La decisión de cerrar Correos del Ecuador fue inconsulta, afectó a la historia ecuatoriana, que se hace presente en los sellos conmemorativos que frecuentemente ponía a circular dicha institución y que, de una u otra manera, representaban al Ecuador en el exterior, interesando a muchos también por la diversidad de su flora y de su fauna.
Lo que debió haberse hecho en su momento es redimensionar la institución, corregir los errores, hacer auditorías, pero no simplemente de un plumazo acabar con esta histórica empresa de servicio público.
El cierre de Correos del Ecuador ha implicado perjuicios a los usuarios, que no podemos hacer envíos tanto a nivel nacional como internacional, ocasionando el abuso de los servicios de courrier o mensajería que, al haberse adueñado del mercado, imponen los precios
Hay la paradoja de que, si alguien quiere enviar una carta, una postal o una encomienda desde el exterior y usa el servicio de correos de su propio país, paga la tarifa indicada, pero cuando la persona la recibe en el territorio ecuatoriano, debe pagar sumas grandes de dinero por concepto del pago de la empresa que, me imagino que aleatoriamente, se hace cargo de la entrega en nuestro país.
La cifra que se paga en el exterior es infinitamente menor que aquella que debemos pagar los ecuatorianos o los residentes en el país.
Es hora de que el nuevo gobierno ecuatoriano, corrija este error y restablezca Correos del Ecuador, con una eficiente administración. Es erróneo pensar que, por el avance de los sistemas digitales, de correos electrónicos, ha perdido vigencia el envío físico de cartas, postales, encomiendas. Todo lo contrario, si no, veamos la cantidad de servicios de encomiendas que proliferan en el país y en el mundo.