Los partidos de ecuavolley son muy intensos en el sur
Las apacibles tardes que se viven en el parque que separa a La Floresta de un sector del Guasmo (sur de Guayaquil), se interrumpe a las 15:00 cuando un grupo de vecinos inician sus partidos de ecuavolley.
Los espectadores se acomodan en las gradas. El juez se sienta junto a la línea que divide las dos canchas para dar instrucciones. Los jugadores se ponen en guardia. Tres de cada lado.
El volador, que juega en la parte de atrás, saca la bola. Empieza el partido.
Manuel Sánchez, uno de los espectadores, asegura que es costumbre jugar voley todas las tardes.
“Desde las 15:00 llegan de varios puntos de la ciudad e incluso algunos equipos vienen de Durán. Los más conocidos llegan de la 24 y Camilo Destruge. Allá también se juega todos los días”.
Jorge Orrala, quien habita frente al parque, dice que existen dos tipos de competencias. “Un grupo de jubilados juegan desde las 15:00 hasta las 17:00 y luego lo hace gente más joven, en donde las apuestas muchas veces superan los 100 dólares”.
A las 15:00 el juego es más moderado. Las apuestas no superan los $ 10 y 20. Es una forma de ejercitarse y entretenerse, dice Lucio Endara, de 68 años.
Él es jubilado de la Policía y acude con sus amigos para jugar dos partidos de ecuavolley. Reconoce que hace 30 años era un vicio y que lo hacía a un nivel más competitivo.
Cuenta además que los fines de semana se juega hasta la noche y que quienes compiten son auténticos profesionales.
En medio de los gritos de los jugadores que piden justicia al juez, la voz de María Catagua se hace escuchar.
Ella vende maduro asado con queso. Luego de cada partido los jugadores se acercan a su carreta. Compran, comen y toman un vaso de jugo de naranja. El ruido nunca termina durante los partidos. El juego continúa y las apuestas no se detienen. (I)