En el discurso ante el Congreso -febrero de 2020- Donald Trump evocó las tres zonas de mayor interés geopolítico para EE.UU., Medio Oriente, Centroamérica y América Andina. Pocos días después, las autoridades ecuatorianas fueron recibidas en la Casa Blanca y anunciaban la posibilidad de un tratado de libre comercio con Ecuador.
Los TLC son acuerdos entre Estados que permiten el libre comercio, sin el pago de impuestos. En el contexto de un TLC, el país ganador es aquel que exporta más de lo que importa; por tanto, el perdedor transfiere parte de su capital nacional, aunque un pequeño grupo local aumente sus ganancias. Está claro que en el juego capitalista no puede haber dos ganadores; el más fuerte y competitivo generalmente se beneficia. Pero quizás en el caso de Ecuador, el mayor riesgo de un TLC con EE.UU. no sea solo la pérdida de capital, sino el impacto sobre pequeños agricultores de maíz, algodón y arroz.
La autonomía para producir granos siempre ha sido asunto de alta política y geoestrategia, lo cual es evidente, por ejemplo, en la historia de la economía de los cereales en Europa. Entre todos los males, el peor sería, además de la importación de maíz, la introducción de transgénicos a Ecuador, lo cual terminaría desarrollando una dependencia definitiva, al desaparecer en el tiempo las semillas propias, legado de la Cultura Valdivia desde hace 5.000 años, que mantienen propiedades de reproducción y fertilidad. Ser verdaderamente libres es tener capacidad de autosuficiencia y soberanía alimentaria.
EE.UU., como otras potencias, promueven el libre comercio, pero no practican la libre competencia: mantiene subsidios para ofertar a más bajos precios el trigo, el maíz y otros productos. Además consigue alta productividad con el uso de semillas transgénicas y una agricultura extensiva difícil de lograr en nuestro país por las condiciones orográficas.
Podemos poner el “dedo en la llaga” proponiendo que de haber un acuerdo, Ecuador establezca límites para el equilibrio comercial, prohíba la importación de maíz, algodón, semillas transgénicas y químicos agrícolas contaminantes. Por otra parte, que en coherencia con los principios liberales que se pregonan, los ecuatorianos puedan viajar a EE.UU. sin visa, como lo hacen los norteamericanos cuando vienen a Ecuador. (O)