”. 

Avilés ha registrado con su lente la historia fotográfica del bar, y lo define como “su segundo hogar”, aunque, entre risas, su hijo “dice que realmente es el primero”.

Para Mariana Andrade, directora del cine 8 1/2, el cierre del Pobre Diablo es semejante a que “Quito se queda sin luz”, porque “es lo que pasa cuando estos espacios culturales se ausentan”.

La gestora enfatiza que todo lugar debe estar atento a las nuevas dinámicas a su alrededor para su permanencia. Y añade que debe existir apoyo en las políticas culturales del Estado y a nivel local para estos espacios.

Ricardo Pita, músico ecuatoriano que se presentó varias veces con el ‘Viejo Napo’, y luego como solista, lo califica como “una vitrina importante para la música;  ojalá regrese”. (I)

Apoyo

Inicios del sitio

→El bar se inauguró  en noviembre de 1990, en La Mariscal. En 2000 se mudó a La Floresta, donde también fundó El Container, sala de exhibición de arte contemporáneo que presentó muestras de más de 120 artistas, (I)

25 →El libro ¡Verde, pintón y maduro!, se publicó en 2015, por su vigésimo quinto aniversario. (I)

Fundadores

→Los socios son: Pepe Avilés, Patricia Endara, Paco Salazar y Fernanda Riofrío.  El nombre  El Pobre Diablo se inspira en  el barrio La Ferroviaria, llamado así por su concepto de cantina.  (I) 

→Instalación y multimedia de Carla Barragán Desnudos,entre Marx y una Mujer. en el año 1996, presentada en la primera casa del bar.  

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