“Aquí les voy a dar la clave para ser presidente de la república” dijo en el 2009 mi profesor de filosofía del derecho de la Universidad Central y continuaba “… hay que tener poder político, poder económico y poder social”. Las dos primeras consignas son evidentes, por eso en este texto me enfocaré en el impacto que causa la última: el poder social, que significa mover masas, convencer al pueblo, llegar a ellos para pronunciar las palabras que necesitan escuchar, a través de todos los medios: tv, radio, prensa, internet y ahora redes sociales. Usar este poder está bien para quien quiere ser presidente, pero no para administrar justicia.
Seguro entenderán que para convencer a millones de personas ya no es necesario pararse en la Plaza de la Independencia o aparecer en un balcón para dar discursos efervescentes moviendo las manos y guardando pausas bien pensadas, no, ya no se necesita ni siquiera ser enérgico, esas cosas que son destrezas propias de un orador, son fácilmente reemplazables. Ahora cualquiera estando en su casa puede hacer que el mundo le escuche. ¿No sabe qué decir? No importa, hay teleprompter, solo hay que leer. Claro que no por el simple hecho de que lo escuchen, quiere decir que millones quedarán convencidos, pero si lo escuchan ya es más de la mitad de lo que necesita. La otra mitad es hablar seguido y siempre diciendo lo mismo, aunque sea mentira. Así se convence a las masas.
Para muestra un botón: ¿se acuerdan de la mesa servida? ¿Cuántas veces se dijo esa frase y con qué frecuencia? Así convencieron a más de la mitad del país y bueno, ya sabemos como termina la historia.
Ser escuchado es imperativo para un político, pero es antiético cuando hablamos de administrar justicia. Si entendemos que la justicia es independiente, entonces los casos judiciales no deberían ventilarse en los medios de comunicación. No quiero decir que los noticieros no deban informar sobre el avance de los casos judiciales ni dejar de buscar opiniones expertas, lo que quiero decir es que una cosa es dar una opinión en derecho y otra es argumentar la postura para convencer. La decisión sobre los derechos de una persona involucra un elevado conocimiento técnico del derecho. Aunque siempre es bueno nutrirse de una opinión experta, no es correcto hacer de juez disfrazándose de opinión. Respetemos la independencia judicial.
La justicia ecuatoriana obedece al sistema acusatorio, esto significa que si el encargado de acusar a otro no comprueba la conducta ilegal, entonces no hay sanción. Si no hay pruebas, no hay delito. El sistema acusatorio es necesario porque si no es eso, es el sistema inquisitivo, que no es otra cosa sino señalar con el dedo a quien se cree que cometió un delito y listo, si el cristiano no tiene pruebas de su inocencia, se va preso, así, sin más.
Para contrarrestar esta especie de cacería de brujas, al inicio de los 80’s se instaló en Ecuador el sistema penal acusatorio, al que le debemos el himno popular que dice en su única estrofa “soy inocente hasta que se demuestre lo contrario”. Es decir que desde entonces, en vez de señalar con el dedo cómodamente desde un banquillo, hay que recopilar las pruebas dentro del marco de la Ley, para unirlas con un hilo lógico y consecuente, que demuestre la culpabilidad irrefutable del acusado. La persona será culpable únicamente después de que una sentencia así lo condene, no antes.
Aunque los noticieros no emiten posiciones a favor de uno u otro involucrado en el juicio, sí entrevistan a expertos. El problema llega cuando el experto está más parcializado que los mismos involucrados y es ahí cuando la presión mediática empieza a surtir efectos.
Lo explicaré rápidamente: ¿repetir mil veces una mentira, la vuelve realidad? No sé si pueda hacer esa afirmación, pero lo que sí sé, es que una vez que se posiciona un criterio a través de una “inocente” opinión en un medio tradicional, se crea opinión social que mal o bien tiene influencia sobre jueces que deben decidir sabiendo que los miran “desde arriba”.
Pongámonos en los zapatos de ese juez, o actúa conforme a la opinión del experto repetida mil veces, o después de la pausa se volverá a dictar sentencia en el noticiero, esta vez en su contra.
Quienes no son parte procesal dentro de los juicios deben limitarse a dar una opinión técnica en derecho, siempre dejando de lado lo que quisiera que el juez dictamine, la decisión de fondo la tiene únicamente el juez. Eso de dictar sentencias disfrazadas de opiniones es anti ético y debe terminarse ahora.