En dos horas se puede recorrer el centro histórico de Cuenca
El aire huele a flores. El ambiente es pintoresco y lleno de turistas. Seis casetas están repletas de rosas, hortensias, lirios, claveles, girasoles, y otras flores que perfuman, valga la redundancia, la Plaza de las Flores. El sitio está al pie de la Iglesia del Carmen de la Asunción, en el centro histórico de Cuenca, que hoy cumple 20 años de la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
A más de este atractivo turístico, la arquitectura no deja de llamar la atención. Según Ximena Yolanda Flor Garrido, en su trabajo de graduación, previamente a la obtención del título de Magíster en Conservación y Gestión del Patrimonio Cultural Edificado, en la Universidad de Cuenca, indica que la zona de primer orden del centro histórico de Cuenca está constituida por 1.880 casas patrimoniales de los siglos XIX y XX, entramadas bajo una distribución urbanística semejante a la española. Estas casas presentan un amplio repertorio de ornamentos y ornamentaciones en sus fachadas, paralelo a ello, “estos bienes están expuestos a amenazas antrópicas de disociación que vulneran la sustentabilidad y sostenibilidad de sus valores patrimoniales, los cuales aportan de manera significativa en la materialización del paisaje histórico urbano” y de los tres criterios de los Valores Universales Excepcionales, que le conceden a Cuenca ser Patrimonio Cultural de la Humanidad”.
Recorrer la calle Bolívar es encontrarse con todos estos monumentos arquitectónicos. La Casa Sojos, por ejemplo, la misma que en un inicio perteneció a la familia Malo Tamariz y fue adquirida en 1907 por el doctor Benjamín Sojos, quien en 1910 levantó una nueva fachada en la que por primera vez en la ciudad se empleó cemento importado de Francia.
En este edificio funciona la botica del doctor Sojos, una de las más antiguas de Cuenca y en la que, de paso, los visitantes pueden tomar una bebida llamada “soda”, cuyas mezclas químicas se guardan muy en secreto.
Las calles adoquinadas hacen de Cuenca una ciudad con características únicas. De pronto, una puerta grande nos invita a ingresar al antiguo seminario San Luis, que en agosto de 2012 se incendió una parte. Desde su interior se puede admirar las cúpulas de la catedral de la Inmaculada y en el medio de estas edificaciones está la primera calle que tuvo Cuenca, la Santa Ana. Esta calle permaneció cerrada por décadas. En 2017 fue habilitada y desde entonces es un atractivo más del centro histórico.
Dos cuadras más arriba, siguiendo la calle Bolívar, están tres casas, entre ellas la antigua vivienda de Florencia Astudillo, una de las mujeres más acaudaladas que ha tenido Cuenca, hoy es una edificación en la que funcionan entidades públicas, pero que además recibe la visita constante de los turistas que anhelan conocer la Ruta Francesa.
De ahí se puede llegar al barrio más tradicional de Cuenca, El Vado, donde una cruz hace ver que fue un sector estratégico de la ciudad. “Desde aquí los antiguos miraban quiénes llegaban desde Loja”, comenta Andrés Campoverde, mientras camina por el sector.
En este sitio se levanta la Ruta Francesa, porque en El Vado vivieron Carlos María de la Condamine y el médico y cirujano Juan Seniergues, miembros de la Misión Geodésica que llegaron hasta Cuenca.
“En esta ruta está la casa de ellos, pero también existen nuevas expresiones culturales, como El Prohibido, que es un centro cultural”, detalla el ciudadano Patricio Matute.
Mientras tanto, Hernán Alvarado, vicepresidente del barrio El Vado, destaca que en este sitio estaban asentadas las mejores panaderas que tuvo Cuenca y que también ha sido la “cuna” de artistas como: Aulogelio, Pepe Luna, Rosalino Quinteros, Dimas Quezada, Olmedo Torres, el “Negro” Valentín, Jorge Ortega, Rigoberto Bustos, entre otros.
Según Alvarado, las cinco casas patrimoniales que rodean el barrio fueron adquiridas por el Municipio en la administración de Fernando Cordero, y se lo hizo para “limpiar” la zona del alcoholismo y delincuencia. “La idea era hacer la Casa Europa, es decir, entregar a las embajadas o consulados para que laboren en el sitio, cosa que nunca se dio.
En ese sector se destaca la Casa de la Lira, cuyo dueño fue José María Rodríguez. “Él impartía música en esta vivienda”, dice Alvarado. Actualmente, cada año se realiza el Festival Poético de la Lira.
Este recorrido toma un tiempo aproximado de 2 horas, entre conocer los lugares anteriormente descritos y tomar fotografías. Cada sitio de la ruta es catalogado por los ciudadanos como muy seguro, tanto para turistas, como para los habitantes del sector. (I)