Ellos también tienen instinto maternal
Mientras los científicos atribuyen la existencia del instinto maternal a una hormona llamada oxitocina, otros consideran que el deseo innato de amparar a los hijos es solo una producción social.
Este instinto, al parecer, se pone de manifiesto desde la infancia y se confirma en los años siguientes por la marcada atención que la mayoría de mujeres expresa por los niños. Durante mucho tiempo, se creyó que este interés era casi exclusivo de las mujeres y casi nulo en los hombres, pero hay nuevos estudios que demuestran lo contrario.
Uno de ellos proviene de la Universidad de Saint-Etienne, en Francia, el cual advierte que los hombres tienen la misma capacidad que las mujeres para identificar el llanto de los hijos. El resultado de la investigación determinó que ellos eran capaces de reconocer el llanto de su hijo el 90% de las ocasiones, un porcentaje idéntico al de las mamás que participaron en el experimento.
Los científicos involucrados en este estudio explican que la hipótesis que vincula el instinto de protección únicamente con las madres es errónea, ya que en los estudios que datan de finales 1970 y principios de 1980, se olvidó tomar en cuenta el tiempo que dedican los padres a sus hijos e hijas. En términos biológicos, hombres y mujeres son entes cooperativos, por lo que la idea de que un género es mejor que el otro, en cuanto a un mecanismo para proteger al bebé, resulta incongruente.
El año pasado, la Universidad de Bar Ilan en Israel mostró que ciertas zonas de los cerebros de padres involucrados en las vidas de los bebés se activan de la misma manera que los de las madres durante el embarazo. Para llegar a esta conclusión analizaron los cambios neuronales de madres, padres heterosexuales y homosexuales.
En estos últimos, los científicos descubrieron cambios hormonales similares a los de las madres. Si bien hay muchos trabajos que respaldan la afirmación de que los hombres también tienen instinto maternal, hay muchos otros que demuestran que en el mundo animal hay casos similares, como el de los monos titís que presentan varias similitudes, tanto neuronales como conductuales con los seres humanos.
Estos animales son conocidos por cuidar con la misma intensidad a sus crías pequeñas que el resto de las madres mamíferas.
De hecho, los titís que son papás cargan a sus crías más de la mitad del tiempo durante los primeros 3 meses de vida. Los machos cuidan las crías, mientras las hembras se dedican a dar de mamar y a cuidar el territorio. En este caso, el macho asume la crianza y la madre la alimentación. La revista National Geographic publicó un especial en el que es común ver sobre la espalda a los pequeños hijos tití, incluso los machos pueden asistir el parto y cuidar el aseo de los recién nacidos lamiéndolos.
Hay muchos ejemplos de paternidad en el mundo animal. Uno de los casos más extraordinarios es el del chinche gigante acuático, un insecto responsable de llevar sobre su espalda el ‘peso’ de ser papá, porque en su dorso transporta una centena de huevos hasta que eclosionen; los cuida y protege y recuerda llevarlos a la superficie del charco cada cierto tiempo, pues el aire evita que los huevecillos enmohezcan. Parte de su responsabilidad consiste, precisamente, en permanecer sobre una roca cerca de la superficie durante 3 semanas y flexionar, de manera periódica, las patas para exponerlas al oxígeno.
El pingüino emperador también es un ejemplo de cómo se ha desarrollado el instinto de protección hacia las crías. En el documental La marcha de los pingüinos, del director francés Luc Jacquet, se ponen de relieve los obstáculos que debe sortear este animal que debe separarse de su familia para cumplir su rol. Muchos biólogos coinciden en que este pingüino es uno de los mejores padres del reino animal, porque cuida de su cría durante 4 meses, 2 de ellos inmóvil en el invierno polar, incubándola y sin comer nada.
El estradiol y el instinto paterno
Hay un conjunto de sustancias que están involucradas en el instinto paternal, ese deseo ‘loco’ de hacerse cargo de la prole y protegerla. En las mujeres es la oxitocina, pero en ellos es, sobre todo, el estradiol. Un estudio publicado por la revista Mayo Clinic Proceedings demostró que los futuros padres presentan mayores niveles de estradiol (un tipo de estrógeno) y menos de testosterona que los hombres que no esperan hijos. Además, los hombres cuyas parejas están embarazadas experimentan cambios hormonales que se activan a la par de los de la mujer gestante y que, en algunos casos extremos, llegan a producir síntomas físicos como náuseas y aumento de peso.
El estradiol es una sustancia que interviene en el comportamiento maternal de las mujeres, de los primates no humanos y de otros mamíferos. Hasta ahora, no se había detectado en ningún animal que los machos también respondieran a la paternidad con aumentos significativos de esta hormona.
Se sabe que el estradiol es la hormona sexual femenina principal del grupo de estrógenos, pero está presente en el organismo tanto femenino, como masculino. El estradiol en las mujeres generalmente se forma en los ovarios. Durante el embarazo lo produce la placenta. En cambio en los hombres, los testículos son los responsables de su producción.
