La falta de dinero está a punto de marcar un “autogol” a la ilusión
Ver correr tras un balón a un grupo de hábiles jóvenes es gratificante para los ojos y los sentidos en general: es mejor verlos sudar, competir y aprender técnicas y tácticas futbolísticas antes que sumidos en algún vicio mundano.
Esa gratificación visual se siente al mirar a los integrantes del “Vasgol FC” entrenar en su cancha del sector 4 Esquinas de Llano Grande (calles Carapungo y Sucre), en el norte de Quito.
De los ojos del “profe” Francisco Bedoya (director técnico que trabaja junto con el asistente Daniel Pérez y al quinesiólogo Christian Pozo), brota un brillo especial cuando habla del club y del proyecto: más ahora que se les presentó la oportunidad de jugar el torneo de ascenso a segunda profesional.
Sus pupilos, salidos de sectores populares, son un equipo compacto pese a tener apenas dos años de vida como club (2017 debutaron en un campeonato amateur de Pichincha). Pero les falta algo: dinero para inscribirse en dicho torneo.
Bedoya y Luis Flores (presidente del Club), al tiempo que entrenan con ilusión a los chicos, solicitan el apoyo para seguir en el fútbol, el deporte más popular del mundo que -según cifras de la FIFA- lo practican 270 millones de personas: incluyendo a futbolistas, árbitros y directivos; de forma profesional, semiprofesional o amateur y entre hombres, mujeres y niños.
Pareciera que la ilusión en los chicos del “Vasgol FC” subiera “de pechito” y se alojara en la “testa” (cabeza): sueñan despiertos con ascender a la segunda profesional.
A ellos, físicamente no les falta nada. Lo tienen todo en los pies que- según los expertos- están compuestos por 26 huesos, 33 articulaciones y más de 100 tendones, músculos y ligamentos. Solo les falta los $2.600 para inscribirse.
Esa carencia les duele peor que cuando les sale en el pie un “callo”, “verruga” o “juanete”, o como cuando por un mal despeje, en un partido clave se marca un gol en la propia portería (autogol).