Todas las culturas tienen visiones –escritas o no- sobre el origen del mundo y su futuro. En esta época de pandemias el resurgimiento de las predicciones no es solo inevitable sino necesario, ahora amplificado por la Internet y las redes sociales.
El tema de las pestes es el más recurrente, con recordatorios catastróficos como las plagas de Egipto, la bubónica, la viruela, la gripe española, la polio, el ébola, el sida, el H1N1 y todas las variantes de influenza. Lo curioso es reconocer que las pandemias aniquilaron a millones de personas y cambiaron los sistemas sociales, económicos y políticos. Los historiadores recuerdan los duros impactos de la bubónica –enfermedad provocada en el siglo XIV por las pulgas provenientes de las ratas- en la Alta Edad Media, que produjo, entre otros factores, el cierre de un período histórico y el comienzo de otro: el Renacimiento.
En el siglo XXI la situación es más compleja. En el mundo moderno y posmoderno coexisten un crecimiento imparable de la urbanización, unida a la superpoblación y la pobreza extrema; la sobreexplotación de los recursos naturales, que determinaron el cambio climático; y la imposición de un modelo –desarrollista, hoy denominado globalización- que concentró poder en pocas manos y excluyó de bienestar a la mayoría.
Las nuevas lecturas de este fenómeno no nos deben amedrentar. Hay filosóficas serias y otras esotéricas; las primeras ancladas en las ciencias; las segundas surrealistas que disfrazan las pseudociencias y las profecías; también han aparecido teorías económicas, que cifran en la pandemia la apoteosis de ciclos nefastos que reproducen hambrunas y calamidades; y desórdenes sociales que irrumpen en los escenarios humanos, ahora aumentados por las redes sociales.
Las sociedades necesitan certidumbres. Merecen líderes honestos y firmes, con objetivos claros y procesos que actúen de la mano de científicos antes que de políticos; y la recuperación de la libertad, mediante un desconfinamiento progresivo, que aliente el empleo y el destrabamiento de los espíritus. Porque este y otros virus, según los expertos, se quedarán por mucho tiempo. (O)