Desde el punto de vista médico, el estradiol parece ser un elemento clave en la prepaternidad (períodos de embarazo), ya que en el último mes antes del parto, sus niveles tienden a regresar al estado normal.
De acuerdo con la revista Muy Interesante, la comunidad científica está tratando de identificar otras sustancias que se activan cuando los hombres están a punto de ser padres. A estas evidencias, se suma también un artículo científico publicado por la investigadora Anne Storey, de la Universidad de Newfoundland en Canadá, en el cual destaca que los hombres que serán padres sufren un aumento de prolactina, una hormona involucrada en el desarrollo de la capacidad de amamantar en las mujeres y en las hembras de muchos mamíferos.
Storey alerta, además, sobre la posibilidad de que el estado de gestación de la mujer genere ciertas señales que le indican al cuerpo del varón que ha de prepararse para tener un bebé en casa.
En este proceso, la testosterona desciende para favorecer un comportamiento más estable, menos agresivo y menos sexual en el varón, mientras que las sustancias denominadas cortisoles y las prolactinas preparan el terreno hacia un temperamento más tierno, según Storey.
Los padres se involucran más
La psicóloga ecuatoriana Lucía Noba explica que cada vez los padres se involucran más en la crianza de los hijos. “Cuando los padres acompañan a sus esposas en el proceso de gestación suelen experimentar una serie de sensaciones que podrían estar ligadas con lo que denominamos instinto maternal.
La psicóloga está convencida de que al vivir con la pareja y acompañarla en todo el proceso, incluido el nacimiento de los hijos, se despierta este instinto en los varones, aunque ellos no sean conscientes de ello.
“He podido ver que cuando los padres están presentes en el momento del parto, se crea un nexo muy importante”.
Además —indica— en cada ser humano hay una parte femenina y masculina. “En los hombres, la parte femenina está latente”.
Considera, además, que las mujeres también deben involucrar más a sus parejas en el cuidado de los niños, porque ninguna tarea es exclusiva del padre o la madre.
Para Elena Sandoval, psicóloga clínica del Centro Médico Meditrópoli, hay una tendencia cada vez más notoria en los hombres a desarrollar más su lado femenino. “Ahora cumplen ciertas tareas que antes eran exclusivas de las mujeres. Cada vez que estoy en el hospital veo a un mayor número de padres cargando las pañaleras de sus hijos y con los guaguas en brazos cuando vienen a la consulta con el pediatra. Incluso vienen solos a que el médico revise a los recién nacidos y lo hacen con el mejor de los gustos”, asegura Sandoval.
Esta psicóloga considera que los padres sí tienen un instinto maternal que aflora cuando crean lazos con sus hijos e hijas y hace referencia a Carl Gustav Jung, el padre de la piscología humanista, cuando aseguraba que todos tenemos un lado femenino y otro masculino, sin importar si somos hombres o mujeres. Lo que está claro es que gran parte de los padres no son solo proveedores económicos de la familia, sino que también asumen los roles que se asignaban a las madres.
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TESTIMONIO
“El amor de un padre es único”
Cuando vi nacer a mi hija hace casi 10 años en la sala de un hospital, viví una experiencia única e inolvidable. Ese momento fue tan especial que se me iban las lágrimas y no podía contener el llanto. Mi esposa estaba allí, recostada en la camilla, esperando verla, y yo, por supuesto, también quería tenerla en mis brazos. Cuando el pediatra se acercó con ella y nos dijo: “Les presento a su hija”, ambos lloramos y dábamos gracias a Dios por ese milagro que es la vida. Desde que nació nunca me desamparé de ella. Mi hija es mi vida y desde el momento en que mi esposa se embarazó, yo también compartí con ella el instinto maternal. El amor de un padre es único.
Mario Andrade, padre de familia
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PUNTO DE VISTA
“Los padres se conectan más con los hijos”
En la actualidad, hay muchos padres que mantienen un vínculo más afectivo con sus hijos. Al compartir el tiempo con ellos, están generando esas alianzas. Este no es el caso de los padres ausentes que no han dedicado el suficiente tiempo a sus hijos, en sus diferentes etapas de desarrollo. Allí simplemente el nexo no existe. Hoy en día, es más usual que haya padres afectivos y preocupados por los niños. Muchos de ellos, incluso, asumen nuevas responsabilidades y tareas que antes, lamentablemente, solo las realizaban las madres.
Ahora, las mujeres también tienen obligaciones laborales y tienen metas profesionales que las obligan a salir de casa e incluso viajar por trabajo. En esos casos, muchos hombres han asumido su responsabilidad y ayudan a sus hijos con las tareas del colegio. Los llevan y los recogen de la escuela. Se hacen cargo de ellos como si fueran sus madres, porque la educación, por ejemplo, es un tema compartido. Al vincularse tanto, los padres fortalecen los nexos con los hijos, se conectan más a ellos.
Carolina Espinosa Jara, psicóloga clínica