En China es más popular el té que la coca y el café
En Xian, ciudad que en el pasado fue capital de varios gobiernos de China, funciona una casa de té (tienda) pequeña. En su exterior luce un letrero rojo, el color de la buena suerte en ese país, y en su interior dos mesas y sillas de madera. Tres personas sentadas lo beben en diminutas tazas de porcelana.
En ese tipo de espacios se consume y difunde esta tradicional bebida que proviene de la especie camelias.
La joven Lym, vendedora con cutis terso y maquillaje impecable, explica que no todos los productos son iguales. Por ello, en la estantería hay frascos llenos con especies de diversos tamaños y colores.
El valor de los 100 gramos de té negro allí asciende a $ 50, a pesar de que se puede adquirir la misma especie más barata en otro lugar. La diferencia está en que “es una cosecha de hace 10 años”, aclara.
Para que lo verifiquen hace pasar a las personas a un segundo piso del tablado y las invita a sentarse “sin compromiso”.
Con diligencia y delicadeza pone agua en una pesada cantina metálica hasta que el líquido esté en ebullición.
Entonces abre el producto nuevo, lo coloca en otro recipiente de vidrio y le pone agua hervida.
Pero, para sorpresa de los espectadores, arroja por dos ocasiones el líquido oscuro (no la planta) resultado del primer preparado.
Revela que hace una especie de lavado de la hierba para que expulse el sabor excesivamente amargo.
La bebida, al final, sabe ligeramente a hierba, pero no es amarga. Ante el intento de ponerle azúcar, la mujer toma de la mano al comensal y le advierte con delicadeza que no cometa ese “sacrilegio”: “Le va a dañar el sabor y perder su esencia. El té se toma sin azúcar”.
El ingreso a las tiendas de té es todo un aprendizaje para los ciudadanos occidentales. Por ejemplo, hay especies de discos cubiertos con papeles blancos o marrones. Eso también es té. La diferencia está en que esos son pasteles de la planta. El producto en esta presentación lo pueden preparar personas más expertas con pulso para “rebanar” y colocar porciones adecuadas.
La técnica para servir la bebida varía de un lugar a otro. Los visitantes pueden llevar el producto y otros artículos que lo acompañan. Los 100 gramos de te pueden costar de $ 14 a $ 50, dependiendo del lugar. La bebida es más cara que la gaseosa.
Para cortarlo se requiere de una cuchilla especial, similar a un bisturí.
“¿Y cuánto cuesta eso?”. Ante la pregunta Lym baja las escaleras corriendo y pone en la mesa una nueva cuchilla. “¿Y dónde se consigue una cantina parecida para hervir”. Lym sale y trae una de paquete. Para cada pregunta sobre el té y su preparación tiene una respuesta inmediata y el utensilio requerido. Ella así difunde su cultura y la tienda gana clientes, que al final se llevan lo que ven.
En Pekín, en tiendas para economías más populares se adquieren 50 gramos de té a $ 7.
Es el caso del “Mercado de los rusos”, donde hay decenas de espacios con grandes botes de cristal con nombres de hojas y flores.
El cliente entra a una casa de té para probarlo y sale con el producto, dulces y hasta vajillas.
Uno de sus comerciantes, de forma amable, invita a sentarse en su humilde local, de 3 por 3 metros cuadrados, pero donde posee sabores variados.
Con menos elegancia en el preparado, pero con rapidez, hierve agua y pone té rojo con trozos de frutas en la mesa y comienza la degustación.
El cliente termina de beber una tasa y enseguida coloca otra.
Uno de sus actos “mágicos” es la colocación de una bola en una copa transparente. A esta progresivamente le coloca agua caliente y una flor amarilla despliega sus pétalos o sale de su “capullo”.
Más por su belleza que por su sabor los comensales compran 100 gramos a $ 15.
“Una vez abierta la hoja hay que ponerle más agua”, de una hoja salen hasta 10 porciones, explica.
Pero eso no es todo, pues ambos vendedores además ponen en las mesas dulces y pasteles típicos que se acompañan en esas mañanas y tardes de té. De esa forma, asoman frutas confitadas, pasteles y semillas.
En la capital, Pekín, no hay bar o restaurante que no lo ofrezca (es posible que haya té helado y no una coca cola o un café). La variación está en su presentación. Algunos locales internacionales, como la Cusina, lo sirven frío, con hielo, limón y una hoja aromática. Pero siempre sin azúcar. El costo de un vaso llega a $ 5 (más caro que la gaseosa, pero saludable y de mejor sabor).
Al té se le atribuyen propiedades medicinales, según una charla sobre esta materia en la Beijing Foreign Studies University. Así, del verde se dice que fortalece las defensas, el negro es antioxidante, el blanco, igual a los anteriores; el oolong fortalece el sistema inmunológico y el rojo ayuda a bajar de peso. Y hay muchas variedades más y creencias, que hacen del conocimiento de esta planta una ciencia y cuya producción anual de 500 millones de kilogramos deja por detrás el consumo de café, que en China solo es una moda de jóvenes. (I) et