Tenía la indiscutible condición humana para suscitar el progreso. El año de 1950 viajó a Europa tras renunciar a su sede como Obispo de San Carlos de Ancud en la Patagonia. El 51 vino al Ecuador y se estableció en Quito en la casa de los Salesianos. Tuvo a su cargo la Parroquia de El Girón y tras conseguir fondos en el exterior, se dedicó a la construcción del Instituto Superior Salesiano y de los Colegios Cardenal Spellman para hombres y mujeres. El dinamismo de sus acciones, buen sentido del humor y carisma, fueron disparadores de admiración del pueblo ecuatoriano.
Quizá por eso, el 15 de mayo de 1958, Juan XXIII lo nombró Administrador Apostólico de Guaranda, sede que jamás había tenido Obispo y que tenía la reputación de ser una de las más pobres del país, al punto qué numerosos candidatos al conocerla, se habían rehusado aceptar.
Monseñor Cándido Rada Senosiain, sin temor ni favor, hizo su ingreso y marcó con su presencia una nueva etapa del desarrollo provincial. Fue soñador, adelantado para la época, a la vez pragmático y vehemente, al querer alcanzar en corto tiempo el progreso de las comunidades agrícolas de la provincia de Bolívar. Jamás le faltó el espacio para gestionar ni el discurso. Era de una sola pieza. Por su temperamento, a veces explosivo, también tuvo malquerientes. Mandó a callar a más de un político que pretendía usar el púlpito con fines electorales.
Después del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) y de la Encíclica Populorum Progressio (1967) Monseñor Cándido Rada, observó con nuevos ojos la realidad de la pobreza rural de todo el Ecuador y su diócesis. Sintió la necesidad de dar respuestas concretas a las esperanzas de los campesinos. Fue hombre de decisiones, acciones y resultados.
Comenzando por la provincia de Bolívar, desde Simiátug, en 1970, trae a su diócesis los voluntarios Italianos de la Operación Mato Grosso que ya prestaban servicios en Morona Santiago. Seguidamente llegarán a Salinas (1971), Facundo Vela (1973), Cuatro Esquinas (1978) y otras provincias del país (Cotopaxi, Pichincha, Chimborazo, Loja, Esmeraldas, El Oro y Manabí). Lo mismo hizo con voluntarios norteamericanos, austriacos y alemanes.
La fundación del FEPP comenzó a fraguarse en 1968, cuando el Papa Paulo VI en Bogotá volvió a repetir el llamado de la Encíclica Populorum Progressio qué, en cada país, reduciendo los gastos militares, los gobiernos constituyan un fondo especial destinado al desarrollo de la población más pobre. Tarea que correspondía al poder público, pero el Obispo Rada la enfrentó desde su responsabilidad pastoral y social porque en nuestro país, como en la mayoría de países católicos, los gobernantes (muchos militares en aquel entonces y en la década siguiente) hicieron oídos sordos al llamado del Papa.
El FEPP nace en 1970 por la voluntad de servicio del visionario sacerdote chileno a quién, en su iniciativa, le acompañó un grupo de laicos y sacerdotes comprometidos con el cambio del Ecuador. En esa gran cruzada y a través de la Curia, en los años 70, llegaron voluntarios de la Operación Mato Grosso y la Misión Salesiana a Salinas de Tomabelas, enclavada en plena estribación de la cordillera Occidental de los Andes. Es un paraje de una belleza única e incomparable.
El padre Antonio Polo, es uno de los que acogió la invitación del Obispo Rada y lo hizo desde Venecia, hace 52 años. En este pueblito, encontró razones para soñar en construir el Reino de Dios, con amor, justicia y paz…El sacerdote y misionero salesiano recoge todas las experiencias vividas en su libro ‘’ La laguna de los Sueños’’. Hoy, el mundo conoce a Salinas de Guaranda como un proyecto de vidas y de sueños conjuntos traducidos en una realidad comunitaria.
Es una parroquia rural ubicada en la zona nororiental de la ciudad de la Ciudad de las 7 Colinas, en la provincia de Bolívar a una altitud de 3.550 metros. Existen minas de sal, que en tiempos ancestrales proveían de sal a varias ciudades del país. Aún se pueden contemplar vestigios de éstas, muy cerca del centro del poblado. Está a 20 Km de Guaranda por carretera asfaltada.
La población alcanzó prosperidad por medio del impulso del cooperativismo, estableciendo numerosas microempresas de carácter comunitario. Se destacan: la fábrica de quesos, fábrica de chocolates, la asociación de artesanas, la cooperativa de ahorros, la planta de aceites esenciales, la embutidora, la deshidratadora de hongos, la hilandería. Es muy usual encontrar tiendas y almacenes que expenden los productos que generan sus pobladores: variedad de quesos, mantequilla, yogurt, turrones, mermeladas, fideos, galletas, trufas, hongos secos, pan, caramelos de miel de abeja, chocolates, chocolatines, lana, tejidos, balones, artesanías… Salinas es un pueblo de sorpresas maravillosas.
No quedan atrás el turismo comunitario, empresarial y de aventura. Entre los atractivos naturales: las vertientes de Agua Sal, los farallones de Tiagua, la roca del Sombrero Rumi, la cueva de las Tizas, el mirador del Mar de Nubes.
Rada Senosiain, ser humano con habilidades excepcionales que destacó por su capacidad intelectual, en varios campos del conocimiento, al final de su servicio episcopal en Guaranda (1980), se retiró y se dedicó a construir el Santuario de María Natividad del Huayco. Para un hombre dedicado al trabajo, la atención al espíritu es una muestra de su integridad. En 1983 el presidente Oswaldo Hurtado, le concedió la nacionalidad ecuatoriana en reconocimiento a su visión, misión y trabajo.
Amó al Ecuador hasta el último de los días. Sus restos (1995), junto al de sus padres, descansan en el complejo turístico religioso, al que dedicó más de dos décadas de trabajo. El nombre de tan genial obispo chileno en territorio ecuatoriano, despertó natural simpatía y gran admiración de quienes tuvimos el privilegio de conocerle.